Carlos Barrachina Lisón
26 de mayo 2021

La cuarta transformación se abrió paso en la voluntad de la mayorí­a de los mexicanos porque suponí­a hacer polí­tica de forma distinta. De forma honrada se vendió la idea de la esperanza de transformar el sistema polí­tico. Mucha gente compró este mensaje porque estaba cansada de la corrupción, de las mentiras y de la forma de hacer polí­tica de siempre.
Es imposible inventar una clase polí­tica de un dí­a para otro. Es normal que en una ”nueva» etapa, encontremos polí­ticos tradicionales, que hayan militado en varios partidos y que tengan una verdadera vocación de servicio. Por otra parte, lamentablemente, ha sido frecuente en estos últimos aí±os que lo más cí­nicos y corruptos hayan cambiado de bando por puro interés; y que hayan sido aceptados sin mucho pudor por estructuras que no han sabido cumplir con las expectativas. También ha sido común que aparecieran en el escenario, jóvenes con serias deficiencias formativas, que como los soldados en la guerra, se formaron o deformaron en el camino, y que iniciaron con ilusión y buenas ideas, pero que se han maleado y volteado en el camino, pasando de ser parte de la esperanza, al lado más oscuro de la maniobra mafiosa partidaria.
Un ciudadano con sensibilidad de izquierdas, o como mí­nimo progresista, tiene una intención transformadora del sistema sociopolí­tico. La pobreza y la desigualdad que existe en México es un gran incentivo/motivo para la lucha social, y para empujar honradamente hacia una transformación. Las formas de aproximarse al problema y de intentar solucionar los problemas reales de los ciudadanos pueden ser unas u otras, pero esa es su preocupación principal. No se trata de que el polí­tico haga votos de pobreza, ni que no reciba un salario justo por su trabajo; pero sí­ es necesario generar estrategias distintas a las que tradicionalmente se han impuesto. Una persona de izquierdas no está en polí­tica para enriquecerse, y cómo seí±aló en algún momento Andrés Manuel López Obrador no tiene la intención de mentir, ni de robar, ni de traicionar al pueblo.
Hay polí­ticos que han pasado por diferentes partidos polí­ticos, y que no han encontrado el espacio adecuado para poder trabajar por la gente. La clase polí­tica local está formada por familias, y por complicidades, y ello dificulta el que nuevos cuadros se integren en el escenario. Otros, que sí­ tuvieron la oportunidad de servicio, e hicieron lo que pudieron, no tuvieron un contexto idóneo para poder hacer polí­tica en mayúsculas. En todos los partidos polí­ticos hay servidores honestos, y hay una gran cantidad de granujas que únicamente buscan sus beneficios personales.
Ser de izquierdas no tiene nada que ver con vestir playeras del ”Che», escuchar cantautores de los sesenta y setenta; y entonar frases rancias como ”hasta la victoria siempre», u otras que han prostituido imitadores de tercera de auténticos lí­deres sociales. Estos falsos profetas no han dejado de estar en el presupuesto, ni de enriquecerse a costa del pueblo. Tampoco tiene que ver con el reparto de panfletos y periódicos, y presumir que ello es su gran actividad polí­tica. La izquierda combativa tradicional utilizaba esos medios para explicar sus propuestas y para financiar sus actividades a través de sus simpatizantes. ¿Qué contenidos están estos simuladores aportando? Me gustarí­a conocer sus propuestas y sus luchas. Sin embargo, no las tienen; están vací­as y huecas. Ni siquiera tienen sueí±os que compartir. Estamos frente a la mediocridad más absoluta, que simula una lucha en la que no cree.
En el sur de Quintana Roo no hay candidatos de ”izquierdas», no hay luchadores sociales auténticos. Por lo menos éstos no están encabezando ninguna alternativa polí­tica en este proceso electoral. Los mensajes que se están lanzando en redes sociales por ex priistas como Salvador Hernández desde perfiles como Rancho La Franja, o Bacalar para los Bacalarenses; y Herbert Ic en ”Morenistas Bacalar», u ”Obradoristas Bacalar», y todos los perfiles falsos que están manejando, son una gran falta de respeto a la inteligencia.
El primero alababa a Trinidad Guillén cuando era la delegada del gobierno de Roberto Borge en Bacalar, la golpeaba cuando era candidata del PES y cuestionaba a Alexander Zetina, y la vuelve a proteger en estos momentos, en que priistas clásicos se pasaron con armas, bagajes y carruajes a apoyar a los que nunca han dejado de ser priistas. El segundo, aviador del Chepe Contreras en el pasado, hermano de Eduardo Ic Sandy, también ex priista tradicional, se ha subido al carro del magisterio y de la 4T, y no deja de utilizar frases comunes, sin creatividad, ni intención de cumplir. Los Ic crecieron en una familia polí­ticamente importante. Están acostumbrados a que en su casa se tomaran decisiones importantes. Quizá no han sabido asimilar que no se hereda la capacidad, y que hay que trabajar para lograr transmitir ideas con éxito. Estos parece que descansan en la soberbia de los tiempos pasados, y que su único objetivo no tiene nada que ver con la transformación polí­tica, sino con seguir viviendo del presupuesto.
