Palabra de Antí­gona¿Unidas? Mujeres de Izquierda Sara LoveraUna de las grandes dificultades a las que hoy se enfrentan quienes viven con agravio el dí­a a dí­a, por este momento del paí­s que se desmorona, es sin duda la inmovilidad y una especie de temor generalizado que impide actuar colectivamente.En ese contexto lo que existe son infinidad de luchas aisladas, de demandas, de protestas individuales o bien de movimientos especí­ficos por causas muy concretas, como las que se dan en diversos estados del paí­s contra la apretura de minas a cielo abierto, explotación de oro que hacen empresas trasnacionales canadienses.O aquella que hacen familias que buscan a personas desaparecidas. Las que se han venido encadenando para salir del oprobio que significa ir sumando y sumando, el asesinato y la violencia contra las mujeres, ahora sabemos, aparecen cuerpos mutilados en los caminos, las brechas y en la que se configura un estado de violencia inaceptable. Hay quienes la identifican claramente como un objetivo del poder para paralizar y reprimir.Por ello, el intento de crear un nuevo polo polí­tico femenino, convocado por mujeres de partidos polí­ticos, de organizaciones sociales de antigua y nueva protesta, que están enfrentando cacicazgos y puertas cerradas a procesos de justicia, así­ como de un núcleo de mujeres feministas que comprenden que el tema de la discriminación y la opresión de ellas, está directamente ligado con un sistema patriarcal y capitalista salvaje, y pueden mirar que la antidemocracia, el abuso y la corrupción son asuntos ligados directamente a cómo se conforma el poder en México, los poderes fácticos, la ingobernabilidad y el desprecio a la vida misma.Este esfuerzo que ha quedado en convocar a todas las mujeres a crear un mecanismo de articulación para emprender acciones de lucha, un esfuerzo éticamente respetable y promisorio.El llamado a mujeres de izquierda se inició como un proceso difí­cil y lleno de obstáculos, no sólo por fuerzas polí­ticas que no entienden que urge organizar a la sociedad realmente, más allá de los dolores y las lágrimas, de la indignación instantánea o sin rumbo, sino que directamente, se sabe, hubo una indiferencia en cadena dentro de los aparatos partidarios y de las voces autorizadas de mujeres que simplemente no acudieron a la convocatoria.Eso no quiere decir que no haya sido un éxito el encuentro de Mujeres de Izquierda ante la Emergencia Nacional, por supuesto que no. Cerca de mil mujeres acudieron, hablaron de la importancia de sumarse unas con otras, se conmovieron con los relatos de aquello que nos preocupa: del secuestro, la falta de opciones para las personas jóvenes y en colectivo ratificaron que en efecto se viola la Constitución, hay desgobierno y un militarismo depredador e inaceptable.La dificultad está en unirse y armar una cadena movilizada, viendo el conjunto, el significado de la situación, todo el contexto y no agendas (como se dice ahora), limitadas a cosas concretas. Esto se llama fragmentación, que por lo demás es auspiciada cotidianamente por el sistema. Más vale dispersas y desunidas, que juntas y fuertes, parece que lo escucho, aunque en realidad no esté así­ planeado.Se ha dado, con todo, un primer paso. Al menos las participantes de 28 entidades del paí­s, cientos de ellas luchadoras o lí­deres, dirigentes en sus comunidades, organizaciones, asociaciones o partidos polí­ticos, como no sucede nunca, se sentaron a examinar la situación del paí­s.Hicieron el diagnóstico que conocemos, pero pudo nombrarse por cada una de ellas. El nacimiento de esta fuerza, podrí­a tener mucho sentido, si a la indignación que provoca encarnar las desgracias, escuchar a las ví­ctimas y dirimir y debatir, lograra taladrar el alma y la cabeza para hacerse cargo, tener conciencia de que trabajar por el cambio, contra el militarismo, disponerse a documentar los hechos y crear, al lado de acciones precisas, una gran comisión de la verdad, que pudiera servir de sustento a una demanda que por aclamación surgió ahí­, pero eliminada de la declaración polí­tica.La demanda de hacer un juicio polí­tico a Felipe Calderón, responsable de dirigir una polí­tica, no digamos errática sino francamente criminal. Llamar a unirse, parece todaví­a muy elemental. Fue difí­cil conseguir un plan de acción. Pero como me dirí­a una amiga polí­tica, «eso lleva tiempo».Lo interesante es la definición. Mujeres de Izquierda que finalmente, 40 aí±os