PERIODISTAS DEL SUR DE VERACRUZ Carta Abierta

0

Gregorio_Jim_nez_de_la_Cruz

AL PRESIDENTE DE LA REPíšBLICA, ENRIQUE PEí‘A NIETO

AL SECRETARIO DE GOBERNACIí“N, MIGUEL íNGEL OSORIO CHONG

AL GOBERNADOR DEL ESTADO, JAVIER DUARTE DE OCHOA

AL PROCURADOR DE JUSTICIA, FELIPE AMADEO FLORES ESPINOZA

A LAS ORGANIZACIONES NACIONALES E INTERNACIONALES DE PERIODISTAS

A LAS COMISIONES INTERNACIONALES, NACIONALES Y LOCALES DE DERECHOS HUMANOS

A LA OPINIí“N PíšBLICA

Periodistas de la región sur del estado, reunidos en la Sala del Cabildo del Palacio Municipal de Coatzacoalcos, en presencia de representantes de una comisión de las Organizaciones No Gubernamentales: Sociedad Interamericana de Prensa, Reporteros sin Fronteras, Periodistas de a Pie y Artí­culo 19, reunidos a raí­z de la muerte de nuestro compaí±ero periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, tomamos los siguientes

A C U E R D O S

1. Exigir la cabal procuración y aplicación de la justicia en el caso de Gregorio Jiménez de la Cruz, para que el seguimiento del proceso en contra de los inculpados de su muerte se conduzca conforme a Derecho, se asigne un abogado a la familia de la ví­ctima, para que vigile que en caso de demostrarse su culpabilidad paguen por su crimen y no sean excarcelados por errores u omisiones en la integración del expediente.

2. Que se retire del caso Gregorio Jiménez de la Cruz al juez tercero de Primera Instancia en Coatzacoalcos, Uriel Domí­nguez Colí­o, hermano de la coordinadora de Comunicación Social del Gobierno del Estado, Gina Domí­nguez Colí­o, para garantizar la imparcialidad durante el proceso.»¨»¨3. Que el Gobierno del Estado y/o el Gobierno federal, a través de las instancias correspondientes, garanticen la integridad fí­sica de la familia de Gregorio Jiménez de la Cruz, reubicándola si es necesario, siempre tomando en cuenta la opinión de sus integrantes.»¨»¨4. Que el Gobierno del Estado y/o el Gobierno federal, garanticen la seguridad económica de la familia de Gregorio Jiménez de la Cruz, proporcionándoles una fuente de ingresos viable y permanente.»¨»¨5. Que las empresas para las que trabajó Gregorio Jiménez de la Cruz asuman su responsabilidad de proporcionar una indemnización a la familia de la ví­ctima.»¨»¨6. Que los diferentes niveles de gobierno avancen en la restauración de las condiciones de seguridad de la sociedad en general en esta región, lo cual repercutirá directamente en la seguridad para los trabajadores de los medios de difusión.»¨»¨7. Que desaparezca la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP) y que los 20 millones de pesos anuales que se destinan a ese organismo se utilicen en la creación de un fideicomiso para la compra de seguros de vida para los reporteros que acrediten debidamente el ejercicio de su profesión. El decreto deberá ser aprobado por el Congreso del Estado.»¨»¨8. Que se establezca un protocolo eficaz de reacción para que haya una respuesta inmediata de parte de las corporaciones, incluyendo al Ejército Mexicano, en los casos de privación ilegal de la libertad, tanto de periodistas como de cualquier miembro de la sociedad.»¨»¨9. Que se establezcan mecanismos de capacitación para fomentar la cultura preventiva entre los periodistas, para no correr riesgos innecesarios.»¨»¨10. Que se dé seguimiento al caso del periodista de Acayucan Gabriel Manuel Fonseca, ”Cuco», desaparecido desde el 17 de septiembre de 2011, sin que se tenga conocimiento de pesquisa alguna para localizarlo. Hasta el momento la familia del periodista no ha recibido ayuda, a pesar de la promesa gubernamental.»¨»¨ATENTAMENTE»¨»¨PERIODISTAS DEL SUR DE VERACRUZ»¨COATZACOALCOS, VERACRUZ, 16 DE FEBRERO DE 2014