En el sur de Quintana Roo la ”izquierda» está presentando dos modelos de candidatos. El primero es el del polí­tico priista tradicional, con serias acusaciones de corrupción en sus espaldas, y que lleva aí±os intentando por todos los medios vivir del pueblo, y hacer progresar su presupuesto. En José Marí­a Morelos Erik Borges (Rebelde) estuvo en el PRI, brincó como independiente, luego se presentó por Nueva Alianza, y ahora es el candidato de MORENA. Tuvo los recursos, seí±alan, para comprar la candidatura, y le fue otorgada la posibilidad. En Bacalar, Trinidad Guillén fue la delegada del gobierno de Roberto Borge en Bacalar, estuvo en la Sagarpa, fue regidora por el PRI y por el PES, y con su compaí±ero Juan Manuel Herrera, le llegó al precio a Patricia Casados y compró la franquicia del PT en Bacalar.
El caso de Mary Hernández en Carrillo Puerto, Yensunni Martí­nez, en Othón P. Blanco y Anahí­ González (como candidata de diputada federal) es diferente. Son fundadoras de MORENA en Quintana Roo. Sin embargo, ¿Qué le han aportado a la izquierda, y la forma social de entender la gestión pública?
Encaja más bien en el modelo de jóvenes que fueron mandados al combate por sus ”padrinos», y que por falta de una formación adecuada (que no se adquiere con titulitos), se malearon y fueron ví­ctimas de la soberbia, y de la ignorancia; logrando con sus actuaciones el rechazo de un sector mayoritario de la población a un proyecto polí­tico que sin duda necesita el sur del estado.
La imposición de la cancunense Anahí­ González, por el todopoderoso Marí­n en el distrito que representa a la población del sur del estado, no sólo es una nueva falta de respeto, por parte de la clase polí­tica nacional, sino que tiene un fuerte tufo a polí­tica tradicional machista. Su falta evidente de capacidad se visualizó no sólo cuando no supo nombrar diferentes localidades del distrito que aspira a representar; sino especialmente cuando acuí±o la frase: ”yo represento a la 4T y no a los ciudadanos del sur de Quintana Roo». Esta sentencia es muy dura, y rompe de plano con la razón de ser de los diputados electos por la mayorí­a de los ciudadanos. Si es así­, ¿por qué no se presentó por la ví­a plurinominal? El padrino la podí­a haber impulsado.
El caso de Yensunni Martí­nez es también trágico. Ha logrado generar la sensación en la población de que ella es la mera, mera. La representante de Mara Lezama, que va a jugar para gobernadora de Quintana Roo, y va a ganar. Logró tronar a Pastrana, a Otoniel Segovia y ahora a Luis Gamero. Está vendiendo la imagen de que si no estás con ella, estás contra ella, y que ella con su amiga Anahí­ van a decidir el futuro de la gente en el sur del Estado. ¿En dónde están las propuestas que repartí­a en los periódicos partidarios?
Por si fuera poco, al no lograr sus objetivos polí­ticos, o ver en peligro su victoria electoral tanto Anahí­ como Yensunni se están quitando sus rivales en los tribunales. No por méritos, sino por sentencias, impulsadas desde la federación. El PRI de hace unos aí±os, eliminaba la competencia guardando a los rivales en la cárcel un ratito, ahora llueven condenas desde los tribunales electorales. ¿Cuál es el cambio? ¿En dónde está la transformación en la forma de hacer polí­tica? En el caso de Mary Hernández, que se presenta a candidata a presidente municipal por Carrillo Puerto, no manejo la pelí­cula completa; pero sin duda está siendo arrastrada por el hecho de ser la cuí±ada de Yensunni. Ahora resulta que la 4T, como siempre, es cuestión de padrinos, compadres y familia.
Como en el caso de mi amigo Javier Chávez, mi posición sobre la defensa de la representación del sur del estado de Quintana Roo por locales es una posición polí­tica, más que analí­tica. Soy un partidario de que los representantes del sur sean del sur, y que defiendan los intereses de los ciudadanos, identificando sus problemas y llevándolos a dónde sea para que éstos se gestionen.
No creo en la soberbia en la polí­tica, ni en el autoritarismo. Lo lí­deres deben pactar y llegar a acuerdos con los ciudadanos. Si ello supone ser vetado por los poderosos, bienvenido sea. Ya me pasó con Roberto Borge Angulo, con Carlos Joaquí­n González, y si MORENA no tiene los tamaí±os polí­ticos para servir a la gente, seré vetado por la próxima administración, a no ser que entiendan que deben contar con la gente y bajarle tres rayitas a su soberbia y falta de sensibilidad polí­tica.

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *