Boda real: el debate antimoarquico

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Leonardo Boix

La boda real del prí­ncipe Guillermo de Inglaterra con Kate Middleton despertó un profundo debate en Gran Bretaí±a acerca de si es nece- sario en el siglo XXI seguir con un sistema monárquico anticuado fundado en el privilegio de clase, la herencia y la posesión de pala- cios, joyas y bienes millonarios.

Cuando en el paí­s la prensa ha dedicado innumerables páginas y portadas a la Realeza y el Reino Unido atraviesa la peor crisis eco- nómica en más de 60 aí±os, muchos se preguntan qué sentido tiene mantener con dinero público a una familia disfuncional tan costosa.

Según un sondeo elaborado por la consultora Ipsos-MORI, a casi la mitad de la población británica, exactamente un 47% de los británicos, no le interesa la boda real de Guillermo y Kate, mientras que un 18% que cree que la Monarquí­a deberí­a abolirse por sus altos costos y excentricidades, como también por sus constantes escándalos públicos.

La encuesta indicó que el 47% de la población tiene poco o nin- gún interés en el fastuoso casamiento del primogénito del prí­ncipe Carlos y la fallecida Lady Di, en la medieval Abadí­a londinense de Westminster.

Aunque el 18% cree que Gran Bretaí±a deberí­a convertirse en una república y poner fin a siglos de hegemoní­a real, el 75% sigue apoyando a la Monarquí­a, en su mayorí­a por considerar que es una institución con demasiada historia y tradiciones como para ser anulada.

Sin embargo, la mayorí­a de los consultados no cree que la Reale- za británica siga en pie en los próximos 100 aí±os.

El 84% de los entrevistados dijo que el paí­s seguirá con una monarquí­a la próxima década, mientras que sólo el 37% espera que ésta sobreviva por otro siglo.

Según el sondeo, por el se entrevistó telefónicamente a mil adultos británicos entre el 15 y el 17 de abril, un 56% afirmó que le interesa la boda de Guillermo y Kate, comparado con un 24% que respondió de forma negativa.

Para el 47% de los británicos, la boda real «no tiene demasiado importancia», en tanto que un 53% opinó lo contrario.

La encuesta da cuenta de un cada vez mayor número de britá- nicos que se opone a la Realeza, una institución que sin embargo cuenta con un fuerte apoyo en el mundo polí­tico y en el Parlamento del paí­s.

El debate ocurre en medio de una polémica por parte de grupos antimonárquicos, que critican a la Familia Real por los elevados cos- tos que deberá afrontar el erario británico para la boda de Guillermo y Kate.

El organismo Republic, el principal grupo en Gran Bretaí±a que aboga por el fin de la Monarquí­a británica, afirmó en entrevista con la publicación Perfil que el casamiento de la pareja «debe ser un asunto privado» e instó a las autoridades que la fiesta no sea financiada por el contribuyente.

«Que lo paguen los Windsors», subrayó Smith, quien sostuvo que en momentos en que las autoridades le piden a la población que se ajuste el cinturón, anuncia despidos masivos y recortes a los servicios públicos «es enfermizo» que se gaste tanto dinero en la Realeza.

En julio pasado, el Gobierno confirmó que el costo anual para mantener a la Familia Real es de 62 peniques de libra por ciudadano (un dólar), aunque admitió que los gastos por la boda real, principal- mente el enorme operativo de seguridad, serán pagados enteramente por el contribuyente. La suma total podrí­a superar los 80 millones de dólares.

Gran Bretaí±a destinó 38,2 millones de dólares (unos 60 millones de dólares) al aí±o durante el perí­odo 2009-2010 para financiar a la Corona, una caí­da del 7,9% del perí­odo previo.

Este aí±o, la coalición que encabeza David Cameron debió anunciar un plan de ajuste sin precedentes en el paí­s para reducir el enorme déficit fiscal, con despidos masivos, recortes al gasto público y congelamiento de salarios.

Todo ello ocurre cuando los ingresos privados de la reina Isabel II treparon a 13,3 millones de libras esterlinas (unos 22 millones de dólares) anuales, un incremento triple comparado al í­ndice inflacio- nario en Gran Bretaí±a.

Las ganancias, que aumentaron un 5,4%, provienen del medieval Ducado de Lancaster, y son utilizadas por la monarca para financiar sus actividades privadas, y algunas públicas. El patrimonio de Isabel incluye 18.600 hectáreas en Inglaterra y Gales, obras de arte, joyas y palacios.

En entrevista con Apro, Graham Smith, presidente de Republic, la mayor organización en Gran Bretaí±a que aboga por una republica británica, sostiene que la Monarquí­a ”debe desaparecer, porque ya no representa a nadie».

”Todo está relacionado con el hecho de que la Monarquí­a es una institución muy poderosa, que representa a poderes e intereses especí­ficos. Perpetuar esta noción de diferencia de clase y alcurnia, mantener tierras y palacios y que esas ganancias queden dentro de la Familia y los herederos», dice Smith.

Y aí±ade:

”Ellos (la Familia Real) hacen todo lo posible para promover y mantener viva a la Realeza, les conviene. Están convenciendo a la población acerca de que la Monarquí­a es una institución que no le hace daí±o a nadie y que lleva mucho tiempo. Hay una concepción generalizada en este paí­s acerca de que tenemos que seguir con una Realeza, algo totalmente equivocado.

