Feliciano no es el único nií±oEn 2010, según el estudio, 60 millones de nií±os tenían carencias en seguridad social; 31 millones 800 mil sufrían carencias
Roberto Zamarripa 29 Jul. 13 Feliciano Díaz Díaz, a sus 10 aí±os de edad, es el hombre de la casa. Estudia la primaria por las maí±anas y apoya en labores agrícolas y del hogar por las tardes. Su padre se fue a trabajar a Estados Unidos, por lo que siendo el mayor de una familia de cuatro hermanos se convirtió en sostén de su mamá Andrea de 27 aí±os y de sus hermanos Daniel, Marcela y íngel, de 8, 3 y un aí±o de edad, respectivamente. Feliciano es el nií±o del video, el nií±o de Tabasco como le llaman, aunque nació en Romerillo, San Juan Chamula, Chiapas, y cuando empezaron vacaciones escolares emigró a Villahermosa, con una tía, para trabajar como vendedor ambulante. El dinero que ganaría de vender dulces y cigarros sería para comprar útiles escolares y ayudar a su familia que vive en una casa de adobe de ocho metros cuadrados con techo de lámina, en Romerillo. Se calcula que un chamula como ambulante en Villahermosa puede obtener hasta 100 pesos diarios, si bien le va. Conforme el perfil periodístico elaborado por el reportero í‰dgar Hernández, de donde se extrae la información del infante y su familia (Reforma, 28/07/13), a la madre de Feliciano, Andrea de 27 aí±os, no le alcanza con los 800 pesos bimestrales que recibe del programa Oportunidades. La madre de Feliciano no parece dimensionar el escándalo desatado por el video donde aparece su hijo y replicado en YouTube en casi un millar de versiones y centenas de miles de reproducciones. Ella no habla espaí±ol, no tiene televisión, ni internet, ni celular, por tanto no vio los noticieros ni videos que hicieron famoso a su hijo. La indignación levantada no la saca de su drama. Juan Diego López, un electricista del ayuntamiento de Centro (Villahermosa) recientemente ascendido a inspector obligó -según la escena captada por Carlos Jiménez, camarógrafo del canal TVX de Villahermosa, quien pasaba por el lugar- al nií±o a tirar al suelo los dulces que ofertaba en una canasta y entregarle tres cajetillas de cigarros que el adulto «decomisa» porque está prohibido que el menor las porte o expenda. El nií±o llora tras ser humillado y despojado de parte de su mercancía. El video subió a YouTube horas después del incidente. Tras el escándalo viralizado en redes sociales, el gobernador de Tabasco, Arturo Núí±ez, destituyó al funcionario municipal (y el alcalde, bien gracias), le abrió averiguación previa y prometió al nií±o una beca escolar. Bendito YouTube o bien por Carlos Jiménez. Por lo menos hicieron reaccionar a un gobernador. El problema, evidentemente, es de mucho mayor fondo que la viralización de un abuso. L@s nií±@s mexican@s siguen siendo el escalón para la opresión, la franja del abuso, el escaparate de la discriminación. En el estudio «Pobreza y derechos sociales de nií±as, nií±os y adolescentes en México, 2008-2010», elaborado por Coneval y Unicef, divulgado este 2013, se concluye que los niveles de pobreza también tienen edad. Mientras 46.2 por ciento de los mexicanos son pobres entre la población de 0 a 17 aí±os la pobreza afecta a 53.8 por ciento. En 2010, según el estudio, 60 millones de nií±os tenían carencias en seguridad social; 31 millones 800 mil sufrían carencias en servicios de salud; 25 millones tenían carencias de alimentación; 20 millones tenían rezago educativo y 16 millones estaban con carencias en calidad y/o acceso a vivienda. Como Feliciano, tzotzil, viven 46 millones de nií±os indios. La vulnerabilidad entre la nií±ez indígena es mayor: 84 por ciento de la nií±ez indígena chiapaneca vive pobre y la mitad es extremadamente pobre. La pobreza infantil no parece ser reversible. Se nace pobre y se muere pobre. Según el estudio, la privación material y de alimentos en la nií±ez «desencadena estados de desnutrición que, a su vez, afectan el desarrollo de la salud. Las carencias en materia de nutrición y salud tienen, a su vez, impactos en la educación y en el proceso de aprendizaje, lo cual tiene consecuencias en su desarrollo a largo plazo». Una concatenación sin fin. La fragilidad de la nií±ez define la fragilidad del país. Qué bueno que reaccionó el gobernador Núí±ez. Pero los políticos no deben asumir que con un ademán, con un arrebato, con una promulgación o con la promesa de un caramelo resuelven los problemas de la infancia. El drama de Feliciano merece una respuesta nacional, federal, integral. La indignación no puede quedarse en un reality show en la web. La manera en que se ha conducido la economía desde hace varias décadas ha arrojado a millones de Felicianos a la calle. Deberían reflexionar políticos y cibernautas sobre lo que México debe cambiar. No solo sobre lo que debemos de lamentar. (Por cierto, ¿ya se enteró el gobernador de Chiapas de lo que pasó con el nií±o chamula? Quizás mejor. Porque en este ánimo de telenovela en una de ésas la respuesta sería llevarlo de pajecito a la boda con Anahí). |