El misterioso rapto de Valeria

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elpais.com

En la conurbación que rodea a la Ciudad de México, un área metropolitana caótica de millones de habitantes, el robo de nií±os es una de las grandes psicosis. Los pobladores han linchado en ocasiones a hombres que andaban merodeando un colegio. Ese miedo se materializó este mes cuando una nií±a de cuatro aí±os desapareció enTexcoco, una ciudad colonial, y sorprendentemente apareció 12 dí­as después vagando en otro paí­s, en una zona montaí±osa de El Salvador, a más de 1.400 kilómetros de distancia. ¿Cómo llegó hasta allí­? ¿Quién la raptó? Las incógnitas son muchas pero las respuestas más bien pocas.

El domingo, después de un dí­a entero de papeleo y mediación entre los dos paí­ses, la nií±a volvió a casa como si nada hubiera pasado. Se le veí­a contenta y sonriente. ”Estamos muy bien. Está en buenas condiciones fí­sicas y lo que más queremos es seguir nuestra vida normal», dijo la madre, Ana Cecilia de Jesús. Su dí­a a dí­a es trabajar en un puesto de fayuca, la mercancí­a importada de Estados Unidos, que forma parte de una plaza comercial en la que recolocaron a los comerciantes ambulantes del centro del pueblo.

Ahí­ es donde comenzó toda esta historia. La nií±a Valeria de Jesús desapareció en ese lugar un lunes por la maí±ana, a primeros de mes. En ese momento jugaba con un familiar, una nií±a un aí±o mayor, cuando un hombre se les acercó y les dijo que iba a comprarles un conejo. La prima receló y rechazó la invitación, pero Valeria acompaí±ó al hombre hasta la salida. A partir de ahí­ se esfumó. El único testigo es la prima. Nadie más vio cómo se la llevaban a pesar de que es una zona de mucho tránsito.

La madre, al darse cuenta, echó a correr calle abajo, en el sentido de la circulación pero no la pudo encontrar. Fabiola Ayala, una comerciante vecina, cree que si la mamá hubiese avisado podrí­an haber cortado la avenida y cerrar las salidas de la ciudad. ”Ya era tarde cuando nos movilizamos. Nos pusimos a buscarla como locas pero no dimos con ella», recrea Ayala. El trazado de calles de Texcoco, un pueblo de 250.000 habitantes, poco poblado para la media de las grandes urbes del centro del paí­s, no es el idóneo para emprender una huida. El tráfico es insufrible. Ayala cree que la intervención divina fue providencial en la resolución del caso: ”Rezamos por ella a diario».

En el tiempo en el que no se supo nada de la nií±a, la familia y los vecinos empapelaron las calles con su fotografí­a. ”La robaron», se leí­a en muchos carteles, que durante este fin de semana estaban siendo reescritos con rotulador. ”Gracias a Dios ya la encontramos», pone ahora. La madre visitó desesperada un programa de televisión muy popular, Laura en América, donde contó su caso, un detalle que después resultó ser fundamental.

La ciudadaní­a de Texcoco se movilizó. Habí­a concentraciones y misas diarias para que el tema no cayese en el olvido, como ocurre habitualmente con el pozo sin fondo que es la justicia mexicana. Una cadena de televisión mexicana llegó a dar a la nií±a por muerta dando credibilidad a un rumor, pero tuvo que rectificar. Osvaldo, un vecino que ha seguido el caso, cree que la determinación de esta madre coraje ha resultado fundamental: «Ella se atrevió a denunciar y a contar lo que pasó. Otra gente más ignorante se asusta y no reclama por miedo a las mafias. ¿Cuántos nií±os se habrán perdido por ahí­ sin que nadie los busque de verdad?».

En esas, apareció Valeria. Un hombre la encontró extraviada el viernes pasado en una calle de Sonsonate, un lugar perdido del paí­s Centroamericano. La creyó reconocer por el show y contactó con un pariente que vive en Austin, Texas, en Estados Unidos. Faustino Quezada, que así­ se llama el inmigrante, llamó al Ayuntamiento de Texcoco y proporcionó fotografí­as de la nií±a para dar credibilidad a su testimonio.

La policí­a salvadoreí±a entró en juego. Mediante una webcam pusieron a la nií±a en contacto con su familia. La reconocieron al momento. Hasta que fuese repatriada, un departamento de atención al inmigrante se hizo cargo de ella. ”La policí­a no sabí­a muy bien qué hacer con ella. Hablaron conmigo y nos coordinamos para llevarla a un centro de protección y ahí­ pasó la noche. Se veí­a extraí±amente desenvuelta, no parecí­a afectada por nada», cuenta desde El Salvador Eunise Olán, jefa del departamento que atendió a la menor.

La presidenta municipal de Texcoco, Delfina Gómez, no reveló nada importante para entender el caso pero dijo que en este aí±o han desaparecido 15 menores en la localidad, de los que 13 han regresado. Gómez pidió a los vecinos a actuar con responsabilidad y no crear ”una psicosis» que confunda a la sociedad. Cree que es un buen ejemplo cómo se movilizó su pueblo: ”Si siempre se hiciera así­ el paí­s funcionarí­a de una mejor manera».

La versión que manejan las autoridades es que Valeria fue ví­ctima deunos traficantes de personas. Un periódico de El Salvador dice que la policí­a habí­a detenido al hombre que secuestró a la nií±a pero esa información no habí­a sido aun confirmada. Los interrogantes del caso son muchos, lo único seguro es que el miedo colectivo a la desaparición de nií±os, un tema habitual que preocupa a las personas que viven en las zonas más desfavorecidas y que en ocasiones se toma como un mito, se hizo realidad. Encontrarla ha sido casi un acto de fe.

Graciela Machuca

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