Contaminación en laguna de Bacalar un asunto de transparencia y ética

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Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martí­nez
Un comunicado de prensa de la Dirección General de Comunicación Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de fecha 7 de julio de 2020 con el tí­tulo: Alertan sobre daí±os en la laguna de Bacalar, reavivó el debate tanto en Quintana Roo como a nivel nacional e internacional sobre la contaminación real de la laguna y la pretensión de autoridades federales de crear una írea Nacional Protegida (ANP), temas que se quieren discutir por separado, pero podrí­an ser parte de un proyecto de desarrollo integral de la zona sur de la entidad, el cual hasta el momento no se conoce a detalle pesar de ser mencionado superficialmente en el Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022.
Este debate no es nuevo, ya causaba revuelo desde el primero de abril de 2011, cuando el entonces gobernador del estado, Félix Arturo González Canto, declaró la región conocida como Parque Laguna de Bacalar, como área natural protegida con la categorí­a de Parque Ecológico Estatal, con una superficie total de 5 – 36 – 68.421 hectáreas ubicadas en su totalidad en la localidad de Bacalar, municipio de Bacalar.
Desde luego que en esa época, tanto la población residente como la visitante se mantení­an dentro de un rango que el mismo ecosistema podí­a amortiguar el impacto, sin embargo, la población actual es de más de 11 mil habitantes y los visitantes superan los 140 mil cada aí±o.
La alerta que lanzó la UNAM el pasado 7 de julio, basada en estudios cientí­ficos previos, no en opiniones, realizados por Luisa Falcón ílvarez, del Instituto de Ecologí­a, consiste en la advertencia que ”las actividades turí­sticas y desechos de la agricultura provocan que la Laguna de Bacalar, mejor conocida como laguna de los siete colores, en Quintana Roo, pierda su esplendor».
Este seí±alamiento tampoco es nuevo, al realizar una búsqueda en las hemerotecas virtuales encontré el mismo seí±alamiento, por lo menos desde el 2014, además, de declaraciones e investigaciones que sostienen que el problema empezó a detectarse desde hace 20 aí±os.
En dichas fuentes hemerográficas hay evidencias que de manera cí­clica la laguna pierde sus colores cuando al sistema lagunar ingresan aguas pluviales turbias, procedentes del norte de la Pení­nsula de Yucatán por medio del sistema acuático subterráneo. Se ha podido comprobar que después de unos cuatro meses, la laguna vuelve a sus tonos naturales, como lo evidenció el canal de Youtube Notifest que utilizó imágenes satelitales abiertas que están a disposición en Google.
Este canal de redes sociales aportó al debate que la pérdida de los siete colores de la laguna de Bacalar es intermitente y que después de la temporada de lluvias se reestablecen, pero hasta el momento ha sido imposible demostrar que la laguna está enfrentando un proceso de contaminación por las aguas residuales de la población residente de Bacalar y de visitantes, porque no existe en el área la infraestructura suficiente para canalizar las aguas negras de las pluviales para evitar que el efecto negativo en la laguna se agudice.
Luisa Falcón ílvarez, del Instituto de Ecologí­a (IE) de la máxima casa de estudios, institución que avala el estudio, por ello lo difunde a través de su Dirección General de Comunicación Social, sostiene que la Laguna de Bacalar: ”Es un tesoro del planeta que no hemos sabido cuidar; el turismo desordenado y la falta de tratamiento de aguas residuales están acabando con el arrecife bacteriano de agua dulce más grande del mundo.»
Su arena blanca y los diferentes gradientes de profundidad le otorgan siete tonalidades de azul, que han empezado a desaparecer de manera recurrente y se transforman en una coloración verdosa y café, según la investigadora, quien junto con su equipo han trabajado década y media en la zona.
Dicha zona, según el comunicado de la UNAM, ”en los últimos aí±os pasó de recibir decenas de visitantes al aí±o a más de 140 mil; ese incremento se registró desde la llegada del sargazo al Caribe mexicano, que ha ahuyentado a los turistas a otros sitios, como Laguna de Bacalar.» ”Entonces se improvisaron hoteles y aparecieron servicios de la noche a la maí±ana, inadecuados y sin regulación».
Desde hace un trienio la ocupación hotelera es mayor al 85 por ciento durante todo el aí±o, lo que ha acelerado el deterioro del entorno.
”El problema se agudiza porque esta laguna es parte de la cuenca hidrológica, que constituye un corredor transversal costero de flujo de aguas superficiales y subterráneas que conecta al Caribe con otros cuerpos de agua, y ahora se vierten grandes cantidades de nitrógeno y fósforo que favorecen el crecimiento del plancton, lo que ha derivado en el cambio de coloración», detalló Falcón ílvarez.
Los asentamientos humanos no planificados (sin tratamiento de aguas residuales), el aumento de residuos (hoy se detecta materia orgánica humana en la laguna), los basureros a cielo abierto y los fertilizantes utilizados en cultivos de la región, son los principales responsables, se desprende del estudio del Instituto de Ecologí­a de la UNAM y que coincide con otros realizado en el aí±o 2018 por el Instituto de Geografí­a de la misma universidad.
Entre las muchas virtudes que permite un debate de esta naturaleza se tiene la posibilidad de que todas las personas y sectores interesados en el problema puedan exponer sus opiniones y argumentos en defensa de sus intereses.
Por ejemplo, Nicanor Pií±a Ugalde, presidente del Comité Bacalar Pueblo Mágico, sostiene que ”la creencia de que la laguna de Bacalar está contaminada y ha perdido sus siete colores, es parte de una campaí±a de desprestigio en contra del destino, cuya finalidad es hacer creer a las personas que es necesario que el área se decrete como un írea Natural Protegida (ANP).»
