10 de mayo, fecha instituida en 1922 para denostar la movilización y las demandas de las Yucatecas

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Marta Eugenia Davila

En ví­speras del 10 de mayo les comparto que el Dí­a de la Madre, fue instituido en México en 1922 para denostar la movilización y las demandas de las yucatecas a favor de la educación sexual y derecho a los anticonceptivos. Se dirí­a hoy, las yucatecas por los derechos sexuales y reproductivos.

El responsable de denostar y reprimir a estas mujeres fue el entonces Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, quien instrumentó una campaí±a a favor de las ”mujercitas» mexicanas. El resultado fue la instalación del 10 de mayo, como el dí­a de la madre. Vasconcelos contó con la colaboración y el «entusiasmo» de Rafael Aldúcin, dueí±o del diario Excélsior!!!

Esta anotación que hace Marta Eugenia Dávila, me recordó los estudios de investigación que ha publicado en esta materia la Dra, Gina Villagómez Valdez. Y que acá les comparto.

EL FEMINISMO PENINSULAR DE S. ALVARADO Y CARRILLO PUERTO.

LOS CONGRESOS FEMINISTAS DE YUCATíN La convocatoria del Primer Congreso Feminista establecí­a que: «es un error social educar a la mujer para una sociedad que ya no existe… pues… la vida activa exige su concurso en (la) mayorí­a de las actividades humanas…» y consideraba que: «para que puedan formarse generaciones libres y fuertes es necesario que la mujer obtenga un estado jurí­dico que la enaltezca (y) una educación que le permita vivir con independencia…» Pero la ideologí­a de la época, impulsada desde el poder del Estado iba más lejos, pues consideraba que era la mujer el sujeto más importante, la primera actriz del cambio, pues seí±alaba con claridad que «el medio más eficaz de conseguir estos ideales, o sea de libertar y educar a la mujer es concurriendo ella misma con sus energí­as e iniciativas a reclamar sus derechos, a seí±alar la educación que necesita y a pedir su injerencia en el Estado, para que ella misma se proteja…»

La importancia de su presencia en el espacio de la polí­tica pública se rescata en una de las conclusiones del Congreso donde se dice que: «aceptada la mujer en las cámaras legislativas y en los ayuntamientos podrá perfectamente laborar con acierto en las sociedades actuales, convirtiéndose en elemento dirigente de ellas… (y) en los gobiernos debe tener asiento la mujer, lustrada para convertirse de elemento dirigido en elemento dirigente de la sociedad».

En las memorias del Primer Congreso Feminista de Yucatán convoca- do por el general Salvador Alvarado el 16 de enero de 1916 se ostentaba con claridad el pensamiento, las posturas polí­ticas y la naturaleza de las demandas femeninas.

Estaba claro desde entonces que una mayor educación, más oportunidades de empleo y en especial el derecho a votar y ser votadas resumí­an las necesidades más sentidas y los puntos de acuerdo de las mujeres de todas las ideologí­as. Durante este Congreso, el texto más controversial fue escrito por la secretaria de Carranza, Hermila Galindo, texto leí­do por don César A. González, un enviado del Ministerio de Educación Pública y sostení­a que la educación de la mujer no deberí­a limitarse a lo «bello» y a lo «espiritual» sino que deberí­a alentar a las mujeres a darle libre expresión a su sexualidad y a desarrollar su razón.

Como defensora del amor libre, Hermila Galindo hizo un llamado para la promulgación de nuevas leyes que protegieran a la mujer dentro y fuera del matrimonio y que aseguraran los derechos de los hijos ilegí­timos, mientras criticaba el doble estándar de moralidad. Entre las maestras de escuela que habí­an organizado el congreso varias demandaron que su ponencia fuese incinerada.

La Voz de la Revolución publicó los «Anales» del Congreso criticando fuerte- mente a sus participantes por no haber llegado a ninguna conclusión sobre dos de los problemas más urgentes bajo discusión: el otorgamiento del voto femenino y la decisión de poner en marcha la «educación racionalista» en las escuelas yucatecas. Posteriormente se organizó un segundo congreso en 1916 cuyos anales nunca fueron publicados.

LIGA DE RESISTENCIA RITA CETINA GUTIí‰RREZ Y EL CONTINGENTE DE LA MUJER (1922-1924)

La Liga Feminista Rita Cetina Gutiérrez inició su trabajo el 19 de enero de 1919 y desde entonces ha venido luchando por demoler los prejuicios que minaban nuestro ambiente, al que se propuso transformar sentando sus reales y propagando sus doctrinas con especialidad entre el elemento fe- menino.

Durante el gobierno de su herma- no Felipe (1922-1924), Elvia se hizo cargo de una oficina en el edificio de la Liga Central como presidenta de la Liga Feminista Rita Cetina Gutiérrez, desde donde también colaboró como editorialista y reportera de la revista socialista Tierra. El trabajo editorial de Elvia Carrillo y sus compaí±eras de Liga fue fundamental para cuestionar los tradicionales esquemas de educación de la mujer. A través de la sección «El Contingente de la Mujer» se plantearon por primera vez discusiones en torno de diversos temas feministas como el control de la natalidad, el derecho al aborto, la prevención contra las enfermedades venéreas, la prostitución y derechos civiles y laborales.

«El Contingente de la Mujer», como tribuna de La Liga Rita Cetina, contó con la atinada participación de activistas polí­ticas como Susana Betancourt, Gloria Mireya, Marí­a del Refugio Garcí­a, Alina (seudónimo), quienes planteaban además temas centrales sobre mujeres y sus derechos, familia, Revolución, educación y socialismo. Sus lí­neas contribuyeron a la difusión de los ideales para el desarrollo de la mujer. El feminismo impulsado por Elvia Carrillo y su grupo está claramente expresado por Susana Betancourt cuando, retomando la definición de Marí­a Belmonte, seí±ala:

El feminismo como principio de justicia, ilustrando a la mujer y dándole derechos no va en contra del hombre sobre el cual pesan hoy todas las cargas y responsabilidades sino a favor, trata de repartir estas cargas y responsabilidades entre ambos sexos, dando participación a

la mujer en aquellas funciones que en armoní­a a sus aptitudes pueda desarrollar.

Destruida la debilidad de la mujer y su inferioridad intelectual, puede alcanzar mayor número de conocimientos que el hombre, pues la organización masculina y femenina no se distinguen en los primeros aí±os, hágase la prueba y póngase a un nií±o y una nií±a en las mismas condiciones tanto de instrucción como de educación, tanto del medio como de los alimentos, tanto de los hábitos como de las precauciones sociales y encontraremos que unas saldrán buenas y otras inútiles, igualmente pasa con los hombres…

NOTA: Gina Villagómez Valdés. Doctora en antropologí­a social. Investigadora titular de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi de la Universidad Autónoma de Yucatán.

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Graciela Machuca

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