¿Los mayas cómo conciben a la muerte?

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Bernardo Caamal Itzá

Entre los antiguos mayas, existió la costumbre de honrar al Seí±or de la Vida y al de la Muerte, así­, el llanto de un recién nacido era motivo de canto y de alabanza divina por la nueva vida, y de igual manera del momento de la muerte fí­sica nací­a un profundo respeto por Yuum Kiimil. Los rituales que manifestaban esta relación persisten en estos dí­as que sentimos la presencia de los espí­ritus de los difuntos, sobre todo en estos dí­as especiales dedicados a ellos.
La mujer en representación de la Tierra, pare al recién nacido como el grano recién brotado-, y el pequeí±o llora en seí±al de fortaleza para afrontar la vida. En el fallecimiento los seres queridos lloran por su pérdida, y la Tierra lo recibe gustosamente el cuerpo para darle vida a futuros granos de maí­z. Con los relatos de los abuelos y abue- las, esta costumbre y tradición constantemente se renueva, se recrea y se pierde en la inmensidad de la oscuridad de la noche.
La fuente de vida del hombre maya se relaciona directamente con el maí­z, uno de los mitos relata que un grupo de sus jóvenes guerre- ros cayó en la batalla, precisamente en momentos en que las cose- chas de maí­z se habí­an logrado, sus afligidas madres, reunidas en un ambiente comunitario observaban los elotes grandes y se pregun- taban ¿Ahora donde están nuestros hijos, los que con sus manos y sudor cultivaron estos sagrados granos…? y fue cuando idearon hacer atole y la comida para ofrendarla a los espí­ritus de aquellos jóvenes que en vida no pudieron gozar de aquellos manjares. Desde enton- ces, tenemos los dí­as especiales donde el espí­ritu de los difuntos nos hacen recordarlos -U K ́AASKUBAA PIXANOOB-.
Por ello, durante los dí­as del mes de noviembre, cuando las co- sechas de la milpa se han logrado, los pixano’ob- espí­ritus-, aunque están ocultos para nuestros ojos, nos acompaí±an. Esta es una forma de entender lo que significa la vida y la muerte, lo cierto nos aclara como nuestra vida está enmarcada en un cí­rculo, llevando consigo un lí­mite -el P ́iis-, lo que nos enseí±a que todo tiene un lí­mite, una medida o un ciclo.
El P ́iis marca los lí­mites de la dualidad, como la noche y el dí­a, elbien y el mal, hasta las formas en que la gente de las distintas esferas de vida se comporta a nivel personal, familiar y comunitario.
Esto remarca, la necesidad de entender cómo los mayas entienden el concepto del P ́iis , y el aporte que representa a una sociedad con grandes problemas sociales, el P’iis es otra forma de decir, ”ya basta con tanto desequilibrio ecológico, económico y social» ¡Basta! ¡Hasta aquí­!…, con el individualismo, la insensibilidad, la apatí­a, y todos los antivalores que conducen a instaurar la cultura de la muerte- observa- da desde el modelo occidental, la muerte finita, que se acaba y no da paso a nada más… en contraste con la muerte desde la visión maya en la que si el grano no da finito, es necesaria para trascender, transmu- tar, transformar, etc.-,porque actualmente ya no escuchamos a los abuelos, y ya no entendemos el lenguaje de la naturaleza.
Ahora todo es consumo y se monetarizó, es decir, todo se quiere convertir en dinero, más gasolina, más riqueza, más en todo…pero es- tar aturdidos también llega a su fin …. ¡Ts’óok u p ́í­ista! -, ya basta del letargo y desidia y que a la larga nos va alejando de nuestra realidad como seres humanos.
Es necesario hacer una pausa, y prevenirnos de estar extraviados, perdidos o en problemas. Pensar en la importancia de decidir qué pozo tapar, en vez de tapar el pozo porque después de ahogado el nií±o.
Pensar así­, permite que resurja de nuevo el PIXAAN, el espí­ritu vivo de la esperanza, el de la juventud que viene a nutrirse de manja- res extraí­dos del sagrado maí­z, de la miel que recolectan las abejas en los árboles de jabí­n, de aceites que brotan de las semillas de calaba- zas y de los dulces granos del frijol.
Entonces, el k’alay – la historia- se asemeja al abuelo que pasa junto a nosotros, a quien le debemos respeto, porque si no le hacemos caso ó sino escuchamos su voz, nos advierte que estamos sembrando el caos. Y la memoria nos viene antiguos relatos de que si sembramos piedras, cosecharemos piedras, pero aquel que presta atención a su mensaje, tendrá de nuevo vida y aquellas piedras se convertirán en granos de maí­z…

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Graciela Machuca

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