Jorge Ramos ívalos

4 Nov. 12

No podemos vivir sin información ni noticias. Pero en el futuro -que parecerí­a que se nos ha adelantado- ya no recibiremos las noticias empaquetadas en periódicos, revistas y noticieros, sino en una corriente continua de información a las pantallas de nuestras computadoras y teléfonos celulares.

No habrá horarios ni una sola manera de informarnos, sino muchas y en todo momento. Viviremos, literalmente, inundados de información. Será como vivir en una burbuja repleta de datos, números, documentos, videos y textos. Nuestra tarea será filtrar lo que no nos sirve y sólo usar lo que necesitamos.

Lo viejo se está muriendo muy rápido, pero lo nuevo no acaba de definirse. Cada vez hay menos periódicos y no todos sobrevivirán en su intento de reinventarse en la jungla digital. Por cada siete dólares que se han perdido en anuncios en la prensa escrita sólo se ha ganado uno en las páginas digitales, según un reciente reporte del Pew Research Center. Sólo los mejores -es decir, sólo los que entiendan este nuevo mundo web y a sus ciberlectores- sobrevivirán.

Tras 80 aí±os como lí­der mundial, el semanario Newsweek dejará de imprimirse en papel y sólo mantendrá su versión digital. ¿Por qué? Sólo imprimir, administrar y distribuir la revista les costaba millones de dólares por edición. Eso era insostenible, confesó a la prensa su directora, Tina Brown. Newsweek tratará de hacer lo imposible; pasar de dinosaurio periodí­stico, la venta en puestos de revistas, a ser un simple click de computadora buscado idealmente por millones.

El negocio de las noticias hoy en dí­a está sobrepoblado por dinosaurios que se resisten a morir. Vivimos en un Jurassic Park periodí­stico. Y hay de todo: desde muertes prematuras e historias de canbalismo hasta sorprendentes transformaciones dignas de un reality show y nacimientos de nií±os (y productos) prodigio.

Lo que estoy viendo me recuerda la pelí­cula El artista, ganadora del Oscar. El protagonista obsecadamente se resiste a entender el súbito fin del cine mudo y, en lugar de adaptarse a las pelí­culas con sonido, pierde su fama, su dinero y su sanidad mental. Lo mismo ocurre con los medios de comunicación tradicionales: sueí±an con un pasado en que controlaban los ingresos de sus anunciantes mientras surgen nuevos y más ágiles competidores en la internet y en las redes sociales que les están robando sus audiencias, sus ingresos y su prestigio.

Hace poco conversaba con Mario Kreutzberger, quien acaba de cumplir 50 aí±os en la televisión con su personaje de Don Francisco y su programa Sábado Gigante. Nadie, nunca, en ningún idioma, ha durado tanto en la televisión como él. í‰l, visionario, se adaptó desde que la radio dio paso a la televisión en blanco y negro hasta esta época de satélites y plataformas múltiples. ¿Su secreto para sobrevivir medio siglo? Abrazó los cambios tecnológicos, en lugar de rechazarlos, y entendió que su éxito consistí­a en proveer un contenido único. Nadie más en el mundo es Don Francisco, les guste o no. Tiene casi 72 aí±os, me asegura que aún no se quiere retirar y sospecho que nos va a enterrar a todos.

Su fórmula -contenido único en plataformas diferentes (televisión, digital, cable, satélite…) y en varios paí­ses- no es muy distinta a la conclusión de un estudio de la Fundación Nieman de Periodismo de la Universidad de Harvard. Para sobrevivir, los periodistas y sus organizaciones tienen que mudarse rápidamente a las nuevas tecnologí­as, pero sin perder su marca, su identidad y, sobre todo, su misión de informar y analizar. (Aquí­ está el estudio: Mastering The Art Of Disruptive Innovation In Journalism. http://hvrd.me/QSVc9H).

El estudio sugiere que, como periodistas, ya no basta dar el qué, cómo, cuándo, dónde y por qué de la noticia. Eso lo encontramos en un tweet. Es imposible estar en todos lados todo el tiempo. Pero Twitter y Facebook sí­ tienen -como santos modernos- el don de la ubicuidad. Contra eso -y millones de celulares- ningún reportero puede competir.

Pero lo que nos hace únicos, dice el estudio de Harvard, es nuestra capacidad como periodistas de dar «contexto y verificación» a las noticias. Un ejemplo. Como es costumbre, en los últimos dí­as han matado a Fidel Castro varias veces en Miami. Fidel, desde luego, resucitó con pruebas -varias fotografí­as- todas y cada una de sus anunciadas muertes. Sólo los medios que no saltaron a reportar chismes y rumores -y que dan interpretación, experiencia, perspectiva y contexto- son los que serán vistos y leí­dos con credibilidad cuando el ex dictador de 86 aí±os de verdad se muera y Cuba se reincorpore al siglo XXI.

Los periodistas sólo vivimos de que nos crean. Nada más. Pero ahora tenemos que darle algo más -único, especial, incomparable, personalizado- al consumidor de noticias para que se quede con nosotros en un universo plagado de pantallas y competencia. Ahora tenemos que dar noticias con un punto de vista. Es un cambio parecido al de los cantantes que, ante la caí­da del mercado de la venta de CD’s, ahora se concentran en dar conciertos para ganarse la vida. Se trata de que el lector, televidente, cibernauta o twitero tenga una experiencia personalizada de la noticia.

Quienes lo logren, dominarán las noticias del futuro y el futuro de las noticias. Los que no, harán aún más grande el cementerio de dinosaurios periodí­sticos donde, por el momento, hay lista de espera.

Graciela Machuca

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