En declaraciones diversos medios de comunicación sostuvo que es una irresponsabilidad difundir tal afirmación, ”ya que esto genera un daí±o en las familias que se sostienen de realizar actividades turí­sticas en la zona, la cual se ha visto muy afectada por la inactividad generada por el coronavirus».
También considera que el color café que ha opacado los siete colores de la Laguna de Bacalar es temporal y se ha originado debido a los sedimentos y vegetación que se asientan en la arena, los cuales han llegado al sitio debido a los deslaves y escurrimientos producidos por la tormenta tropical Cristóbal, argumento similar al utilizado por Notifest.
De acuerdo a su experiencia, esta es una situación común cada vez que ocurre una lluvia atí­pica. En una entrevista concedida a Mega News, Pií±a Ugalde sostuvo: ”Fui testigo hace 20 aí±os cuando ocurrió una situación similar por la presencia de un huracán, lo que se repitió hace 7 aí±os y en estas fechas, la tormenta tropical ”Cristóbal» dejó abundante agua que encontró su cauce natural en el cuerpo lagunar.»
En el video de Notifest, canal dedicado a la promoción de destinos turí­sticos del paí­s, se dice que a partir del 20 de junio de 2020 la laguna de Bacalar empezó a subir el nivel, incluso más arriba que el de los embarcaderos, como no sucedí­a desde hace más de 20 aí±os, por lo que prestadores de servicios turí­sticos manifestaron su preocupación, a pesar de que no hay visitantes en esta temporada debido a la pandemia.
Laguna de Bacalar es única en el mundo
Además de ser el cuerpo de agua dulce de mayor tamaí±o de la pení­nsula de Yucatán, Bacalar alberga al arrecife de bacterias de agua dulce más grande del mundo, por lo que el equipo de Falcón ílvarez estudia los cambios en la diversidad de estas comunidades, conocidas como microbialitos, según se explica en el referido documento de la UNAM.
Desde hace 15 aí±os, la investigadora ha revisado la salud de las comunidades microbianas que forman arrecifes hechos por bacterias, que viven desde hace nueve mil aí±os en la zona.
”No trabajamos con calidad del agua, sino con ecologí­a microbiana, y nos llamó la atención que en una Semana Santa hubo tal cantidad de visitas, que las lanchas se estacionaron sobre los microbialitos (que se forman por acción de las bacterias), rompiendo su parte viva», rememoró.
Se trata de sitios muy frágiles, que durante el confinamiento provocado por la pandemia de COVID-19 comenzaron a recuperarse, pero no es suficiente porque este tipo de comunidades tarda décadas en hacerlo, advirtió la experta.
Actualmente, este equipo de la UNAM trabaja con la Secretarí­a del Medio Ambiente para determinar qué zonas deben ser consideradas núcleo de conservación, en cuáles no debe haber visitas, cuáles deben tener un control muy estricto de acceso y cuáles se consideran perdidas.
”Cuando comenzamos a trabajar, el Canal Pirata tení­a arrecifes de microbialitos y manglar, ahora es sólo una barra de sedimento; las lanchas que llegan y el movimiento de la gente han acabado con este sitio al provocar su erosión».
El progreso económico y social no debe estar peleado con la conservación del entorno, pero debe reconocerse que hay sitios valiosos por los servicios ecosistémicos que brindan, como la filtración de agua, producción de oxí­geno, biodiversidad y captura de carbono.
Si el medio ambiente se enferma, los humanos estaremos en contacto con millones de virus y bacterias, la mayorí­a de ellos inofensivos, ”pero alguno no lo será tanto y un ejemplo es la pandemia por SARS-CoV-2, que se asocia al tráfico ilegal de especies silvestres. Debemos aprender que no estamos separados de la salud de las comunidades ni de los ecosistemas, y que la mejor vacuna es la conservación y el desarrollo sostenible», exhortó la investigadora.
El Plan Estatal de Desarrollo para Quintana Roo 2016-2022 habla de desarrollo turí­stico sustentable, de que se debe cuidar el medio ambiente, pero en particular no se compromete a realizar acciones precisas para evitar la contaminación de la laguna de Bacalar.
Derivado de este documento se tiene un Plan Turí­stico para Potenciar el Sur enfocado al desarrollo de Chetumal, esperemos que sus operadores, aunque sea a última hora no se olviden de Bacalar.
En el debate sobre si a Bacalar se le decreta ANP deben intervenir los gobiernos federal, estatal y municipal, empresarios y la población de Bacalar, porque se trata de definir el futuro de la zona y de un patrimonio natural que pertenece a la humanidad.
Si la laguna pierde o no sus colores de manera temporal a consecuencia de la entrada de agua pluvial, es un asunto que con base en investigación cientí­fica se debe dar a conocer púbicamente por principios de transparencia y ética, las personas, aunque de manera desordenada y faltas de conciencia ecológica llegan a Bacalar deben saber las razones reales del cambio de las tonalidades del agua, pero lo más importante es el grado de contaminación.
Hay evidencias técnicas de que hay determinadas zonas que se contaminan por los deshechos humanos que llegan a la laguna, así­ como por el agua de uso agrí­cola contaminada con agroquí­micos, también eso deben saber los visitantes.
El manejo de aguas residuales corresponde a los tres niveles de gobierno. Hace falta infraestructura, se debe construir, a la par de un plan de desarrollo turí­stico, en el que se contemple la capacidad máxima de personas visitantes por dí­a, solo así­ se podrá controlar la afluencia turí­stica, cuyas necesidades de servicios puedan ser atendidas con la infraestructura instalada en los servicios de agua potable y drenaje. De lo contrario el caos continuará y los siete bellos colores de la laguna desaparecerán para siempre.

Graciela Machuca

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