NO MíS SANGRE NO MíS POBRES NO MíS CORRUPCIí“N
Herbert Carrillo Ruiz.
La iniciativa de Eduardo del Río ”Rius», un extraordinario caricaturis- ta a quien tuve la oportunidad de conocer y entrevistar en la ciudad de Chetumal hace algunos lustros, acaba de impulsar una interesante iniciativa: ”No más sangre».
Y lo anterior, ¡sí que es noticia! Porque en 1988, ”Rius» nos había prometido regresarse a su claustro de Cuernavaca, donde no permi- tía ni siquiera el paso de la luz de la más insignificante letra del más prestigiado periódico y menos la imagen del más afamado noticiario.
”Sólo son portadores de malas noticias y reiterativas», opinaba el autor de ”Los Supermachos» (revista a la que más tarde rebautizó como ”Los Agachados», y ”por esa razón dedico mi vida a la lectura y a las caricaturas».
El tal ”Rius», como se autopresentaba, autor de numerosas obras como ”La Panza es Primero», ”Cuba para principiantes», ”Mao en su tinta», un michoacano ejemplar y crítico de la política con sus perso- najes como Don Perpetuo del Rosal ó el Inspector Caltzóntzin, nunca, que sepamos, había abierto la boca para convertirse en un ciudadano activista. Y qué bueno que se atrevió, porque su iniciativa podría su- mar a millones de mexicanos que deseamos que México sea de nuevo el país del cual algún día nos sentimos orgullosos por su paz social y su envidiable seguridad.
Pero los principales aliados de esta singular iniciativa debieran de ser los medios de comunicación masiva, que en su mayoría y en aras de una libertad de expresión mal entendida ó a lo mejor ”bien entendida $$$» ha convertido sus páginas en escenarios amarillistas donde desfilan las fotos más crueles de ”hazaí±as» de la delincuencia organizada en sus intestinas luchas por el control de las plazas más importantes del país para la distribución de estupefacientes.
En tres décadas, la ”modernidad» y la globalización de las publi- caciones han cambiado la vida de nuestra nación. Y conste que no estamos ni estaremos en contra de la libertad de expresión, pero llego la hora en que los lectores, los televidentes, y todos los mexicanos manifestemos nuestra inconformidad contra el libertinaje en que ha caído la inmensa mayoría de los medios de comunicación.
En nuestro paso por el Diario, aprendimos, entre otras cosas, el daí±o que podría ocasionar, principalmente a los adolescentes y jóve- nes, llamarle por su nombre a una sustancia tóxica. Era despertar la curiosidad para experimentar sus efectos con las consecuencias que todos conocemos de los estupefacientes.
Publicar una nota roja con los detalles que ahora ocupan hasta las 8 columnas con cuerpos descabezados en vez del título de una noticia más trascendente, es el pan nuestro de cada día. Y esa imagen morbo- sa permea, desafortunadamente en la gente más vulnerable. Incluso, como dice un amigo lector, si exprimiéramos algunos periódicos la sangre brotaría a borbotones. Y ese, precisamente ese impacto es lo que buscan los que se dedican a esas actividades ilícitas.
Pero la iniciativa de ”Rius» y otros caricaturistas ¿Realmente sería apoyada por la inmensa mayoría que deseamos recuperar la tranquili- dad en las calles de México?
¿Podría la ciudadanía con esas palabras de ”No más sangre» aba- tir las balas que incluso matan a inocentes? ¿Debe, como sugiere la escritora Elena Poniatowska, pactar el Presidente Felipe Calderón con los cárteles de la droga para ponerle alto al fuego? ¿O acaso legalizar el uso de los estupefacientes como lo proponen los escritores Héctor Aguilar Camín y Jorge Castaí±eda?
”No más sangre» debe de involucrar a todo México, incluso a los encargados de derramarla en aras del poder y del dinero. Pero también con ”No más sangre», deben surgir más iniciativas como ”No más po- bres», ”No más hambre», ”No más desempleo», ”No más corrupción», ”No más ni nis». Y sobre todo nunca más ”no más»…
Cancún, 12 de enero de 2010