Sobre la equidad de género

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Carla A.Humphrey

Lasillarota.com

A propósito de la invitación que recibí­ esta semana para la presentación de la colección «Equidad de género y democracia» del Instituto Electoral del Distrito Federal, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que ya no fue posible presentar antes de concluir nuestra gestión hace unos meses, y de algunos temas que han surgido esta semana, es que me parece necesario volver a insistir en el contenido de esta colección.

La equidad de género es un tema que se ha vuelto mediáticamente conveniente apoyar, aunque no se esté de acuerdo con él. Es polí­ticamente correcto sumarse a esta casusa. Todos los dí­as escuchamos discursos que hablan de acciones afirmativas, de combatir las desigualdades históricas entre mujeres y hombres, de proponer reformas a leyes, polí­ticas públicas y diversas medidas para hacerle frente.

Los pasos que se han dado en este tema no resultan alentadores. Los ejemplos en materia polí­tica y electoral que pueden darse para demostrar esta afirmación son muchos. Sólo en esta semana puedo mencionar dos. El 10 de junio se cumplieron cincuenta aí±os de que se firmara el acta de igualdad de pagos (Equal Pay Act), en los Estados Unidos de América por el presidente Kennedy. El presidente Barack Obama tuiteaba ese dí­a, que el camino hacia la equidad no estará completo hasta que nuestras madres, esposas e hijas perciban un salario equitativo a sus esfuerzos. A cincuenta aí±os de distancia en ese paí­s y en el mundo, en términos generales, las mujeres perciben menos sueldo que los hombres por el trabajo que realizan. Las implicaciones de un menor salario son muchas y en diversas áreas: salud, educación, crecimiento profesional y familiar, entre otras.

El viernes pasado, se publicó la convocatoria para ocupar una vacante de magistrado electoral en el Tribunal Electoral del Distrito Federal. Sorprendentemente, la convocatoria fue restringida sólo para hombres, sin tomar en cuenta que la integración actual de ese órgano es contraria a lo que establece la ley. Ese órgano electoral integrado por cinco magistrados, de los en la actualidad sólo uno es mujer, violenta lo establecido por la ley que seí±ala que «en ningún caso el nombramiento de los magistrados electorales podrá exceder de tres respecto de un mismo género». El argumento que se utiliza para ignorar esta violación es que debe sustituirse la vacante con una persona del mismo género.

Me parece que una interpretación sistemática y funcional del Código electoral, de los criterios y tesis relevantes de los órganos jurisdiccionales en esta materia, echan por tierra la fundamentación y motivación de esta convocatoria. La equidad, es un principio rector de la materia electoral en el Distrito Federal y la equidad de género, una de sus vertientes. No se garantiza ningún derecho para el género masculino restringiendo la convocatoria «sólo para hombres» pero sí­ se van afectados los derechos de las mujeres para ocupar ese cargo atentando contra la equidad de género. ¿Desde cuándo en este paí­s los hombres necesitan protección para el ejercicio de sus derechos? Las cuotas de género no son concesiones graciosas del legislador, son medidas temporales que tienen por objeto subsanar las desigualdades entre ambos géneros y deben cumplirse a cabalidad, e interpretarse para potenciar sus efectos, no para restringirlos excusados en la aplicación literal de un artí­culo de una norma cuyo efecto violenta lo expresamente dispuesto por otra.

Estos dos ejemplos bastan para poner en evidencia que las reformas que se han realizado, han resultado insuficientes. Si se realiza un análisis a la cuota de género en relación con las candidaturas a cargos de elección popular, resulta evidente que todos los partidos polí­ticos oponen resistencia cuando se trata de cumplir con esta norma. Los argumentos son muchos cuando se intenta no cumplir con éstas y las sanciones pocas. Las sentencias de los órganos jurisdiccionales tampoco han sido consistentes. En la misma elección, en casos similares, se resuelve una a favor del género y otra en contra por razones diversas, particularmente las asociadas a los tiempos en las campaí±as. La consecuencia, entonces, es que los partidos polí­ticos que de manera inicial cumplieron con la cuota de género al momento del registro de candidatos, a la postre, en virtud del acatamiento a una sentencia, incumplen con la cuota con los candidatos que finalmente contienden en la elección. La preocupación es mayor cuando se analiza la integración de diversos órganos de los tres poderes del estado, que las mujeres no llegan al ejercicio de los cargos en los estos espacios. Es ahí­ donde queda evidenciado que si bien las cuotas de género constituyen en primer escalón para intentar acortar esta brecha, deben tomarse otras medidas para lograrlo.

Los dos argumentos a los que más recurren los partidos polí­ticos para incumplir con la cuota de género son: a) es difí­cil encontrar mujeres preparadas o con interés en la polí­tica y b) fue una decisión democrática del partido, en elecciones abiertas o mediante designaciones directas. Los dos, a mi juicio, argumentos superficiales. En el primero de los casos, legalmente se prevé desde hace varios aí±os que los partidos están obligados a destinar un porcentaje de sus recursos públicos para la generación y fortalecimiento de liderazgos femeninos, es decir, hasta recursos se les otorga para ello. De igual forma que los partidos se preparan para cumplir con otras obligaciones en materia electoral, deben hacerse cargo de esta: capacitar y fomentar la participación de las mujeres en todos los ámbitos incluido el partidista. Deben tomarse con toda seriedad esta obligación y poner los medios necesarios para ello.

El segundo de los argumentos requiere una norma que expresamente lo prohí­ba sin que esté sujeto a interpretaciones. Si bien es cierto que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ya determinó en una de sus sentencias más relevantes, la SUP-JDC-12624/2011, emitida el 30 de noviembre de 2011, por la que se obligó a los partidos polí­ticos a cumplir con las cuotas en las elecciones de 2012, que con o sin procesos abiertos de selección de candidatos, con designaciones directas o con procesos internos, los partidos tienen que tomar las previsiones necesarias para cumplir con la cuota, se requiere una reforma legal que lo establezca de manera expresa.

Son muchas las acciones que pueden tomarse en materia polí­tica y electoral para conseguir la equidad de género. En estos momentos en que se discute una reforma en estas materias, la equidad de género es uno de los que no puede quedarse a un lado y las cuotas no pueden ser la única medida para lograrlo. Es necesario legislar, interpretar, resolver y planificar con perspectiva de género. Fortaleciendo la autonomí­a e independencia de las mujeres.

La equidad de género es un tema transversal que toca todos los espacios y las materias. La reflexión respecto de cómo hacer frente a este tema empieza desde casa, desde la educación que reciben los nií±os con sus familias, desde la forma en la que se trata a las nií±as y nií±os desde sus primeros aí±os, del ejemplo que reciben todos los dí­as. Frecuentemente encontramos que lo que dicen las personas fuera de su casa, es completamente diferente a la forma en la que se conducen dentro de ella. La congruencia es uno de los valores más escasos en la actualidad. Un ciudadano congruente hace y dice lo que piensa y así­ se conduce siempre. La parte más importante para lograr la equidad de género es sin duda un cambio cultural y en la educación que impartimos. Los juicios y exigencias frecuentemente son más severos hacia las mujeres que a los hombres y comienzan desde el seno familiar. El machismo, la violencia y la discriminación empiezan en casa.

Nuestro proceso democrático no puede estar completo si las mujeres y los hombres no tenemos las mismos oportunidades, si se discrimina por cuestiones de género, si se perciben salarios distintos por el mismo trabajo si se trata de un hombre o una mujer, si a más de mitad de la población de nuestro paí­s, casi el 52%, se le restringen sus derechos cotidianamente. Las reformas legales darán resultado a largo plazo, pero requieren de una ciudadaní­a que comparta, apoye y fomente sus consecuencias, se necesita de una sociedad equitativa en todos los ámbitos para tener éxito en esta batalla. Las reformas a nuestras leyes sólo atienden una parte del problema.

Twitter: @C_Humphrey_J

Graciela Machuca

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