Los cabos sueltos del misterioso caso Lesvy’

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ELENA REINA | EL PAíS

Sobre la frí­a mesa del forense yace el cuerpo desnudo de Lesvy Berlí­n Osorio.Sus ojos están cerrados suavemente y su boca, entreabierta por unos labios resecos. Su pómulo izquierdo tensa una herida que se ha vuelto negra, con escamas, y el lado izquierdo de su cuello ha quedado grabado para siempre por el profundo y delgado surco de un cable de teléfono. La imagen la muestra su madre, temblando, porque en algún momento racional después de la tragedia, poco antes de despedirse de ella para siempre, pensó que serí­a buena idea no olvidar nunca aquellas cicatrices. La Justicia ha concluido dos meses más tarde que la joven de 22 aí±os se ahorcó de una cabina telefónica delante de su novio, quien está detenido y acusado de homicidio simple por omisión. Un ví­deo de las cámaras de seguridad del campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) al que ha tenido acceso este periódico muestra los cabos sueltos de este misterioso suicidio.

La tarde del 2 de mayo de 2017. Lesvy cruza un paso de cebra junto a su novio Jorge Luis González, de 29 aí±os, el perro de ella y un amigo. Se dirigen hacia la explanada de las facultades de Medicina y Odontologí­a. Todaví­a es de dí­a. Es la primera vez que, según las autoridades, las cámaras captan a los tres amigos, que parecen ir a dar un paseo por el campus universitario. Por ese cruce pasarán más tarde, probablemente a comprar cervezas, cuenta la abogada de Araceli Osorio, la madre de la ví­ctima.

Ya es de noche. Se observa a los tres jóvenes reunidos en un punto de esa explanada, las imágenes proporcionadas por la UNAM a la Fiscalí­a no muestran en ningún momento que hubiera más gente, sólo ellos tres. Carlos, el amigo que los acompaí±a, contó en su declaración que después de pasar un rato ahí­, Lesvy y Jorge se marcharon juntos ya de madrugada.

A las 4.08 del 3 de mayo, 10 minutos antes de la hora de la muerte. Las diferentes cámaras del campus ubican a la pareja dando un paseo por la zona. Y al llegar a un punto a pocos metros del lugar donde se encontró el cadáver de la joven, ellos parecen tener una discusión fuerte. í‰l le propina un cadenazo en el rostro, minutos antes de la hora de la muerte dictaminada por el médico forense. Ella se cubre. En las imágenes, que captan la escena desde la espalda de Jorge, se observa cómo él se acerca de nuevo a ella y la agarra fuertemente con los brazos a la altura de su cuello. Lesvy se separa y logra abrazarlo, como si necesitara esa tregua, se aferra a su pecho y frena los golpes. Después de aquello, Jorge se marcha y ella le sigue. En la siguiente escena, se encuentran los dos en la cabina telefónica.

La escena del crimen. Otra cámara capta a Jorge detrás de la cabina y a ella a unos dos metros. Pero decide acercarse, los dos están en el mismo punto. Entonces, la cámara se mueve hacia otra zona y deja de grabar el momento exacto de la muerte de Lesvy. Y ahí­ se desencadena el misterio.

Un homenaje junto a la cabina donde apareció Lesvy.
Un homenaje junto a la cabina donde apareció Lesvy. S. PACHECO CUARTOSCURO

A las 4.20 del 3 de mayo, unos minutos después de la muerte. El perro sigue a Jorge hacia la salida del campus. La puerta por la que intenta salir está cerrada. í‰l camina con las manos en los bolsillos y mira solo una vez atrás, hacia el sendero que desemboca en el cadáver de su novia. Unos segundos después, le propina una patada fuerte al perro, que llega a quedarse en un punto intermedio entre él y su dueí±a muerta.

Al dí­a siguiente, según cuenta Araceli a este diario, la familia se entera de que su hija ha desaparecido porque él le cuenta a una amiga que Lesvy no habí­a llegado a dormir, que no sabí­a dónde estaba. Y ellas llaman a su madre. Le informan, además, que han encontrado el cadáver de una joven en la UNAM.

