La violencia en las ciudades mexicanas
Carlos Barrachina Lisón
3 de agosto 2021
A partir del aí±o 2017 se inició una nueva etapa de agravamiento de la violencia en México. Los principales sitios turísticos de playa del país fueron durante afectados. Los Cabos (111.2) y La Paz (84.8) en Baja California Sur fueron considerados ese aí±o entre los municipios más violentos del mundo. Acapulco en Guerrero les acompaí±ó (106.6). Cancún (34) y Playa del Carmen (30) en Quintana Roo, iniciaban en ese aí±o, una escalada de homicidios de la que todavía no han logrado escapar. Puerto Vallarta en Jalisco, por su parte, no entró en esta dinámica (13.4), de la que saldrían los municipios de Baja California Sur a partir del 2018.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) tiene una metodología para contabilizar los diferentes delitos que las fiscalías estatales les remiten. En el caso de los asesinatos, en algunas entidades federativas hay una clara intención de no entregar datos correctos (por falta de resultados en la gestión de la seguridad pública, o por otros motivos). Ello hace que el indicador tradicional de ”homicidios dolosos» para comparar la violencia en el país no sea adecuado. Para comparar los números de forma más precisa hay que restar los fallecidos por accidente de tránsito a los homicidios en general.
Entre el aí±o 2018 y el 2021 entre los núcleos urbanos mayores a 500.000 habitantes de México son los municipios de Guanajuato los que aumentan sus tasas de violencia homicida de una forma más sostenida. Así Celaya presenta tasas de 47.2 en 2018, 56.4 en 2019 y 105 en 2020. Irapuato de 87.5 en 2018, 84.2 en 2019 y 71.5 en 2020; y León, la ciudad más poblada de la entidad federativa, de 30.2 en 2018, 34.5 en 2019 y 41.7 en 2020.
Entre las ciudades turísticas mexicanas, Acapulco sigue siendo un centro de conflicto muy importante, a pesar de mostrar una curva descendente homicida (118.1 en 2018, 84.7 en 2019 y 48.1 en 2020); mientras que Cancún, contrariamente, aumenta sus índices (61.2 en 2018, 81 en 2019 y 66.2 en 2020).
Tijuana (Baja California) y Ciudad Juárez (Chihuahua), que tradicionalmente han tenido un comportamiento muy violento, recuperan una dinámica que se había moderado en la primera mitad del gobierno de Enrique Peí±a Nieto (2012-2018). En el primer caso, en el aí±o 2018 la tasa fue de 114.5, en 2019 de 101.5 y en 2020 de 96.5. En Ciudad Juárez en 2018 fue de 67.1, en 2019 de 85, y en 2020 de 94.6. Otros focos de violencia importantes son Culiacán en Sinaloa (50.6 en 2018, 45.5 en 2019 y 40.9 en 2020); Morelia en Michoacán (35.2 en 2018, 39.6 en 2019 y 47 en 2020); Chihuahua en el estado de Chihuahua (30 en 2018, 35.4 en 2019 y 36.7 en 2020); y Reynosa en Tamaulipas (41.7 en 2018, 39.7 en 2019 y 31.7 en 2020).
La tendencia en los seis primeros meses del 2021 seí±ala, en este orden, que Tijuana, Ciudad Juárez, Celaya, Cancún y Acapulco, siguen siendo las concentraciones urbanas con mayores tasas de homicidios en México.
Las tasas de homicidios son incluso más alarmantes para las personas que habitan en ciudades con una población menor a 500.000 habitantes. En el estado de Quintana Roo, Tulum (53.5 en 2018, 143.4 en 2019, y 194.8 en 2020) y Playa del Carmen (34.1 en 2018, 100 en 2019 y 72.2 en 2020) se suman a los altos índices homicidas que presentaba Cancún. En el estado de Colima, la evidencia de la gran violencia que se está viviendo se refleja en Manzanillo (111 en 2018, 138.7 en 2019 y 144.5) y Tecomán (216.2 en 2018, 156.2 en 2019 y 81.5 en 2020). En Guanajuato, no sólo son las grandes ciudades de la entidad las que muestran tasas muy altas: Salamanca tuvo 135.7 asesinatos por 100.000 habitantes en 2018, 141.2 en 2019 y 150.3 en 2020; Silao, 88.4 en 2018, 85.5 en 2019 y 59.4 en 2020.
Las estadísticas de Ciudad Obregón en Sonora (53.2 en 2018, 74.9 en 2019, y 94.4 en 2020), Uruapan en Michoacán (44.6 en 2018, 75.1 en 2019, y 63.3 en 2020), Zacatecas, en el estado de Zacatecas (50.8 en 2018, 30.7 en 2019 y 58.2 en 2020) y Cuernavaca en Morelos (28.8 en 2018, 45.7 en 2019 y 37.8 en 2020), muestran como la violencia regresa a espacios tradicionales, o se mueve de unas entidades federativas a otras, afectando espacios que no eran violentos no hace mucho tiempo.
Finalmente es importante mostrar los casos de Tamaulipas y Veracruz. Es difícil creer la reducción de la violencia en unos territorios en los que tradicionalmente la violencia ha estado muy arraigada, sin haberse realizado políticas de seguridad pública distintas a las de las otras entidades federativas. En Tamaulipas, según el SESNSP, en Ciudad Victoria se pasó de 86.1 en 2018, a 44.6 en 2016, y a 10.5 en 2020. En Tampico las tasas serían de 12.8 en 2018, 10.1 en 2019 y 5.7 en 2020, lo que quiere decir que ”únicamente» fueron asesinadas 38 personas en 2018, 30 en 2019, y 17 en 2020. En el caso del sur del estado de Veracruz, también son difíciles de creer la reducción de tasas de Minatitlán (40.7 en 2018, 45.6 en 2019 y 35.9 en 2020) y especialmente de Coatzacoalcos (62.4 en 2018, 44.2 en 2019 y 26 en 2020). Del mismo modo sorprenden las tasas de la capital de la entidad Xalapa, por las moderadas tasas que presenta (23.7 en 2018, 17.2 en 2019 y 14.3 en 2020).
La tendencia en los primeros meses del aí±o 2021 seí±ala que nuevamente Tulum, Ciudad Obregón, Manzanillo, Zacatecas, Playa del Carmen, Uruapan y Salamanca encabezan el número de homicidios en el país, entre las ciudades con menos de 500.000 habitantes.
México tiene a varias de sus ciudades entre las que se consideran más violentas del mundo. La clase política ha renunciado a reformar el sistema nacional de seguridad pública, que implicaba transformar las policías estatales y locales, y contar con una estrategia clara de seguridad. Por otra parte, se está viviendo un recrudecimiento de la lucha de los diferentes grupos del crimen organizado, que no se ha detenido frente a la pandemia del COVID-19. En este contexto, la Guardia Nacional, de momento, no ha logrado controlar la inseguridad, y es muy probable que las fiscalías de varias entidades federativas no estén integrando de forma adecuada sus carpetas de investigación, por lo que los datos del SESNSP no logran reflejar la realidad homicida de una forma precisa.