Pueblos indí­genas en Quintana Roo para la historia y la foto; en la pandemia no existen

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Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martí­nez
La clase polí­tica mexicana muestra gran interés por los pueblos indí­genas y se siente orgullosa de formar parte de una nación multicultural, pero solo en los discursos de campaí±as electorales o cuando se trata de justificar el presupuesto destinado a instituciones que fueron creadas para atender a personas indí­genas de carne y hueso, que tienen realidades que poco tienen que ver con aquellos ancestros los que se les edificaron museos, se les incluye en la historia institucional y forman parte de las efemérides para que quienes ostentan un cargo público tengan la oportunidad de lucir sus indumentarias tí­picas y rasgarse las vestiduras por el bienestar de los pueblos y comunidades indí­genas.
Esta situación no es exclusiva de Quintana Roo y se replica en los gobiernos municipales, estatales y federal; la crónica polí­tica del paí­s no muestra que todos los gobiernos han usufructuado las condiciones de pobreza, marginación, abandono y desinformación de las personas indí­genas para ganar elecciones, cundo un pueblo indí­gena se convence de que otra propuesta partidista en la opción para salir del atraso social y económico, vota masivamente y con ello se llenan las urnas.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) en muchas ocasiones obtuvo votaciones abrumadoras y ganó elecciones, principalmente en las zonas rurales y semiurbanas, muchas veces le hicieron fraude, pero su nicho electoral seguí­a siendo la población indí­gena, campesina, pues ambos sectores, históricamente se han rebelado al estado de cosas, pero a la vuelta de la esquina, luego de darle su confianza al PRD, les dio la espalda y repitió las prácticas del Partido Revolucionario Institucional (PRI); vino el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y las cosas siguen peor para los pueblos indí­genas, solo son utilizados para legitimar proyectos neoliberales.
En Quintana Roo, la mayorí­a de los distritos electorales donde vive población indí­gena de Quintana Roo o procedente de otras entidades del paí­s, han inclinado la balanza electoral hacia Morena y prueba de ello son los resultados de la última elección estatal, tendencia que parece no revertirse para el 2021 cundo se realicen elecciones federales, cuyos resultados encenderán las alertas rumbo a la sucesión gubernamental de 2022.
El comportamiento en sus preferencias electorales de los pueblos y comunidades indí­genas de Quintana Roo y del resto del paí­s, va en el sentido de búsqueda de opciones que los ayuden a salir del atraso social en el que se encuentran, sin embargo, las respuestas son las mismas, pues quienes participan en los diferentes partidos polí­ticos con registro para participar en elecciones forman parte de la misma clase polí­tica, sus integrantes van de un color a otro y en todos se sienten demócratas y muchos hasta lloran cuando hablan de la pobreza en la que viven los pueblos indí­genas.
Ahora que la pandemia de COVID-19 está en sus niveles más altos de contagio, es cuando se ve que las personas más afectadas son las indí­genas, quienes viven en zonas que carecen de suficientes servicios hospitalarios y de calidad, porque miles de personas tienen que atenderse en un hospital hace 33 aí±os que de clí­nica fue habilitado como hospital con parches y que el único hospital ex profeso para los mayas fue construido hace más de 50 aí±os, han pasados presidentes municipales, gobernadores y presidentes de la República y los indí­genas mayas, orgullo de la historia nacional, tienen que conformarse con una atención mí­nima, porque para ellos no hay camas con oxigeno y ventiladores suficientes.
¿Y por qué los mayas son las ví­ctimas más vulnerables de la pandemia? Porque siempre han estado olvidados, rezagados, solo se acuerdan de ellos, cuando la clase polí­tica quiere votos y esa clase polí­tica que en el pasado no construyó hospitales ni puso en marcha polí­ticas públicas para cuidar la salud de los mayas, es la misma que gobierna hoy desde diferentes partidos polí­ticos.
En Quintana Roo se creó por ley el Instituto para el Desarrollo del Pueblo Maya y las Comunidades Indí­genas (INMAYA), con la finalidad de controlarlos electoralmente desde sus creencias religiosas, con el pretexto de preservar su cultura. La cultura de los mayas no se circunscribe a su entorno religioso, siempre muy respetable. Fuera de México e incluso de Quintana Roo se sabe más de los mayas del pasado y de los de hoy, que en las tierras que ahora conforman el estado más joven del paí­s.
Cuando me refiero a que las efemérides de los pueblos indí­genas son utilizadas para tomarse la foto, me ubico, por ejemplo, en Felipe Carrillo Puerto, el pasado 30 de julio de 2020, al conmemorarse el 173 Aniversario del Inicio de la Guerra Social Maya. La foto es testimonio de la ceremonia conmemorativa, en la que aparece como personaje principal la titular del Instituto para el Desarrollo del Pueblo Maya y las Comunidades Indí­genas (INMAYA), Delta Moo Arriaga, a quien por ningún lado se le ha visto asesorando a indí­genas mayas, haciendo gestorí­a para que puedan recibir atención médica, llevándoles alimentos a familiares de las personas que están fuera de los hospitales esperando noticias de sus enfermos de COVID-19.
Sin embargo, no desaprovechó la oportunidad del 173 Aniversario del Inicio de La Guerra Social Maya para hacerse presente en el escenario público, difundiendo dicha imagen en las redes sociales de la institución.
