Como boomerang, violencia promovida por periodistas se revierte, ”Prensa si come prensa».

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No investigar, dar crédito a versiones que criminalizan a las ví­ctimas y justificar la violencia o la publicación de imágenes explí­citas sobre la violenta muerte que tuvieron algunas de las ví­ctimas, son algunas de las prácticas que legitiman la violencia.

 

Fue la dura conclusión de Leopoldo Maldonado, abogado de Artí­culo 19, organización internacional que defiende los derechos de los periodistas, al participar en el foro ”Perspectivas de la violencia contra la libertad de expresión,» organizada por la Universidad Iberoamericana.

Los medios de comunicación han legitimado la violencia, la justifican y la normalizan, un boomerang que reporteros y empresas de noticias lanzan y después se revierte contra ellos mismos, explicó.

No investigar, dar crédito a versiones oficiales dudosas que criminalizan a las ví­ctimas y justifican la violencia con seí±alamientos como ”andaba en malos pasos,» ”tení­a relación con bandas delictivas», ”era novia de,» o la publicación de imágenes explí­citas sobre la violenta muerte de las ví­ctimas, son algunas de las prácticas que legitiman la violencia.

El ”caso Narvarte,» un multihomicidio de cinco personas donde se desacreditó a varias de las ví­ctimas, entre ellas al fotoperiodista Rubén Espinosa, de quien las versiones oficiales aseguraron que consumí­a drogas y algunos columnistas que la suya era una casa de citas.

Otro caso es el de la reportera veracruzana Anabel Flores, las versiones oficiales justificaron su asesinato asegurando que estaba vinculada con el narco.

”La procuración de justicia en el ánimo de justificar su propia ineficacia recurre a estos mecanismos y relaciones con la prensa para llegar a este grado de impunidad», dijo el abogado, Leopoldo Maldonado.

Otro ejemplo es el asesinato de Moisés Sánchez Cerezo, quien publicaba un pequeí±o periódico con sus propios recursos: «La Unión» de Medellí­n,» en el municipio de Bravo, Veracruz, donde residí­a. Sánchez fue desacreditado porque las autoridades no lo consideraban periodista, ya que para completar sus gastos era conductor de un taxi, también activista social.

”Una persona que tiene un blog, o si es taxista que repartí­a sus publicaciones y siendo el único que hací­a periodismo crí­tico en su región, pero se pagaba su labor siendo taxista, pues ¡claro que es periodista!», aseveró con tono fuerte la ex relatora de la libertad de expresión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Catalina Botero.

”Es importante el control de la sociedad, que se rechace la cobertura que promueve el Status quo», asegura Botero.

De reporteros a recorteros

”En México existen más recorteros que reporteros», seí±ala la coordinadora de abogací­a del Observatorio Latinoamericano de Regulación, Medios y Convergencia, Aleida Calleja, haciendo alusión a que los reporteros ya no investigan, recortan y pegan el boletí­n oficial.

”Los propios colegas terminan validando los discursos oficiales y no se preocupan por cuestionar», dice Calleja.

Si hay una agresión contra un periodista la prioridad no es la ví­ctima sino la versión del procurador o la autoridad competente, no se indaga a la familia de la ví­ctima, tampoco se trabaja por corroborar la información.

Cuando se trata de un periodista la fórmula se repite, una forma en que los reporteros castigan a sus propios colegas, coinciden los panelistas.

MíS INFORMACIí“N: Procuradurí­as hacen polí­tica, no justicia, denuncia Artí­culo 19, Arena Pública, 04 de marzo de 2016

MíS INFORMACIí“N: Prensa extranjera llega a México para conquistar lectores en medio de una crisis de credibilidad, Arena Pública, 08 de septiembre de 2016.

Graciela Machuca

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