Miradas de reportero: En esa plazoleta quieren matar a Buendí­a, otra vez

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Por Rogelio Hernández López.—

Cada 30 de mayo, después de 1984, el periodista Manuel Buendí­a Tellezgirón ha sido recordado por periodistas, amigos, seguidores y familiares en la Plaza de la Libertad de la Libertad de Expresión Francisco Zarco de la Ciudad de México. Poco a poco se logró instalar ahí­ simbolos para recordarlo. Pero este aí±o no se encontrarán y habrá enojos.

Se habí­a logrado que se colocara, junto a la estatua de Zarco, un enorme basamento de concreto con una placa alusiva al columnista; después, en la Estela de concreto de 3 metros de altura se grabó uno de sus pensamientos sobre el verdadero periodista. Ahora, el sitio fue reducido a plazoleta, con menos arboles, ya sin bancas; se desapareció el basamento con la placa recordatoria, la enorme Estela se destruyó y quedó como sustituta otra de medio metro. Con esa destrucción, en sentido estricto el gobierno de la Ciudad de México desvaneció a Buendí­a.

”Más les valiera retirarse definitivamente antes de aceptar la suprema humillación de ser incluidos como rellenos de un cartel para constatar cómo la indiferencia y hasta la burla del público barre con las últimas huellas de un antiguo prestigio», dijo el columnista cien dí­as antes de su asesinato (28 de febrero de 1984) durante una charla en la Secretarí­a de Educación Pública.

MEMORIALES, PARA QUí‰

El lunes 30 de mayo de 2016, se cumplirán 32 aí±os del asesinato de Manuel Buendí­a Tellezgirón. Fue el primer periodista, de reconocimiento nacional, acallado en la era de la narcopolí­tica en México.

Desde ese dí­a la Plaza Zarco (Reforma y Zarco) se convirtió en sitio para exigir castigo a los culpables del crimen. Cada dí­a 30 de mes de 1984, se concentraron allí­ familiares, amigos y miembros de la Unión de Periodistas Democráticos, del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa y reporteros de diversos medios.

Después, todos los 30 de mayo se hicieron actos públicos a las 12:00 horas puntualmente. La Plaza Zarco y Manuel Buendí­a se convirtieron en sí­mbolos de inconformidad por la violencia contra el periodismo. Cada aí±o, desde 1985 hay concentraciones de periodistas con reclamos masivos por las limitaciones y agravios a la libertad de expresión en México, por la violencia contra medios y periodistas. Así­ ha sido durante las gestiones de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peí±a. Se recrimina porque sus gobiernos no quisieron o no pudieron frenar el ciclo de violencia que creció geometricamente y tan sólo este aí±o registra 6 asesinatos y 68 agravios documentados en apenas un semestre.

La plaza Zarco, Manuel Buendí­a y sus memoriales, adquirieron muchas significancias durante 32 aí±os. Quien argumente que la Plaza se remodeló (destruyó) para espantar a personas sin casa que allí­ se guarecí­an, ignoran los significados culturales que adquieren sitios especí­ficos de ciudades, pueblos y barrios, lugares donde las comunidades, o grupos de pares se construyen como tal y se reconstruyen en animos y causas comunes. ¡Si no lo saben es que son imbéciles! Les dirí­a el columnista Buendí­a Tellezgirón, con ese estilo jocosamente serio y burlescamente profundo que todos les reconocí­amos.

Este martes 24 de mayo, Manuel Buendí­a Tellezgirón cumplirí­a 90 aí±os de haber nacido en Zitácuaro Michoacán. Y en contraste con los ignatos del gobierno capitalino, los amigos, familiares y periodistas de Zitácuaro iniciarán otra jornada de recordatorios como lo hacen cada aí±o, también desde 1984. Ellos, promovieron la construcción de una estatua del periodista que nadie les ha destruido; ellas y ellos, sus pares zitacuarenses, promueven sus pensamiento, sus libros y su s recuerdos, porque no quieren que Buendí­a sea olvidado.

Pero en la Ciudad de México parecen ignorar todo eso. Voluntaria o involuntariamente. Al desparecer los simbolos para recordar a Manuel Buendí­a en esa plazoleta.lo están matando otra vez. El poeta José de Arias Martí­nez, se adjudica un poema que parece oportuno:

No es la muerte quien mata las almas

Nadie muere por ser enterrado

El recuerdo y el alma no mueren

Sólo muere quien es olvidado

Graciela Machuca

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