A dicha fotografí­a adjunto un texto en el que explicó que, ella, ”en conjunto con autoridades de las comunidades de Tihosuco, Tepich y demás autoridades municipales celebraron con una guardia de honor, asimismo guardaron un minuto de silencio en memoria de los caudillos mayas que se levantaron en armas y lucharon por defender la tierra y sus derechos ante los mestizos que los oprimí­an en los primeros aí±os del México independiente».
Además, dice la versión oficial: ”Al evento asistieron Jaqueline Estrada Directora de Instituto de Cultura y las Artes, en representación del Presidente Municipal de Felipe Carrillo Puerto el Oficial Mayor Marco Aban, el Delegado de Tihosuco Daniel Pech y el Delegado de Tepich Edgar Cab, entre otras autoridades» (SIC).
En ningún momento se acordó que en la zona maya han muerto mas dos decenas de personas por la pandemia, que otras tantas se encuentran hospitalizadas, si tuvieron la suerte de tener acceso a una cama o que tuvieron que esperar terribles horas mientras que otro paciente morí­a para usar el espacio.
Las familias indí­genas de Quintana Roo viven en carne propia los efectos de la crisis económica, porque se ha quedado sin ingresos de uno o más de sus miembros que trabajaban en la actividad turí­stica y que por su condición social o de preparación profesional, fueron los primeros a quienes despidieron.
A esto hay que sumar las condiciones climatológicas adversas como sequí­as e inundaciones que han agudizado sus condiciones de empobrecimiento. Son muchos miles de despensas que tanto el gobierno federal como estatal han destinado para la zona maya, pero no todas las familias se han visto beneficiadas y no todas las despensas han sido distribuidas, ya que polí­ticos con aspiraciones, las reservaron para el aí±o electoral que viene.
La grandeza del pueblo maya no requiere en estos momentos homenajes o que las personas servidoras públicas les ofrezcan una corona de flores y un minuto de silencio, lo que se requiere es atención médica inmediata y eficiente; se requieren medicamentos, más personal médico, trato humano, agilidad en los trámites, atención a las familias, pruebas para identificar a las personas contagiadas y proceder al aislamiento social.
Los mayas de ahora son herederos de un legado cultural, al igual que el resto de la humanidad, como el pueblo egipcio de hoy o el iraquí­, estos pueblos no han dejado saberes de tal magnitud que nos deberí­a dar vergí¼enza las condiciones en que viven las
comunidades mayas. Su riqueza cultural es anterior a la llegada de los espaí±oles con todo y su religión, pero la ignorancia y la ambición de la clase polí­tica la llevan a seguir intercambiando espejitos por oro.
El segundo insulto que existe en México, después de una mentada de madre, es la de ”pinche indio», porque ese es el lugar que la sociedad mexicana y sus gobernantes han dado a los pueblos originarios, propietarios de los recursos naturales y culturales, como los de Quintana Roo.
Me permito reproducir una publicación que tome de la Página de Facebook Pensamientos Magonistas:
”Un dí­a como hoy de 1847, inicia la rebelión de los mayas conocida como «Guerra de Castas» cuando los indí­genas toman el pueblo de Tepich, Yucatán y asesinan a los caciques que los despojaron de sus tierras.
«La raza maldita», como llamaban los sacerdotes a los indí­genas, combatió durante cincuenta y cuatro aí±os al gobierno y a los ricos de la región, recuperando gran parte de su territorio hasta que, en 1901, Porfirio Dí­az manda al ejército a acribillarlos y establece su base de operaciones en Chan Santa Cruz, nombrado actualmente Felipe Carrillo Puerto.
”Tras los combates del primer levantamiento, se modificó la Constitución para agregar esta pequeí±a disposición: «los alcaldes, caciques, jueces de paz y párrocos obligarán a trabajar a los indios, a concentrarlos en pueblos cuando anden dispersos, a sólo usar machete o hacha, y a no tener armas de fuego. Esto debido a no tener aptitud para ejercer sus derechos y obligaciones constitucionales…»
”Después de contener la revolución maya, Dí­az establece en Yucatán un campo de concentración de esclavos, en donde de la mano de los hacendados obligaba a trabajar a más de cien mil indí­genas por medio de la fuerza. Ahí­ estuvo el periodista J.K. Turner, quien se infiltró entre los hacendados y en 1908 narró a
través de su libro México Bárbaro: «¿Esclavitud en México? Sí­, yo la encontré. La encontré primero en Yucatán… Los hacendados no llaman esclavos a sus trabajadores; se refieren a ellos como gente u obreros, especialmente cuando hablan con forasteros; pero cuando lo hicieron confidencialmente conmigo dijeron: Sí­, son esclavos. Esclavitud quiere decir propiedad sobre el cuerpo de un hombre, tan absoluta que éste puede ser transferido a otro; propiedad que da al poseedor el derecho de aprovechar lo que produzca ese cuerpo, matarlo de hambre, castigarlo a voluntad, asesinarlo impunemente. Tal es la esclavitud llevada al extremo; tal es la esclavitud que encontré en Yucatán.»
”Además de las rebeliones históricas que los pueblos originarios han llevado en contra de los ricos y los polí­ticos que buscan gobernarlos, su participación en la Revolución Mexicana fue fundamental, luchando a lado de los demás trabajadores por su libertad económica:
”Nos llaman salvajes porque estamos resueltos a no dejar que nos exploten ni los mexicanos ni los extranjeros, y porque no queremos presidentes ni blancos ni prietos. Queremos ser libres, y si un mundo nos detiene en nuestra marcha, un mundo destruiremos para crear otro. Queremos ser libres, y si todas las potencias extranjeras se nos echan encima, lucharemos contra todas las potencias como tigres, como leones.» -Ricardo Flores Magón, 1912.

Graciela Machuca

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