Rumbo al colapso del sistema de salud en Quintana Roo

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Necesariamente Incómoda

**Carlos Joaquí­n advierte de estado crí­tico por la pandemia.
**El único hospital construido para los mayas lo hizo Adolfo López Mateos 1958/1964
**La primera cesárea del hospital de Chetumal 31 de agosto 1980, realizada por el Dr Braulio Matamoros, Rosalí­a Jácome y Narciso Pérez Bravo dio luz a la primera y única mexicana Sénior de uno de los bancos Nórdicos.

Graciela Machuca Martí­nez

Lo que sucede en Quintan Roo respecto al colapso de su sistema de salud no es exclusivo de esta entidad, en gran parte del paí­s, las polí­ticas públicas en materia de de salud pública fueron puestas a un lado desde hace más de 50 aí±os, por lo que el paí­s, sí­ como muchos otros no están preparados para enfrentar esta pandemia de caracterí­sticas inéditas.
Desde que Quintana Roo tení­a la categorí­a polí­tica y administrativa de territorio se le relegó del desarrollo social, mientras que a partir de que se creó el estado, el gobierno federal le apostó a que de la inversión turí­stica saldrí­an los recursos para fortalecer los sistemas de salud, educación y desarrollo urbano, pero ello no sucedió, porque no era responsabilidad de los inversionistas encabezar ese desarrollo, sino obligación del Estado mexicano liderar las acciones.
El mes de junio terminó con tres mil 619 casos positivos, de los cuales 2 mil 109 son hombres y mil 510 mujeres. A esa fecha estaban en aislamiento 925 personas, 203 hospitalizados y 577 defunciones. Mil 914 personas se habí­an recuperado y 530 casos en estudio, así­ como tres mil 108 casos negativos.
Para el primero de julio de 2020 las cifras se movieron de la siguiente manera: casos positivos tres mil 745, es decir 126 casos más. Las defunciones llegaron a 593, 16 más que ayer. Se tienen 591 casos en estudio, la cifra se incrementó en 61 casos. Se tienen mil 966 casos recuperados, el dí­a martes habí­a 52 menos. Hay 62 casos negativos más.
La comparación de cifras de un dí­a para otro nos permite graficar con más exactitud los requerimientos de espacios, equipo y personal del sistema de salud, porque los casos activos los sacan únicamente contando los casos que se confirmaron durante los últimos 14 dí­as, lo cual no representa el número exacto de las personas que están en las diferentes categorí­as de hospitalización o en aislamiento.
Por ello, es que se afirma que el sistema de salud que opera en Quintana Roo está colapsando, principalmente en Chetumal y Cancún, donde trabajan el IMSS, el ISSSTE, los servicios estatales de salud, entre otros.
Desde principios de esta semana se agudizó el caos en los diferentes servicios de hospitalización, así­ como de consulta externa de enfermos de COVID-19, principalmente en la zona sur, donde la información oficial indica que la velocidad de crecimiento de casos es de 4.6, mientras que en la zona norte es de 1.0.
Cada hospital, cada centro de atención externa debe reportar a las autoridades y a la sociedad el número exacto de enfermos que atiende por turnos, para poder medir el incremento en tiempo real e incremento de casos y por ende de necesidades.
En ciudades como Chetumal, el personal médico encargado de hacer frente a la pandemia es el mismo que trabaja en las diferentes instituciones entre semana o fines de semana, además, con su consulta privada, más otras horas en hospitales privados. Trabajan en condiciones fí­sicas, de salud, emocional y laborales de gran estrés, pero son los únicos profesionales con los que se cuenta en este momento y con ellos se tiene que trabajar, por lo que la sociedad debe hacer conciencia de que ese equipo humano, también está en riesgo de colapsar y poner en riesgo su vida y con ello la vitalidad del mismo sistema de salud.
Al principio de este texto mencioné que el sistema de salud, al principio de aí±o y desde hace varias décadas estaba abandonado por negligencia gubernamental. (Tan solo en la Zona Maya el único hospital construido ex profeso para la atención de los mayas fue en el periodo del entonces presidente de México Adolfo López Mateos 1958/1964, siendo gobernador del territorio el Ing Aron Merino Fernández un 17 de mayo de esa gestión fue inaugurado en Felipe Carrillo Puerto, lo demás han sido parches y este si que debiera ser un tema suficientemente importante para cualquier gobernante para llevar el tan trillado discurso electoral que repiten como su preocupación por la salud de los mayas, pero en los hechos al 2020, los indí­genas mayas carecen de un hospital con instalaciones dignas donde se les pueda atender; de igual forma el Hospital General de Chetumal inaugurado en abril de 1980, donde por cierto el Dr Braulio Matamoros, ginecólogo la Dra Rosalí­a Jácome anestesióloga y el pediatra Narciso Pérez Bravo, participaron en la primera cesárea realizada aquel 31 de agosto de 1980, de quien ahora es la primera mexicana Sénior de Uno de los Bancos mas importantes de los paí­ses Nórdicos, de igual forma los hospitales del IMSS del ISSSTE solo han recibido parches y remiendos llamadas ampliaciones en sus instalaciones, lo que el respetado dr. Gerardo Amaro no me dejarí­a mentir) Ahora es preciso observar que a todas esas limitantes hay que agregar que el Sector Salud en la entidad carece de liderazgo técnico, administrativo, polí­tico y moral.
A pesar de que cada institución como el IMSS, el ISSSTE, el Ejército Mexicano y los Servicios Estatales de Salud deben trabajar de acuerdo a su normatividad propia y rendir cuentas a sus oficinas centrales, los servicios estatales de salud tienen un doble rol, como autoridad estatal sanitaria y como autoridad federal, cuyas obligaciones, entre otras está la de coordinar a todo el sector, pero en este caso, el Sector Salud, como ente público navega por donde el viento de la tormenta lo lleve, porque no tiene dirección, no hay mando, no hay control, no hay propuestas.