después, parece que poco a poco eliminan en esa concepción, el prejuicio contra el feminismo, aunque en el encuentro no hubo una clara postura de cómo el feminismo es una propuesta de transformación polí­tica profunda, que reivindica la liberación de las mujeres y la decidida acción contra la discriminación real y precisa de las mujeres en el mundo.A cambio, generalidades que esconden ese temor femenino creado en la conciencia de las mujeres, de que son, viven y actúan para las y los otros, sin mirarse a ellas mismas.Por eso la demanda de la aparición inmediata y con vida de todos y todas las personas desaparecidas; justicia para las ví­ctimas y personas ofendidas por asesinatos como secuestros y masacres, a causa de la guerra sin sentido de Calderón; justicia para las mujeres ví­ctimas de violencia feminicida, reabriendo los casos, un recurso todaví­a en el terreno legaloide, dejando a salvo lo profundo, el crimen y sus orí­genes.Luego, como en el 68, libertad inmediata a todas las personas presas por motivos polí­ticos, con el aí±adido de las ví­ctimas apresadas por abortar. Esto que es sustantivo y caracteriza al sistema patriarcal se dijo tí­midamenta.Cuántas veces y cuántas personas y movimientos piden esto: seguridad para las y los defensores de derechos humanos y periodistas libertarios, sin imprimir esa diferencia que hace a las mujeres vivir al sistema represor de otra manera, el uso de la violación sexual para controlar y torturar por ser mujeres, para dar el mensaje de mejor no se muevan.De cara a la urgencia de transformar y/o enfrentar al sistema, se pide tí­midamente, como desde la tribuna o el pódium de un parlamento la democratización del poder judicial y rendición de cuentas, lo que ya pide hace 20 aí±os el sistema de gobiernos que se llama ONU y es sospechosa la insistencia de Calderón para desprestigiar y acabar con el poder judicial, tras desmantelar al legislativo.Quizá no es el momento. Para mi es cada dí­a más claro que denostar a los poderes de la unión, como forma conocida de democracia liberal, nos podrí­a llevar a la dictadura. Ahora ayudamos a sustentar esta postura. Algo peligroso y temerario.La explicación de la explotación humana, la lucha contra ello no pude circunscribirse a la coyuntura de la Reforma Laboral, puesta en marcha hace 25 aí±os, que crece no sin resistencia, pero que se ha impuesto. En este paí­s ningún patrón, dentro y fuera del gobierno, respeta la jornada laboral de 8 horas, por ejemplo, y el dato de que hasta el 60 por ciento de las trabajadoras no tiene seguridad social, tendrí­a que hacernos pensar en qué plantear.La mejor demanda es la que exige el regreso del ejército a los cuarteles y freno a la paramilitarización, hubiera agregado, porque ello significa el más terrible y grave uso del cuerpo femenino para dirimir los conflictos de los apoderados del sistema. Los cuerpos de las mujeres donde se finca la situación actual, como botí­n de guerra y agravio a la dignidad, no aparecieron.Lo importante es que se seguirá discutiendo, mientras las cosas están igual. Se necesita una movilización millonaria y en cadena, para denunciar al mundo que la violencia contra las mujeres es parte sustantiva y fundamental de la crisis salvaje del capitalismo.Se introdujo algo que no discutieron las mujeres, como la no aprobación del perí­odo extraordinario de sesiones para la discusión de la Ley de Seguridad Nacional y demás reformas estructurales. Tampoco se discutió la agenda de las mujeres, esa que sustentan los órganos internacionales, temática, segmentada, que opera con regularidad para tender cortinas de humo sobre lo principal.No obstante, es un esfuerzo que veremos si consigue encadenarse a la indignación y el dolor que hoy viven, sienten y tratan de entender millones de mexicanas violadas, mutiladas, despedidas, encarceladas, silenciadas y discriminadas por el sistema, ese global, que tiene nombre y que habrí­a que debatir para responder como fuerza polí­tica organizada, sin concesiones ni atajos. No hubo juicio a los partidos polí­ticos ni a quienes los dirigen y que han renunciado a sus responsabilidades.El esfuerzo hay que saludarlo. Pero ojalá que no quede sólo en eso y en la clarí­sima capacidad de convocatoria que consiguió este primer intento. Mujeres y polí­tica. Sencillo y fácil Soledad JARQUíN EDGARCombatir la violencia contra las mujeres no es un asunto que se resuelva con buena voluntad, discursos floridos y encendidos en fechas conmemorativas, y loables intenciones, requiere mucho más que eso. En Oaxaca faltan mecanismos legales que eviten la impunidad, tanto de los agresores como de las instituciones, cuyos casos abundan. Se necesitan —se ha dicho- sensibilizar a los servidores públicos en los ámbitos de los poderes ejecutivo y judicial, también.Por otro lado, es indispensable generar una nueva conciencia social encaminada a la apropiación, por parte de las mujeres, de sus derechos humanos y vivir libres de violencia, como una primera garantí­a que el Estado-gobierno y que por tanto está más que obligado a cumplir.