”La Realeza nos han hecho mucho mal como sociedad, no repre- sentan al común de la gente y sus intereses no son para nada los de la mayorí­a de los británicos. Son poderosos y quieren mantener ese poder a toda costa. Les conviene, pero necesitan de la aprobación de la gente para seguir».

–¿Por qué cree que la Monarquí­a como institución pública no ha sufrido recortes importantes a su presupuesto, cuando el resto de la sociedad sí­ ha tenido que ajustarse? ¿Qué réditos o ganancias le representa al paí­s mantener la Corona?

Responde el entrevistado:

”Lo que ocurre es que la Monarquí­a escapa totalmente a cualquier tipo de control. Están por sobre toda reducción o juicio. La Realeza sigue como si nada con sus gastos y excentricidades, por que cree que para eso está, sin importar que el resto del paí­s tenga que someterse a los ajustes más duros en 60 aí±os. Hacen lo que quieren.

”Esto es lo que pasa justamente con la boda de Guillermo y Kate, que costará al erario británico decenas de miles de libras esterlinas».

Según el presidente de Republic, el Gobierno ”quiere hacer creer» a la población que la Realeza atrae al turismo a los palacios reales y que vende. ”Esto es pura ficción», insistie.

Smith cuenta además que las autoridades británicas le prohibieron a Republic y a otros grupos anti-monárquicos manifestar públicamen- te el dí­a de la boda.

”Nos han prohibido manifestar contra el casamiento. Las autoridades nos impidieron repudiar la boda en la calle, es un acto totalmente inaceptable. Ocurre debido a que hay intereses comercia- les (de grupos pro-monárquicos), que se benefician de la boda, como también prejuicios contra los republicanos», indicó.

El activista republicano afirma además que a la mayorí­a de los británicos ”no le importa nada» la Monarquí­a.

”Están aburridos, tienen otras cosas de qué preocuparse. La fami- lia real no es lo suficientemente interesante, no representa las aspi- raciones de la gente ni lo que ocurre en el resto del mundo», destaca Smith, para quien la Realeza ”no durará mucho».

”Se tendrán que ir. Dependerá de nosotros hallar una campaí±a que sea efectiva y que logre convencer a la población acerca de las desven- tajas de contar con una Monarquí­a. Hay mucha gente que cree que la Realeza debe seguir porque siempre estuvo allí­. Vamos a generar un debate profundo y una vez que lo logremos veremos muy rápido un cambio de opinión».

Lo cierto es que la boda generó todo tipo de crí­ticas, desde grupos islámicos con ví­nculos en Medio Oriente, hasta organizaciones antimonárquicas de Europa, que rechazan la boda real como un evento de interés público y llaman a la abolición de todas las monarquí­as europeas.

Dichos grupos incluye a musulmanes contra las Cruzadas, una or- ganización que considera que la Realeza británica perpetúa intereses imperialistas y totalmente medievales.

Desde el pasado 25 de abril han llegado a Londres grupos republi- canos y antimonárquicos de toda Europa, que aprovechan la ocasión de la boda real para generar un debate por la abolición de todas las monarquí­as en el Viejo Continente.

La coalición, que cuenta con el aval de Republic, incluye a antimo- nárquicos de Suecia, Dinamarca, Espaí±a, Holanda y Bélgica.

«A la mayorí­a de los británicos no les importa gran cosa la familia real o la monarquí­a y cuando se presenta una historia como ésta, la gente comienza a pensar (en la institución). Y ello nos permite a noso- tros darnos mejor a conocer», asegura

Graham Smith.

Sin embargo, son muchos en el Reino Unido que están a favor de la Realeza, en algunos casos fanáticos de la Familia Real.

Un ejemplo de ese fanatismo fue el caso de la primera persona en acampar fuera de la Abadí­a de Westminster para presenciar el casa- miento real.

John Loughrey, de 56 aí±os, inició el lunes 25 su vigilia de una se- mana para asegurarse una buena posición en la procesión de carruajes hacia la Abadí­a.

«Siempre he sido leal a la Familia Real», declaró a la radio 4 de la BBC el londinense, que lleva una camiseta con la inscripción «Diana estarí­a orgullosa».

El ex ayudante de chef, que dijo ser un «súper fan» de Lady Di, vistió además una bandera con el rostro de Guillermo y Kate, como también un sombrero con la bandera británica (Union Jack).

Loughrey ya habí­a acampado en 1997 en Londres tras la muerte de la princesa Diana, y fue uno de los miles de británicos y turistas que vio la procesión funeraria con el féretro de la princesa.

«Contamos con una Realeza desde hace más de 1.000 aí±os, y ha hecho una gran contribución a la vida de este paí­s», agregó el inglés de clase media, para quien la sucesión de la Corona «garantizará el futuro de Gran Bretaí±a».

Según el británico, Guillermo y Kate «estarán juntos para siempre» y reinarán algún dí­a al paí­s y sus dominios de ultramar.

«Ellos se han tomado su tiempo antes de casarse, a diferencia de la fallecida madre del prí­ncipe, que se casó tal vez demasiado joven (a los 20 aí±os). El prí­ncipe ha aprendido de su madre a tomarse su tiempo», dijo Loughrey, mientras armaba la tienda de campaí±a para esperar el desfile real.

Graciela Machuca

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