Carlos Puig

Hay muchos Genaros Góngoras en México.

Todos conocemos a uno de ellos: son esos padres que contravienen la ley al no cumplir con las obligaciones que tienen con los hijos e hijas que procrearon. No nos confundamos. No son padres ”irresponsables», como a veces son llamados. Son infractores de la ley.

Muchos de esos padres —porque casi siempre son hombres los que caen en esa conducta— usan a su favor leyes poco efectivas en su aplicación, o se aprovechan de que la ex cónyuge no podrá cuidar y mantener a los hijos al tiempo de que emprende el engorroso juicio para demandar el cumplimiento de lo que un juez ya habí­a establecido. Por si fuera poco, hay padres que llegan al extremo de mover influencias económicas, polí­ticas o, incluso, judiciales para no pagar lo que les corresponde por ley, mermar los recursos de la madre e, inclusive, marginar a ésta del contacto con sus hijos, dejándolos desprotegidos. El ejemplo perfecto, ya se sabe, es el ex ministro de la Suprema Corte, Genaro Góngora Pimentel. Pero como él hay muchos. Si hacemos un poco de memoria, comprobaremos que todos hemos sabido de al menos un ”Góngora» en nuestro entorno.

Esta violación a los derechos de los infantes es un asunto común en nuestra sociedad. Y peor aún: pasa, además, con alarmante frecuencia cuando alguno de estos nií±os tienen algún tipo de discapacidad. Como en el caso de Ulises y David, quienes tienen autismo, hijos de Góngora y su ex pareja, Ana Marí­a Orozco.

Más allá de este caso, hay estadí­sticas que nos hablan de que hay una violación cotidiana y grave a los derechos nií±os y nií±as de México: hay quien dice que tres de cada cuatro hijos de padres separados no reciben la pensión alimenticia adecuada.

Junto con l@s nií±@s, las mujeres siempre son las más afectadas.

En el caso en particular de nií±os y nií±as con discapacidad, no hay ninguna salvaguarda en la ley (Código Civil Federal, del DF o de los estados) que dejen en claro, cuando los padres se separan, que para que estos nií±os puedan acceder a sus derechos, como los demás nií±os, necesitan de muchos más apoyos: monetarios y de todo tipo. Los distintos códigos civiles no han sido armonizados con respecto a la Convención de los Derechos Humanos de las personas con Discapacidad de la ONU, que México firmó y ¡ratificó hace 5 aí±os! Tampoco han sido capacitados al respecto los jueces de lo familiar.

Un grupo de periodistas hemos decidido publicar esto de manera simultánea. Buscamos, sobre todo, alentar la discusión de este tema a profundidad. Y sin minimizar la tragedia de la familia ví­ctima del ex presidente de la Suprema Corte Genaro Góngora, queremos llamar la atención sobre lo común que es este tipo de violaciones a las leyes y los derechos, y lo mucho que las toleramos como algo ”normal».

Invitamos a los lectores a visitar la página de FBhttp://www.facebook.com/BastaDeGongorasEnMexico y enviar sus correos abastadegongoras@gmail.com. Ahí­ podrán compartir historias sobre ”otros Góngoras». Para participar hay dos condiciones: la identidad de quien propone la historia a publicarse tiene que ser verificable. Y el testimonio será editado para preservar los nombres completos de los nií±os y de los presuntos irresponsables.

Quizá con la enumeración de diversas historias, que seguramente competirán en un catálogo de horrores, una más increí­ble que la otra, podamos empezar a discutir como sociedad qué hacemos para que sea menos ”normal» que alguien viole la ley en contra, ni más ni menos, de los nií±os en primera instancia. Ojalá nuestros lectores encuentren este ejercicio interesante y pertinente.

Graciela Machuca

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