¿Sabe usted que para enfrentar el problema de la violencia, en Oaxaca se recibirán apenas el cuatro por ciento del dinero que se le destinará a algunas de las ”organizaciones sociales» dirigidas por supuestos ”lí­deres», que en realidad son vividores amamantados por la ubre de un sistema polí­tico que a pesar del cambio subsisten?¿Qué significa cambiar este sistema? Sencillo y fácil: se requiere que los varones cambien sus actitudes, conductas y todo comportamiento que parte del pensamiento inhumano que aún permea todos los ámbitos sociales: el sistema patriarcal, que como seí±alan las expertas está inscrito aunque no escrito en la estructura social. No existe ninguna supremací­a masculina sobre la femenina, hombre y mujeres son diferentes en lo biológico no así­ en sus derechos.Resulta inadmisible para toda comunidad que la violencia siga impactando en la vida de las mujeres, los datos no mienten. En los últimos siete meses han sido asesinadas 47 mujeres en Oaxaca, varios cientos han sido ví­ctimas de la violencia por parte de sus parejas y la violencia sexual es una constante en las historias de vida de cientos de nií±as y mujeres, lo que resulta aberrante.Aunado a ello, las mujeres siguen reportando los más bajos í­ndices de educativos, las cifras seí±alan que 23 de cada cien mujeres en Oaxaca aún no saben leer ni escribir, es decir, son analfabetas; en polí­tica la desproporción de mujeres-hombres es abismal, menos del dos por ciento de ellas ocupa un cargo de gobierno, en tanto que el resto son varones. Sólo el 37 de cada cien personas que ocupan un cargo en la función pública son mujeres. Sólo 44 municipios, de 570 que hay en Oaxaca, tienen instancias municipales de la mujer y no existe ninguna instancia pública estatal que salvaguarde a las mujeres que sufren violencia y todo lo que esto implica.Estos datos nos muestran que existe un problema de desigualdad entre las mujeres y los hombres, que como vimos arriba termina con su existencia, es decir se configura lo que Marcela Lagarde llama feminicidio, porque se trata de vidas humanas que se terminan de forma violenta y que pudieron ser prevenidas, ahí­ la responsabilidad del Estado, por eso la antropóloga y feminista insiste que ante esa desatención, el feminicidio se convierte en un crimen de Estado. El problema que decí­a antes no se resuelve sólo con buena voluntad, se requiere más, mucho más, insisto porque tal parece que no se entiende. El presupuesto que se destina para atender la problemática de género es minúsculo, no así­ el dinero que se emplea en la asistencia social, lo cual, otra vez, reduce la existencia de las mujeres a un ámbito de vulnerabilidad, el de las ”pobrecitas mujeres».Lo indignante es cómo por aí±os y aí±os a las mujeres se les regatean los recursos que permitan buscar soluciones de conciencia, de educación y que impulsen una nueva cultura social encaminada a terminar con la violencia que los varones ejercen contra las mujeres, por el hecho de ser mujeres.Así­, en tanto el Instituto de la Mujer Oaxaqueí±a enfrenta el problema de tener menos personal y menos presupuesto en comparación con la administración anterior, lo que significa un retroceso, las organizaciones polí­ticas recibirán este aí±o más de 300 millones de pesos. Estoy hablando de organismos como el MULT, UGOCP, FALP, COCEí, ACO, FODO Y FOSDI, todas ellas dirigidas por hombres, incluso algunos de ellos son hoy diputados locales o funcionarios públicos.La información que se dio a conocer esta semana (El IMPARCIAL/12 Julio 2011/Humberto Torres) enciende otra vez las alarmas porque se trata de organismos que exigen dinero al gobierno para la aplicación de programas, se responde a intereses de grupos, pero que generalmente esa gente que sirve de presión, nunca o casi nunca, recibe los beneficios. Peor aún, en tiempos del cambio, la transparencia