En los servicios estatales de salud se requiere a una persona que tenga la capacidad de llevar a buen puerto al barco, a pesar de las vicisitudes de la tormenta. Son tiempos extraordinarios y para ello se requiere aptitudes y actitudes extraordinarias.
Con muchas semanas de anticipación se advirtió que si la pandemia no se tomaba con las seriedad requerida tanto por las autoridades como por la población, llegarí­a el momento del colapso, de las lamentaciones y del ”si hubiera». Pero ya es tarde y ahora se tiene que responder como sociedad ante las circunstancias actuales.
Las quejas y los llamados de auxilio son recurrentes, en el sentido de que los Servicios Estatal de Salud en Quintana Roo, ”no quieren tomar muestras a pacientes que solo presentan dos de los cuatro sí­ntomas, solo los mandan a su casa con paracetamol. Y luego regresan graves y además, ya contagiaron a sus demás familiares y concluyen con la muerte de uno o dos».
Entre el personal médico hay serios cuestionamientos éticos ante el actuar de directivos, quienes se han visto obligados a decidir a quién le quitan el apoyo del ventilador y por ende, mueren. Es un dilema ético que ningún profesional de la salud quisiera estar con esa responsabilidad.
En este momento ya hay hospitales que tienen carencia de ventiladores, si no se rediseí±an las estrategias, desde la cabeza de sector, los hospitales se convertirán en simples salas de espera para los crematorios. Cambiar esta tendencia es responsabilidad de todos. Hay que recordar que el hecho de que se tenga acceso a la asistencia de un ventilador, ello es relativo para salvar la vida, porque de acuerdo a reportes de la misma autoridad sanitaria, de cada diez personas que entran a terapia intensiva con el apoyo de un ventilador, solo dos sobreviven.
Las razones económicas, polí­ticas e incluso técnicas que justifican cambiar de rojo a naranja en el semáforo epidemiológico de Quintana Roo, corren el riesgo de hacerse a un lado de la tendencia de repunte continua. Las cifras son evidentes. También es cierto que tenemos que aprender a vivir con la epidemia, pero también debemos aprehender nuevos hábitos, nuevas prácticas de vida. En un periodo extremamente corto tenemos que adquirir una nueva cultura de la colectividad, de empatí­a, solidaridad y compromiso comunitario, porque de lo contrario, como sociedad y cómo personas quedaremos en el intento.
Ha llegado el momento de responsabilizarnos en primer lugar de la salud personal, sí­ como de nuestra familia y al mismo tiempo de la sanidad comunitaria. El gobierno pone y quita sus normas o muchas veces no las pone y si lo hace, la percepción que tiene la población de la autoridad es adversa a un resultado positivo.
En México, durante la pandemia y en muchos ámbitos de la vida nacional hemos caí­do en el cí­rculo perverso de que el gobierno como que controla, como que ordena y la sociedad hace como que oye, como que obedece en beneficio de la colectividad.
El gobierno no quiso perder votos, por ello no declaró estado de excepción como lo mandata el Artí­culo 29 Constitucional, porque además, no sabe cómo hacerlo, porque trabaja con cuerpos de seguridad público que lo que menos saben es trabajar con perspectiva ciudadana. Los casos de arbitrariedad policial, solo por no portar el cubrebocas, se documentaron de inmediato y la impunidad hizo su entrada triunfal una vez más.
Hay que reconocer que el gobierno, ni durante esta administración, ni en las anteriores, ha contado con la capacidad para enfrentar una epidemia de esta magnitud, pero tampoco la sociedad mexicana cuenta con la cultura colectiva, comunitaria. Se trata de sobrevivir quien pueda, sin importar que en la medida que tengamos una comunidad sana, seremos beneficiarias directas.
Ante estas circunstancias es oportuno el mensaje del gobernador de Quintana Roo, Calos Joaquí­n González, quien manifestó que estamos en un punto crí­tico, podemos perder lo ganado y, lo más grave, lamentar más hospitalizados y más fallecimientos a consecuencia de la pandemia por Covid-19.
”Muchos quintanarroenses se han distraí­do y han descuidado las medidas básicas de lavarse las manos frecuentemente, usar el cubrebocas y mantener la sana distancia».
Entre otros aspectos, dijo que el gobierno de Quintana Roo logró ”aumentar en más de 500% la capacidad instalada en hospitales para atender a los enfermos de Covid, gracias a ello tuvimos las condiciones para iniciar la apertura gradual de la vida económica y social».
”Diseí±amos un sistema de monitoreo complementario al semáforo nacional y avanzamos en nuestras metas y llegamos hoy al color naranja, sin embargo, en poco tiempo hemos perdido el rumbo», comentó.
Resaltó que parte de la ciudadaní­a ha estado ”exponiendo y peor aún, arriesgando a los demás empezando por su familia, su trabajo y sus clientes, sin guardar la sana distancia, se aglomeran en los transportes, los bancos, los supermercados y las plazas comerciales, no usan el cubrebocas».
A esas personas las llamó ”irresponsables nos están llevando a regresar a quedarnos en casa, frenando la reactivación gradual y ordenada, provocando que la mayorí­a de la gente no pueda tener acceso a trabajar para su manutención, no lo podemos permitir y no lo vamos a permitir».
El gobernador de Quintana Roo advirtió que si es necesario ”impondremos otra vez medidas drásticas, pero ahora para asegurar nuestra reapertura gradual, ordenada y responsable como lo tenemos planeado. Actuaremos con energí­a respetando los derechos humanos, pero sin cortapisas ni restricciones».

Graciela Machuca

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