Graciela Machuca

 

Las herramientas tecnológicas de hoy en dí­a, ubican a los jefes de prensa como innecesarios, son cargos obsoletos, resultando una mera carga a la burocracia, tal vez fueran llamados con otro nombre, por que no representan nada ni a nadie, la información fluye por si misma en las redes sociales con la inmediatez casi de la luz, solo es cuestión de confirmar con fuentes fidedignas y es ahí­ donde precisamente coincido con Javier Chávez, es ahí­ donde se ponen los voceros de cortina y lo obstaculizan todo, con tal de cubrir las espaldas de quien les paga.

 

A muchos de ellos les he padecido la desinformación, mala redacción, y hasta censura y amenaza, pues se sienten dueí±os para privilegiarla a sus allegados y osan de parcializar la información.

 

De tal manera, que la información oficial, en últimos tiempos fluya y se utilice poco, que al igual que las redes sociales, hay que confirmar en muchas ocasiones hasta se revierte el efecto, por otro lado la cercaní­a con la ciudadaní­a, siempre será una garantí­a, y el trato cordial con los voceros deberí­a reflejarse en el equilibrio de una nota, sin embargo no es así­.

Romper el cerco para llegar directamente con los funcionarios tampoco es muy difí­cil, pese a que en muchas ocasiones mal informan los mismos voceros a los periodistas para asegurar su chamba, por que no es la información la que cuidan, sino su chamba y eso me queda claro!.. como pensando que no tiene termino una administración y su cargo sea eterno, y eso si que me causa risa.

 

Javier Chavez dice, -en contadas ocasiones ha recurrido a los jefes de prensa, porque están cortados con la misma tijera y se exceden en su afán proteccionista, convertidos en guaruras del patrón. Y vaya que los hay valiosos, tan eficaces en sus reacciones para posibilitar una entrevista o conseguir un dato escurridizo-.

Con ejemplos claros, sin suposiciones: ”Cuando el General Carlos Bibiano Villa Castillo fue titular de Seguridad Pública Estatal en el gobierno de Roberto Borge, tuve la encomienda de localizarlo para conseguir una información muy delicada. Entonces elegí­ el camino habitual, contactando a su jefe de prensa de cuyo nombre no quiero acordarme.

Evasivas al por mayor fueron la respuesta de quienes me torearon, hasta que conseguí­ el número telefónico de Carlos Bibiano y me atendió de mil amores, tan francote como el General Villa cuya sangre corre por sus venas, a su decir.

Desde entonces he prescindido de los jefes de prensa porque todo lo complican, creyendo que así­ cubren la espalda a sus jefecitos que envuelven en un capullo de mariposa. Y padecemos jefes de prensa para quienes toda crí­tica es una ”campaí±a de desprestigio», engaí±ando a los funcionarios que compran estas versiones comodinas, recurso de jefes de prensa anclados en el sofá cama.

He tenido comunicación con todos los gobernadores y figuras más destacadas, con la magia del WhatsApp y demás plataformas de nuestro tiempo. Tales hombres y mujeres han comprendido que el contacto directo es lo más eficaz, sin intermediarios que todo lo complican.

De hecho, por su mala imagen he llegado a la conclusión de que a muchos jefes de prensa les urge su jefe de prensa» dice la columna Alerta Roja.

 

Mucho mejor ha resultado un funcionario que un periodista en esa posición de vocero, y con esto recuerdo con agrado a Rodolfo Romero.

Graciela Machuca

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