y la democracia, nadie fiscaliza la aplicación de ese dinero público.Eso sí­, es común observar que en plantones y marchas, sean las mujeres quienes encabecen las movilizaciones, aunque de ellas, de sus problemas, sus demandas, no tengan ni la menor idea, los dirigentes como Gabriel Hernández, Uriel Dí­az Caballero, Rosalindo Castro, Germán Mendoza Nube (ex dirigente magisterial), Alberto Reyna Figueroa (ex diputado local), Leopoldo de Gives (ex diputado), Pavel López (diputado del PRD), Oscar Cruz (Subsecretario General de Gobierno y Desarrollo Polí­tico), Lenin López (Subsecretario de Agronomí­a), Jesús Romero (Ex Diputado) Javier Villacaí±a (Diputado del PRI) entre otros.Es indignante, sin duda alguna, que frente al grave problema de la violencia contra las mujeres lo que menos existe es un verdadero presupuesto a pesar, reitero, de los encendidos y alentadores arengas que se escuchan por acá y por allá, en la voz de toda la clase polí­tica, dinero y voluntad polí­tica parecen incompatibles cuando se trata de las mujeres.Tan sólo este aí±o, se ha hecho público, estas organizaciones polí­tico-sociales recibirán 325 millones de pesos, pero si se trata de las mujeres, si se trata de impulsar polí­ticas para sensibilizar a la población en general sobre los alcances de construir una sociedad diferente, con igualdad real y no discursiva entre mujeres y hombres, no hay recursos y lo digo a ciencia cierta. El IMO tiene sólo 13 millones de pesos (de programas federales) para realizar esta tarea, es decir, el 4 por ciento del total de recursos que se darán a esas organizaciones y que lo sabemos no llegan a la gente.Ya lo seí±alan los organismos internacionales, la violencia contra las mujeres no sólo impacta en el Producto Interno Bruto de las naciones, también detiene el desarrollo, genera pobreza, pero sobre todo, y lo más importante imposibilita a las mujeres a disponer de su ciudadaní­a y en los casos más extremos y los que tendrí­amos que lamentar como humanidad, es que esa violencia machista termina con sus vidas.Es sólo cuestión de trocar el panorama. Imaginemos los resultados que se obtendrí­an si se pudieran destinar, de manera sistemática, campaí±as de concientización y educación, sobre una nueva cultura que posicione a las mujeres como verdaderas humanas, como verdaderas ciudadanas. Todos los dí­as, por todos los medios, las mujeres (parafraseando una campaí±a que alguna vez realizamos en la Red Nacional de Periodistas de México, Centroamérica y el Caribe) y su derecho a vivir sin violencia, a la atención médica, a la educación, a la participación polí­tica y al trabajo digno, sin explotación ni las esclavitud que implica el neoliberalismo o la trata.Eso cuesta, es más que voluntad polí­tica, es más que discursos y en tanto eso no cambie, en tanto se siga pensando que el machismo es una estructura inamovible, seguiremos contando las historias negras que durante los últimos tiempos hemos relatado. Es más que un catálogo de buenas intenciones en un Plan Estatal de Desarrollo, es más mucho más. Es más que repartir el dinero público entre las organizaciones para ”desinflar la presión» -que curiosamente resultan un barril sin fondo-; no debemos al menos las mujeres quitar el dedo del renglón para que pronto se vea a las mujeres desde esa otra visión que hoy no pueden visualizar los gobiernos.Frente a la emergencia del feminicidio, no olvidemos que en los últimos 12 aí±os en Oaxaca han sido asesinadas casi 700 mujeres, se requiere más que buenos y encendidos discursos, más que buena voluntad eso de ”queremos pero no podemos», es indispensable erradicar las polí­ticas de asistencia social que son solo migajas que no resuelven el problema de la desigualdad, incluso, es ir más allá de lo que la burocracia llama ”presupuestos sensibles al género», estamos frente a una emergencia social, y si les importa tendrán que asumir una conducta diferente, dejar de pulverizar el dinero en programitas y entre los barriles sin fondo, concentrarlo en una estrategia destinada a la ciudadaní­a de las mujeres, es decir, la apropiación y el ejercicio pleno de sus derechos. Así­ de simple y de sencillo. Caracolasfem.blogspot.comCanalgentelibre.com

Las mujeres empezamos a vivir la libertad hasta que vencemos nuestros miedos

Graciela Machuca | www.mayasinfronteras.com

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Graciela Machuca

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