Comemos veneno: ”El cáncer, la infertilidad y la diabetes son por la comida»

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2013061091mar

voznoticias.com

”El aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y el cáncer está directamente relacionado con los alimentos que comemos.

Las hormonas sintéticas presentes en los fertilizantes y pesticidas que entran en contacto con la comida son muy peligrosas para la salud y no suelen detectarse en los análisis toxicológicos, por lo que se invalida el principio de que la dosis hace el veneno’».

Con esta advertencia a modo de carta de presentación, la galardonada documentalista y periodista Marie-Monique Robin nos introduce en el mundo de la agroindustria, su campo de investigación desde hace más de una década, y sobre el que versa su último ensayo: Las cosechas del futuro. Cómo la agroecologí­a puede alimentar al mundo (Pení­nsula).

Una obra fruto del análisis comparativo de diversos sistemas de producción alimentaria que, en sintoní­a con otras anteriores como Nuestro veneno cotidiano y El mundo según Monsanto, cuestiona el mito de que la bajada del precio de los alimentos o de que el fin del hambre en el mundo solo son posibles mediante la producción industrial de alimentos.

La principal novedad que aporta la autora gala con este último libro es que existe una alternativa demostrable, ”más sobresaliente de lo que creí­a antes de iniciar la investigación», y que se llama agroecologí­a.El cáncer de cerebro y la leucemia están creciendo a un ritmo anual del uno al tres por ciento entre los nií±os, según la OMS

La transición de la agroindustria a la agroecologí­a todaví­a es posible, explica Robin, pero aun existiendo la voluntad polí­tica necesaria para propiciar los cambios legislativos que la permitan, ”llevará muchos aí±os descontaminar las tierras y las aguas subterráneas hasta poder producir alimentos sanos».

Es por ello que urge, en primer lugar, limitar el uso de pesticidas y transgénicos. ”Espaí±a es el paí­s más permisivo de la UE con el cultivo de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) y la comercialización de otras sustancias tóxicas, como el bisfenol A que en otros lugares como Francia está prohibido».

Una permisividad, alerta la autora gala, con unas consecuencias más que visibles: ”Las parejas espaí±olas son las que más problemas tienen de infertilidad en toda Europa, al afectar a una de cada cuatro».

Al mismo tiempo, los cánceres de cerebro y la leucemia están creciendo a un ritmo anual del uno al tres por ciento entre los nií±os, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ponen también de relieve el auge del origen fetal de las enfermedades en la edad adulta (presuntamente por el tipo de alimentación de la gestante).

”La propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ya se está dando cuenta de estas consecuencias y reconociendo las deficiencias del principio toxicológico de que la dosis hace el veneno’ debido a las indetectables hormonas sintéticas, como demuestra la mayorí­a de literatura cientí­fica sobre esta cuestión», apunta Robin.

El cenit del petróleo lo será también de la comida barata

Tradicionalmente se ha relacionado el bajo coste de los alimentos con los monocultivos, el uso de pesticidas y fertilizantes para reducir las plagas, así­ como otras técnicas modernas de producción a gran escala. Sin embargo, Robin afirma que ”los precios de los alimentos que compramos en el supermercado son completamente falsos porque no incluyen los costes directos ni los indirectos».

Los gastos derivados del tratamiento de las aguas contaminadas, del pago de las tasas por los gases de efecto invernadero, de las subvenciones (para el gasóleo, para exportar o directamente de la Polí­tica Agraria Común de la UE), así­ como de los sistemas públicos de salud, por el aumento de enfermos crónicos, son algunos de los costes asociados a la agroindustria que no se incluyen el precio de origen.

”Si sumamos todos estos costes a los productos en origen, su precio subirí­a y serí­an más caros que los ecológicos». Además, aí±ade Robin, más de la mitad del precio está engordado por los intermediarios y finalistas.Tendrán que pasar muchos aí±os para descontaminar las tierras y las aguas subterráneas hasta poder producir alimentos sanos

Una realidad de la que no estamos muy lejos, según la autora gala, para quien antes o después tendrá que dispararse el precio de la comida, ya sea por el fin de las subvenciones (como se prevé con la PAC), por la creciente especulación bursátil con las materias primas en los mercados de futuro, o por el no menos inminente encarecimiento de los combustibles fósiles como el petróleo y el gas, debido a su cenit.

Los productos quí­micos utilizados en la agroindustria se elaboran a partir de petróleo y gas, por lo que un aumento en el precio de estos recursos, junto a la escasez de agua, pondrí­a a la agroindustria en la encrucijada. ”Esta es la gran debilidad de las industrias alimentarias. Se sustentan sobre un modelo que depende de los combustibles fósiles, y está claro que el precio de éstos será cada vez mayor, por lo que el de los alimentos será parejo.

No tiene sentido que la alimentación en el mundo dependa de la producción de petróleo en una región tan convulsa como es Oriente Medio», lamenta Robin.

Alimentos saludables en un mundo sostenible

Las perniciosas consecuencias para la salud y el medio ambiente de la agricultura industrial, así­ como la crónica de una muerte anunciada que Robin comenzó a describir antes incluso de que se produjesen las primeras crisis alimentarias en Latinoamérica (relacionadas con los biocarburantes) han llevado a la francesa a recorrerse el mundo en busca de alternativas ecológicas.

Después de estudiar diferentes técnicas agroecológicas pudo comprobar que su rendimiento puede ser mayor que con técnicas propias de la agroindustria.La gran debilidad de la agroindustria es que se sustenta sobre un modelo dependiente de los combustibles fósiles

”Muchas veces, cuando hablamos de agroecologí­a pensamos que se trata de volver a las técnicas empleadas por nuestros abuelos. No es así­, se trata de prácticas mucho más complejas que dependerán de la zona geográfica donde se desarrollen, del tipo de cultivo o del tipo de tierra», explica la autora.

Sin embargo, Robin sí­ pudo comprobar que todos ellos coincidí­an en un principio básico: la complementariedad. ”Se trata de un principio común mediante el que se busca complementar la biodiversidad del medio, mediante rotación de cultivos o interfiriendo en los ciclos biológicos de los insectos, para prevenir plagas y aumentar la producción».

La demanda de productos ecológicos por parte de los consumidores ha aumentado proporcionalmente al deterioro de la cadena alimentaria, ”pero la oferta todaví­a no llega para abastecerlos a todos», apunta Robin. Para hacerla extensiva a todo el mundo no llega con la concienciación del consumidor, que al fin y al cabo es el que más poder detenta con sus decisiones de compra, sino que se necesitan medidas polí­ticas concretas.

Entre las propuestas más urgentes para facilitar el cambio, la periodista cita ”la prohibición de la especulación con alimentos, el fomento de la soberaní­a alimentaria mediante una férrea protección de los mercados y agricultores locales, y el acortamiento de las cadenas de distribución buscando conexiones directas entre consumidores y productores».

Solo mediante la eliminación de los intermediarios y finalistas, explica la francesa, el precio de los alimentos orgánicos se reducirí­a hasta en un 90%.

Las bases para posibilitar un cambio de modelo están puestas ”desde hace muchos aí±os», pero de no iniciarse una pronta transición, advierte Robin, ”no podremos anticiparnos a las crisis alimentarias que resurgirán en cualquier momento».

Graciela Machuca

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