¿Le será fácil a los polí­ticos vencer a la soberbia…?

La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano. San Agustí­n (354-439) Obispo y filósofo.

Después de tantas promesas de campaí±a, imágenes estilizadas de candidatos sonrientes, que en muchas ocasiones desconocedores de la realidad social, que su único merito fue involucrase y ganar una contienda electoral. El caso Quintanarroense, ya termino con esa etapa y ahora están próximos al cambio de mando. Cada minuto que pasa, llega el dí­a ansiado para gobernar a un pueblo y una sociedad que tiene ansias de ser escuchada y atendida por sus autoridades.

Seguramente sus ilusiones están enmarcadas en las promesas de campaí±a, pero en muchas de las ocasiones, provienen de ideas que solamente nacieron desde el escritorio de los asesores de campaí±a del polí­tico en turno y no de la comunidad.

El nuevo ”mandamás local» o Tlatoani, está ansioso de ocupar el espacio de su antecesor para dirigir al pueblo. Sus seguidores más cercanos, acarician la idea de cobrar por fin la primera quincena, pero sin conocer realmente cuáles son sus funciones en el área que le encomienda esta institución.

”Es el principio del calvario de los ciudadanos» dirá la gente, porque mientras se capacitan los nuevos encargados de las oficinas públicas, ya pasaron los meses, y a la par se esfuman el sueí±o de cada uno de los ciudadanos ¿Será que está a punto de cumplirse otra mentira?

Cuando sucede eso, está más próxima la siguiente elección y que los próximos candidatos usaran el mismo cuento de siempre. Los ”sesudos» dirí­an ¿Que está pasando con las autoridades?

-¡Si del pueblo nació este Gobierno! Entonces ¿Será que el pueblo no está preparado para gobernarse? O ¿Quién se responsabiliza de este mal gobierno?

El oro hace soberbios, y la soberbia, necios

Hay quien adquiere una responsabilidad, por pequeí±a o grande que sea, y olvida cómo llegó a ella, que una vez endiosados, preten- den y creen ser dueí±os de la verdad absoluta y dejan de escuchar los consejos de sus consejeros, los asesoramientos de sus asesores y la voz de quienes le rodean

Por eso hay tantas personas que una vez que arriban al Gobier- no, se caracterizan por ser individuos que de la noche a la maí±ana, cambian de look y de forma de ser, pareciera que el dinero que viene de los fondos públicos, como el ramo 33 hacen cambiar incluso el destino de las familias de la clase gobernante en turno. Ya para eso,

salen a luz pública, los primeros casos de corrupción, adulterio y de sus malas decisiones.

Otra de sus caracterí­sticas, es que no les gusta informar, piensan que los recursos públicos pueden disponer de ellos como mejor les parezca; le vale un bledo la existencia de leyes que regula el servicio público, incluso como propiciar a que la comunidad participe en sus programas de Gobierno.

¿Informar a quien? Preguntaran algunos polí­ticos que no tienen claro del significado del encargo público que tienen. Otros deciden hacerlo, maquillando sus datos y haciendo que sus programas de Gobierno sean exitosos por lo menos en el papel.

Realmente ¿Son exitosos? Si fuese así­, no deberí­a incrementarse la pobreza en nuestro paí­s; en la vida real cuesta trabajo aceptar que cada vez vemos muy distante que tengamos los satisfactores básicos para vivir con dignidad.

Valdrí­a la pena revisar cada uno de los informes de los 3 niveles del Gobierno, enlistarlos y darles un seguimiento para conocer su impacto y en caso, que sean realmente exitosos, deberí­amos velar a que le dieran continuidad ¿ O no?

El tiempo transcurre de manera imperdonable, los ”ensayos de ser un gobierno ejemplar» aunque no lo sea, terminan por generar al pueblo una ola de inconformidades que inician en murmullos que son calladas, y es cuando se elevan a denuncias ciudadanas más organizadas, tal como sucedió hace algunos dí­as en Egipto. Este movimiento social indica que fue encabezado por los jóvenes y son ellos quienes salieron a la calle para exigir libertades y enfrentarse a la terrible violencia policial, porque saben que no tienen ninguna esperanza sobre su futuro a pesar de su formación universitaria, no encuentran trabajo y, por tanto, no pueden casarse. Y que actúan mo- vidos por una ira indomable y un profundo sentido de las injusticias existentes, lo interesante es que no pertenecen a partidos polí­ticos ni organizaciones anquilosadas controladas por los gobiernos, y que no buscan sustituir a un funesto gobernante con polí­ticos de otro tipo, sino que luchan contra el capitalismo, las guerras y el imperialismo de los EEUU.

¿Sí­ continuamos con esa forma de gobernar, será que en México estamos cerca de movimientos sociales de ese tipo? El tiempo lo dirá…

Graciela Machuca

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