Peí±a Nieto y sus dos caras

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Jorge Cepeda Paterson

sinembargo.mx

La reforma financiera es la primera ví­ctima de la esquizofrenia polí­tica de la administración priista. Este martes fue suspendida la firma del pacto que habrí­a asegurado la mayorí­a parlamentaria para alcanzar la ansiada reforma del crédito bancario. Un proyecto que el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, vení­a trabajando desde hace meses, y sobre el cual la administración de Peí±a Nieto cifraba sus esperanzas para lograr una mayor recaudación ví­a la activación económica y constituí­a el primer paso para llegar a la reforma fiscal. Esto no significa que la reforma financiera haya sido cancelada del todo.

Pero obligará al PRI a tener que decidir entre el camino de la legitimación polí­tica o el de la corrupción para mantenerse en el poder.

Y es que no se puede chiflar y tragar pinole. Peí±a Nieto quiere ser reformador modernizante en sus relaciones con la oposición y la ciudadaní­a y, al mismo tiempo, favorecer al dinosaurio clientelar que abusa del poder para descontar a la oposición. ¿Pues qué creí­an que iba a pasar al traer a Rosario Robles a manejar la agenda social del gobierno? La mujer se habí­a dedicado en los últimos aí±os a asesorar a candidatas priistas para asegurar su triunfo electoral.

¿De veras creí­an que se iba a reconvertir en especialista en temas de pobreza? El problema desde luego no está en Rosario Robles, sino en quien la puso allí­. Un tenedor no sirve para tomar la sopa, a menos que sea usado no para tomar la sopa sino para pinchar a los que intentan acercarse al plato. Si habí­a alguna duda sobre el propósito de tener a una operadora polí­tica, Peí±a Nieto la despejó ampliamente al apoyarla de manera incondicional luego de ser ventilados los manejos polí­tico electorales de la Sedesol en Veracruz.

Me gustarí­a ver cuál serí­a la reacción del ex gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, quien en el último ejemplar de la revista Time aseguró que Peí±a Nieto era un verdadero estadista gracias a tener el intelecto de Obama, el carisma de Reagan y el oficio polí­tico de Clinton.

O sea, poco menos que Nelson Mandela en Los Pinos. ¿Cómo va a interpretar Time el apoyo incondicional a Rosario Robles para que use el dinero destinado a los pobres para vencer tramposamente a la oposición? A diferencia de otros casos, en los que el Presidente reaccionó rápidamente en la contención de daí±os, ahora Peí±a Nieto enseí±ó otro rostro.

En los últimos meses habí­a mostrado sensibilidad polí­tica para deshacerse de Humberto Moreira cuando se exhibió la irresponsabilidad del ex gobernador de Coahuila en materia de deuda pública; contrarrestó el impacto del #YoSoy132 con una serie de proyectos de aparente apertura polí­tica; regresó de Punta Mita al ser cuestionado por las redes sociales por vacacionar luego de declarar duelo por la explosión en oficinas de Pemex. En sus primeros cuatro meses buscó por todas las ví­as construir una imagen de Presidente conciliador y moderno.

En el fondo, el PRI está atrapado por sus personalidades múltiples. Dr Jekyll y Mr Hyde. El propósito de ambos, por así­ decirlo, es lograr que el PRI conserve el poder durante muchos sexenios. Pero mientras que el Dr. Jekyll quiere hacerlo a través de un gobierno eficiente y con credibilidad, para lo cual necesita reformas que generen legitimidad y recursos fiscales para financiar la obra pública y promover las inversiones, el impresentable Mr. Hyde lo quiere hacer mediante la chapucerí­a del clientelismo y el triunfo electoral a cualquier costo. Una parte del PRI devora a la otra parte. Y lo peor es que las dos están metidas en Los Pinos. La fachada duró menos de cinco meses. ¿En qué terminará convirtiéndose Peí±a Nieto?

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Graciela Machuca

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