Goyo, el humilde periodista mexicano que documentaba el horror

El Paí­s

Gregorio Jiménez comenzó su carrera como fotógrafo haciendo retratos en bodas y comuniones. Cuando quiso trabajar en un periódico, un amigo le enseí±ó a redactar una noticia. Entradilla, cuerpo y desenlace, le explicó. El jefe de redacción que lo contrató para que cubriera los asesinatos cada vez más frecuentes en Coatzacoalcos, al sur de México, le regaló el Manual de Periodismo, de lectura obligada en las universidades de comunicación del paí­s. Goyo, en cambio, nunca habí­a oí­do hablar de ese libro. Siendo adolescente habí­a aprendido a leer y escribir por su cuenta.

GREGORIO JIMí‰NEZ

Se sumergió en la profesión con la misma pasión con la que aí±os atrás entró al cristianismo o cambiaba postes de luz en Cancún, donde fue electricista. Siempre llegaba el primero a la escena del crimen en una motocicleta que habí­a comprado a plazos. Firmaba sus noticias con psuedónimo: El Pantera.

Jiménez, de 46 aí±os, escribió a finales de enero una información que probablemente le haya costado la vida. En ella contaba que un tal Ernesto Ruiz Guillén, El Cometierra, habí­a sido secuestrado y 48 horas después seguí­a sin saberse nada de él. El hombre trató de huir de sus captores pero le derribaron con dos disparos en las piernas. Lo curioso, como contaba Jiménez, es que nadie habí­a denunciado su desaparición. Nadie se habí­a molestado en buscarlo. «Se lo tragó la tierra», tituló en el periódico Notisur, uno de los medios en los que colaboraba. Una semana más tarde, cinco hombres se llevaron al reportero a la fuerza a bordo de una camioneta. La policí­a encontró el martes los cuerpos de ambos. En la misma fosa.

El periodista mexicano vení­a denunciado desde principios de aí±o que su ciudad, al sur de Veracruz, sufrí­a un oleada de secuestros. Eso lo habí­a llevado a enfrentarse con Teresa de Jesús, la dueí±a de un bar de su barrio en el que habí­an desaparecido dos inmigrantes. El camino de los centroamericanos que cruzan México para alcanzar Estados Unidos está lleno de ese tipo de trampas. La mujer, tal y como detalla el expediente de la investigación, le amenazó de muerte y lo invitó a a no meterse donde no le llamaban. De Jesús está detenida por haber ideado el crimen. Pagó 20.000 pesos, poco más de 1.500 dólares, a los cuatro tipos que fueron contratados para perpetrar el secuestro.

En el barrio de Villa Allende, un conjunto de casas humildes apostadas a los lados de un a camino de tierra, Jiménez era muy querido. Carmela, con la que tení­a siete hijos, cuenta que estaban ahorrando para terminar de colocar puertas y ventanas en la vivienda. Aun así­, durante las navidades pasadas mataron un cerdo que brindaron a los vecinos y ofrecí­an asiduamente su hogar para celebrar el culto. Goyo habí­a hablado con polí­ticos locales para mejorar el alumbrado, las comunicaciones y el deficiente servicio de agua potable de la zona. Su última batalla la habí­a emprendido contra las empresas de teléfonos, a las que exijí­a que llevaran Internet hasta allí­. Así­ no tendrí­a que ir a los cibercafés a enviar las fotos y los textos.

Veracruz es uno de los lugares más peligrosos de México para ejercer el periodismo. Más que Israel y Palestina. Desde que gobierna en esa región el polí­tico Javier Duarte (2010), diez informadores han perdido la vida. Irónicamente, el aí±o pasado Duarte recibió de la asociación mexicana de editores un premio por su labor en «defensa de la profesión». Carmela le habí­a pedido a su marido que dejara de escribir «de muertos» y se mudaran con toda la familia al caribe mexicano para ganarse la vida haciéndole fotos a los turistas. Pero a El Pantera le costaba quedarse callado y cruzarse de brazos. No necesitaba tener ningún tí­tulo colgado de la pared para amar esta profesión.

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *