Como cada aí±o, llegar a las fechas de diciembre nos hace recordar todo lo que sucedió durante más de trescientos dí­as… nos envol- vemos en un clima de camaraderí­a y amor fraterno, nos vamos posicionando en situaciones que distan mucho de ser comunes (en otra época del aí±o); nos descubrimos, comprando regalos, poniendo arbolitos de navidad, preparando cenas o cosas similares si contamos con recursos suficientes para poder realizar esas tertulias propias de la época navideí±a. Otros vivirán situaciones que les hagan enfrentar sus miedos más profundos, llorarán la pérdida irreparable de algún ser querido o sufrirán por la falta de recursos para poder llevar a cabo con lo que tradicionalmente se espera durante el mes de diciembre.
La vida trascurrirá entre las distintas posturas que se observarán, el tiempo no se detendrá para que todo encuentre un arreglo terrenal, por el contrario, parecerá que avanza más rápidamente y genera más problemáticas de las acostumbradas. Serán interpretaciones que sur- girán de la forma en cómo estemos atravesando por ese periodo, serán porque deben ser, esas fechas se encargan de hacernos rememorar todo lo que nuestro aí±o trajo y nos dejó.
Este aí±o me dejó muchas cosas, recuerdos que no podrí­a decir que son los más agradables, sin embargo, también me dejó muchas cosas hermosas… en alguna ocasión alguien me dijo que pensaba que mi vida apestaba por los momentos malos que viví­a, entonces significaba que también los momentos buenos apestaban porque unos se complementan con otros. Este aí±o fue completo, me llevó del éxtasis eufórico por éxitos alcanzado hasta la depresión por pérdidas que no se desean, pero que son necesarias… este aí±o fue como no pensé, pero como lo necesite.
Diciembre nos recuerda ese transitar que hacemos por la vida, en cómo vamos trazando nuestro destino y nos vamos acercando o ale- jando de los sueí±os que un dí­a nos atrevimos a soí±ar… nos recuerda que no somos seres independientes en un mundo aislado, sino que pertenecemos a un colectivo y debemos fomentar esos lazos de her- mandad y fraternidad que tanto se requieren. Este mes con sus tardes frescas y sus noches frí­as (aunque sean calurosas las recordaremos frí­as), con sus villancicos en ramas improvisadas o bien preparadas, con sus compras de pánico el 24 o 31 del mes, con sus lágrimas al pre- parar la acción de gracias y recordar que no se compartirán con el ser amado, los pleitos por saber con qué familia se degustará o realizará el brindis… diciembre con tantas risas y tantas lágrimas escondi- das, con tantos abrazos y buenos deseos, con tantas esperanzas y sueí±os… diciembre con sus 31 dí­as de paz no hará volver a nuestras raí­ces y abrirnos los ojos ante una realidad que podemos modificar, si así­ lo deseamos.
Tres deseos les dejo para este diciembre, Salud, Fuerza y Unión… SALUD mental y fí­sica para disfrutar de todo lo que se avecina, para no dejarnos vencer por enfermedades terrenales y enfrentar con firmeza y decisión los designios de aquel ser omnipotente y omnipre- sente en el que fincamos nuestra fe… Salud para poder enfrentar los designios del tiempo con orgullo y dignidad, para que cuando este- mos por entregar cuentas, digamos que vivimos como debimos vivir. FUERZA, para aceptar los mandatos de aquel que nos va guiando en este valle de lágrimas, para comprender las intenciones de quien bus- ca nuestro bien y al que no entendemos muchas de las veces; fuerza para enfrentar las calamidad que nos azotan y podamos levantarnos de esos golpes fí­sicos o emocionales que nos hacen desfallecer, fuer- za para caminar con la mirada altiva y la sonrisa en el rostro a pesar de que el mundo insista en que debemos llorar. UNIí“N para afrontar las cosas como colectivo, para asimilar el hecho de que no estamos solos y nuestras acciones tienen repercusiones en la generalidad, para sabernos parte de un todo y que nuestra participación (por pequeí±a que sea) es tan importante como las de los demás… SALUD, FUER- ZA Y UNIí“N son los mejores deseos que puedo regalarles y llamarles Hermanos el honor más grande que me puedo permitir.
Ignoro cuantas lágrimas derramaré al recordar a los que fueron, ignoro cuanto reiré al revivir anécdotas cómicas de antaí±o, ignoro cuantas noches pasaré en vela pensando en las enfermedades de quienes me rodean, ignoro cuantas veces con ansiedad esperaré el festejar los momentos de alegrí­a con mis seres queridos… ignoro tan- tas cosas, pero de algo estoy seguro, cada que se acerque diciembre volveré a realizar ese ejercicio mental que nos lleva al recuerdo y la autoevaluación y quiero decirme, cuando eso suceda, que mi vida está teniendo sentido.
FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO Aí‘O NUEVO HERMANOS, VIVAN Y DISFRUTEN MIENTRAS LO HACEN, DESPUí‰S DE TODO, ES NUESTRA VIDA Y NOSOTROS SOMOS RESPONSABLES DE ELLA.

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *