El affaire’ Snowden
Ya se van comprendiendo las razones por las que el gobierno de Estados Unidos está tan preocupado por las filtraciones de su espía cibernético Edward Snowden. Lo de menos son las revelaciones originales en el sentido de que millones de estadounidenses estaban siendo espiados, invadidos en su derecho a la privacidad. Muchos norteamericanos comprendieron y hasta estuvieron de acuerdo en que sus comunicaciones estuviesen intervenidas, en aras de la seguridad colectiva. El director Nacional de Inteligencia, James Clapper, afirmó que gracias a la información obtenida por escuchas telefónicas y acceso a mensajes de internet Estados Unidos había sido capaz de impedir más de 20 ataques terroristas. Estas declaraciones llevaron a concluir a muchos que las violaciones a su privacidad estaban justificadas ante el bien mayor de evitar nuevos atentados.
Pero las cosas se han complicado. El mismo jefe del espionaje norteamericano tuvo queadmitir que había mentido al Comité de Inteligencia del Senado cuando afirmó que sus agencias no espiaban masivamente a los ciudadanos estadounidenses. Desde entonces su palabra carece de la credibilidad necesaria: ya nopuede saberse cuándo dice la verdad y cuándo no.
Las más recientes filtraciones de Snowden han puesto a Estados Unidos en serios aprietos. Quedó al descubierto que la NSA espiaba consistentemente a las embajadas en Washington y a las misiones ante las Naciones Unidas en Nueva York de países considerados socios y aliados como Francia, Italia, Grecia, India, Japón, Corea del Sur, Turquía, la Unión Europea y, sí, también a México. Esta es la lista conocida hasta ahora.
La consecuencia inmediata de estas revelaciones es que la Unión Europea está considerando cancelar las negociaciones de un TLC transatlántico que formaría el bloque comercial más grande del mundo. Al enterarse de estas actividades clandestinas, el presidente francés François Hollande hizo un fuerte reclamo al gobierno de Washington: ”No podemos aceptar este tipo de comportamiento entre socios y aliados».
Esta condena no responde únicamente al hecho en sí de que les espíen, sino a la revelación de que estos actos tenían por objetivo conocer las diferencias dentro del bloque europeo respecto a cómonegociar el TLC con Estados Unidos. El argumento norteamericano de que estas actividades tienen por objeto impedir nuevos ataques terroristas queda, por tanto, hueco. El combate al terrorismo puede ser una razón, pero solamenteuna entre muchas.
El Secretario de Estado, John Kerry, salió al paso aseverando que en realidad ”todo mundo espía a los otros». Nada para sorprenderse. Esto es un hecho, especialmente entre las grandes potencias. Pero el problema de Estados Unidos es que lo cacharon, como se dice coloquialmente. Ahora se ve en la necesidad de ofrecer explicaciones, quizá hasta disculpas. Más allá del trago amargo de estar justificándose, el problemade fondo es que su credibilidad ha quedado muy lastimada: ya no se sabe cuándo está diciendo la verdad. Y eso se traduce en desconfianza política, la cual va a ser muy difícil de recobrar, cuando menos durante el resto de esta administración.