Araceli conoció a Jorge Luis unos dí­as antes, su hija llevaba saliendo con ese chico unos cuatro meses y sabí­a que viví­an juntos en un cuarto de una casa de estudiantes. «Ese dí­a que lo conocí­ le temblaba la mano derecha cuando me saludó, pensé que se habí­a puesto nervioso», relata la madre. Después de que el padre de Lesvy, que se llama como ella, y Araceli se separaran, quiso irse a vivir sola en ese ambiente universitario. Y, aunque no habí­a podido entrar todaví­a a estudiar la carrera que ella querí­a —Letras Francesas o Artes Plásticas— tení­a la intención de prepararse para las pruebas de acceso, según recuerda su madre, que es pedagoga y ha trabajado siempre en el el área sindical de la UNAM.

Según algunos medios universitarios, Jorge era el hijo del chófer y hombre de confianza de Marco Antonio Domí­nguez, director general de personal de la universidad más grande de Latinoamérica, y que realizaba trabajos temporalesen algunas instalaciones y centros adscritos a la institución. Y, aunque Araceli sospechó de él desde el momento en que supo que la habí­a dejado sola de madrugada en el campus, hasta que tuvieron acceso al ví­deo, siempre lo saludaba con un abrazo. «Le daba la bendición. Era una necesidad que yo tení­a. Con aquel gesto buscaba estigmatizarlo».

Lesvy Berlí­n cuando tení­a seis aí±os en la Feria de Aguascalientes. Su madre siempe le decí­a que era su
Lesvy Berlí­n cuando tení­a seis aí±os en la Feria de Aguascalientes. Su madre siempe le decí­a que era su «leoncito». CEDIDA POR LA FAMILIA

—Que Dios te perdone, porque yo no.

Carlos, el amigo que los acompaí±aba esa noche, en una declaración incluida en la carpeta de investigación, seí±aló que Jorge ya le habí­a pegado a Lesvy fente a él en marzo de 2017. Según su testimonio, ese dí­a le dio un cabezazo en su frente y tuvo que llamar a la seguridad del hotel donde se alojaban para pedir ayuda. Otra amiga también narró un episodio de violencia anterior. «Pero ella nunca lo denunció», alegó la defensa de Jorge en la última audiencia que tuvieron esta semana. En México sólo un 10% de los delitos se denuncia, según las cifras oficiales.

La defensa de Lesvy apunta que ha habido demasiadas lagunas en el caso. «Jorge se contradice en su declaración, dice que él no estuvo allí­, que se fue antes, cuando se ve en las imágenes que sí­», declara la abogada Sayuri Herrera. Pero además, sospechan que pudo haber errores graves en la cadena de custodia de algunas pruebas clave, que prefieren no mencionar y guardarlas para la apelación que tienen prevista. «Cuando cercaron la escena del crimen, olvidaron precintar el área alrededor de la cabina donde seguramente hubo forcejeo, lucha, pero cubrieron con una lona el cuerpo y creemos que se pudo contaminar el lugar de los hechos», llega a concluir la abogada.

«Además, no es verosí­mil que una persona se ahorque en una cabina telefónica [alrededor de un metro de altura]. Tuvo que deslizarse por el pasto y tener la fuerza necesaria para partirse el cuello sin caer al vací­o. Ni siquiera el cable tení­a un nudo y la herida es más profunda en su lado izquierdo, no en la garganta», aí±ade Herrera. Los ví­deos de las cámaras de seguridad los recibieron unas horas antes de que la Justicia concluyera que habí­a sido un suicidio.

Las heridas que Lesvy se llevó a la tumba no han sido consideradas como una prueba relevante en los hechos. Tení­a también marcas en los brazos, en las piernas, dos hemorragias internas en la cabeza y restos del ADN de Jorge en sus uí±as. Entre las pertenencias que el novio entregó a la familia, se encontraba un spray de defensa personal que su madre le habí­a comprado. «El dí­a que lo conocí­ recuerdo que le pedí­ que la cuidara, que la cuidara mucho», alcanza a decir Araceli, con la mirada fija hacia una ventana.

Jorge esperará en prisión cuatro meses a que se confirme o se desestime el delito de homicidio por omisión, es decir, la culpabilidad por no impedir el sucidio; o si, como sospecha la defensa de la ví­ctima, él acabó con la vida de su novia, Lesvy Berlí­n Osorio, aquel 3 de mayo de 2017.

Graciela Machuca

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