Como se siente una mujer

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Claudia Regina

elblogdematina.blogspot.com

Este artí­culo es una traducción del portugués del texto ‘Como se sinte uma mulher’ escrito por la brasilera Claudia Regina para la revista virtual para hombres ‘Papo de Homens‘, publicado el 22 de Mayo de 2013. El texto fue leí­do por más de 600.000 mil personas en menos de 2 dí­as y tuvo más de 3200 comentarios que tuvieron que ser reprimidos por la página ya que estaban sobrecargando el servidor.

”Do you know what it feels like for a girl?

Do you know what it feels like in this world?»

Madonna

Pasó ayer. Salgo de aeropuerto. En una caminada de diez metros, solo veo hombres. Taxistas afuera de los carros conversando. Funcionarios con camisetas ”¿Puedo ayudar?». Un hombre con corbata, su maletica y el celular en la mano. Hombres diversos, regados en esos 10 metros de camino. Al andar esos diez metros, me siento como una gacela paseando entre leones. Soy mirada por todos. Medida. Analizada. Mi cuerpo, mis nalgas, mis senos, mi cabello, mis zapatos, mi barriga. Todos están mirando.

Autorretratos de Claudia Regina, la autora del texto.

Pasó cuando yo tení­a 13 aí±os. Practicaba un deporte todos los dí­as. Salí­a del centro de entrenamiento y caminaba alrededor de 2 cuadras hasta la parada del bus a las seis de la tarde. Caminaba por el corredor casi vací­o al lado de una gran ví­a. De esas caminadas me acuerdo dos momentos memorables de esta violencia urbana. Carros que pasaban más lento a mi lado, y adentro se oí­a una voz masculina: ”¡Estás buena!». Hombres solos que cruzaban el corredor, miraban para atrás y decí­an: ”Que delicia». Yo tení­a 13 aí±os. Usaba pantalones largos, tenis y camiseta.

Ahora multiplique eso por todos los dí­as de mi vida.

Sé que para los hombres es difí­cil entender como eso puede ser violencia. Nosotras mismas, mujeres, nos acostumbramos y dejamos eso así­. Nosotras nos acostumbramos para poder vivir el dí­a a dí­a.

Estos dí­as, estaba sentada en la playa viendo el mar, y de él salió una joven. Pasó por el lado de un tipo que le dijo algo. Ella se alejó y caminó en dirección a mí­. Le dije ”Buenas noches», ella dijo que el agua estaba deliciosa y hablamos un poco. Le pregunté si el tipo le habí­a dicho alguna estupidez. Ella me dijo: ”Sí­, pero estamos tan acostumbradas ¿Cierto? Ignoramos esas cosas automáticamente»

El privilegio es invisible. Para el hombre sólo es posible ver el privilegio si hay empatí­a. Intente imaginar un mundo donde, por cinco mil aí±os, todos los hombres fueran subyugados, violentados, asesinados, limitados, controlados. Intente imaginar un mundo donde por cinco mil aí±os, sólo mujeres fueran cientí­ficas, fí­sicas, jefes de policí­a, matemáticas, astronautas, médicas, abogadas, actrices, generales. Intente imaginar un mundo donde por cinco mil aí±os ningún representante de su género haya sido destacado, en la televisión, en el teatro, en el cinema, en el arte. En la escuela, usted aprende historia hecha por mujeres, la ciencia hecha por mujeres, el mundo hecho por las mujeres.

En su texto ”Una habitación propia», Virginia Woolf describe por qué serí­a imposible para una hipotética hermana de Shakespeare escribir de forma genial como él. Woolf dice:

”Cuando leemos sobre una bruja siendo quemada, una mujer poseí­da por demonios, una mujer sabia vendiendo hierbas, creo que estamos mirando para una escritora perdida, una poeta anulada.»

Desde el inicio del patriarcado, hace 5 mil aí±os, las mujeres no tuvieron libertad suficiente para ser cientí­ficas o artistas. Woolf explica:

”Libertad intelectual depende de cosas materiales. Y las mujeres fueron siempre pobres, no por 200 aí±os solamente, mas desde el inicio de los tiempos».

Ese argumento no sirve solamente para mujeres: negros, pobres y otras minorí­as no podrí­an ser geniales poetas pues, para eso, es necesario libertad material.

(Para un análisis más completo recomiendo : ”Um teto todo seu» deVirgí­nia Woolf: A produçí£o intelectual e as condiçíµes materiais das mulheres.)

Aunque el mundo esté en proceso de cambio, todaví­a existen menos oportunidades y reconocimiento para que las mujeres y las minorí­as ejerzan cualquier ocupación intelectual. Lectores de una página en Facebook sobre ciencia todaví­a suponen que su autor es hombre y comentaristas de televisión no consideran las manifestaciones culturales que vienen de la favela como cultura de verdad.

Es cierto: Hoy la vida es mucho mejor, principalmente para la mujer occidental como yo. Pero, aunque soy una mujer libre y exitosa, viviendo en una metrópolis cultural, todaví­a siento en la piel las consecuencias de estos cinco mil aí±os de opresión. Y si usted quiere ver esa opresión, no necesita ir a los libros de historia. Sólo tiene que prender la televisión.

Rio de Janeiro, 2013. Una pareja es secuestrada en una van. Las secuestradoras se colocaron un strap-on sucio, oliendo a mierda y moho, y violaron al muchacho. Todas ellas, una a una, metí­an aquella picha enorme en el culo del joven, sin condón, ni lubricante. La novia, pobrecita, intentó hacer algo, pero la cogieron y le dieron golpes.

Al ver la noticia, ¿Usted se coloca en el lugar de la ví­ctima (que sufrió de las peores violencias fí­sicas y psicológicas existentes) o en el lugar del que vio? Naturalmente cambie los géneros, la violencia real pasó con una mujer.

¿Cuántas violencias sufro sólo por ser mujer?

En la infancia no me dejaron ser scout por que eso no era cosa de nií±as. Fui violada a los ocho aí±os (Yo y por lo menos dos tercios de las mujeres que conozco y que usted conoce sufrieron una violación y probablemente no le contaron a nadie). Sufrí­ la adolescencia entera por no comportarme de manera femenina. Por no tener senos. Por no tener cabellos largos y lisos. Desde siempre tuve mi sexualidad reprimida por mi familia, por la sociedad y por los medios. Cualquier cosa que hiciera mal serí­a motivo para ser llamada de ociosa.

En uno de los primero empleos escuché que las mujeres no trabajan tan bien porque son muy emocionales y sufren de sí­ndrome premenstrual (SPM). En otro empleo mi jefe me dijo que mi cabello estaba feo y me pagó un salón de belleza para ir hacerme el blower y estar más presentada para los clientes. Decidí­ que no quiero ser esclava de la depilación y soy mirada diariamente con asco cuando me pongo shorts o blusitas sin mangas. He usado muchos maquillajes sólo porque la televisión y la publicidad muestran mujeres maquilladas, y por lo tanto es muy común sentirnos feas de cara limpia. Usted, hombre ¿Sabe lo que es el maquillaje? Hay un producto para dejar la piel homogénea, uno para esconder ojeras, otro para esconder manchas, otro para dejar los cachetes colorados, otro para destacar las cejas, otro para destacar las pestaí±as, otro para colorear los párpados, otro para colorear los labios. ¿Cuántas veces pasó usted tantos productos en la cara sólo porque su jefe o su primer encuentro’ lo van a ver feo con la cara limpia?

Cuando estoy en el metro procuro un lugar seguro para evitar que alguien me roce. ¿Usted hace eso? Cuando voy a reuniones de familia, me preguntan porque estoy tan flaca, y lo que hice con el cabello y si tengo novio. A mi primo, le preguntan qué está estudiando y en qué está trabajando. En la televisión el 90% de las propagandas me denigran. Casi ninguna pelí­cula me representa o pasa el Test de Bechdel. Todas las mujeres son mostradas con ropa sexy, igual que las heroí­nas que se supone que deberí­an estar usando ropa cómoda para las batallas. Las revistas me enseí±an que el objetivo en la cama es agradar al hombre.

Mientras usted, hombre, comparaba su pene con el de sus amiguitos, a mí­, mujer, me enseí±aban que masturbarse era muy feo y que si usaba faldas cortas no me estaba dando a respetar. ¿Cuánto tiempo me demoré para librarme de la represión sexual y convertirme en una mujer que le gusta tirar? ¿Cuánto tiempo me demoré para para soltarme en la cama y conseguir venirme, mientras varias de mis compaí±eras continúan preocupándose por si su pareja está viendo la celulitis o el gordito de la cintura y por eso no consiguen llegar al orgasmo? ¿Cuánto tiempo demoré para conseguir mirar una verga y tirar con la luz prendida? ¿Cuántas veces escuché mientras manejaba un ”tení­a que ser mujer»? Todo eso para que al final del dí­a, cuando voy acompaí±ada a un restaurante a cenar, no reciba la cuenta después de que la pido, pues desde hace 5 mil aí±os soy considerada incapaz. Y todo eso ¡Coí±o!, para escuchar que estoy exagerando, que ya no existe el machismo.

Eso es un resumen de lo que sufro o corro el riesgo de sufrir todo el dí­a. Yo, mujer blanca, hétero, clase media. La negra sufre más que yo. La pobre sufre más que yo. La oriental sufre más que yo. Pero todas nosotras sufrimos del mismo mal: Ningún paí­s del mundo trata a sus mujeres tan bien como a sus hombres. Ninguno. Ni Suecia, ni Holanda, ¡ni Islandia! En todo el mundo civilizado sufrimos de violencia, tenemos menos acceso a la educación, al trabajo o a la polí­tica.

En todo el mundo somos todaví­a hermanas de Shakespeare.

***

¿Y usted, lector hombre, cuando es abordado por un tipo de forma hostil en la calle, piensa ”por favor, no se lleve mi celular» o ”por favor no me viole»?

Muchas gracias a todos y todas por tomarse el tiempo para escribir sus comentarios. Los he leí­do casi todos ¡Son muchos!. He decidido cerrarlos porque mi correo está saturado. Es un poco triste que nuestras circunstancias como mujeres sean estas, pero me alegra que existan personas como Cláudia Regina que nos dejan ver la realidad con otros otros. ¡Es hora de actuar! Un abrazo enorme para todas y todos desde Belo Horizonte (Brasil).

Graciela Machuca

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