Freud: Mis reticencias sobre el sionismo

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La carta de Sigmund Freud, del 26 de febrero de 1930, está dirigida a Chaim Koffler, miembro de la Fundación para la Reinstalación de los Judí­os en Palestina (Keren Hayesod), fue traducida por primera vez del alemán al francés por Jacques Le Rider. Fue publicada por la revista ”Cliniques méditérranéennes» (n° 70, Erès, 2004), acompaí±ada por un comentario de Elisabeth Roudinesco, historiadora del psicoanálisis.

Viena, 26 de febrero de 1930

Doctor,

No puedo hacer lo que usted desea. Mi reticencia a interesar al público en mi persona es insalvable y creo que las circunstancias crí­ticas actuales no me incitan para nada a hacerlo. Quien quiera influenciar a la mayorí­a debe tener algo arrollador y entusiasta para decir, y eso, mi opinión reservada sobre el sionismo no lo permite. Sin dudas tengo los mejores sentimientos de simpatí­a para esfuerzos libremente consentidos, estoy orgulloso de nuestra universidad de Jerusalén y me alegro por la prosperidad de los establecimientos de nuestros colonos. Pero, por otro lado, no creo que Palestina pueda algún dí­a ser un Estado judí­o ni que tanto el mundo cristiano como el mundo islámico puedan un dí­a estar dispuestos a confiar sus lugares santos al cuidado de los judí­os. Me hubiera parecido más prudente fundar una patria judí­a en un suelo históricamente no cargado; en efecto, sé que, para un propósito tan racional, nunca se hubiera podido suscitar la exaltación de las masas ni la cooperación de los ricos. Concedo también, con pesar, que el fanatismo poco realista de nuestros compatriotas tiene su parte de responsabilidad en el despertar del recelo de los árabes. No puedo sentir la menor simpatí­a por una piedad mal interpretada que hace de un trozo de muro de Herodes una reliquia nacional y, a causa de ella, desafí­a los sentimientos de los habitantes de la región.

Juzgue usted mismo si, con un punto de vista tan crí­tico, soy la persona que hace falta para cumplir el rol de consolador de un pueblo quebrantado por una esperanza injustificada.

Freud

Viena, Bergasse 19

Gracias a Alberto Sladogna que nos envió el material.

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Freud: A minha reticíªncia sobre o sionismo
A carta de Sigmund Freud, de 26 de fevereiro de 1930, está dirigida a Chaim Koffler, membro da Fundaçí£o para a Reinstalaçí£o dos Judeus em Palestina (Keren Hayesod), foi traduzida pela primeira vez do alemí£o ao francíªs por Jacques Le Rider. Foi publicada pela revista ”Cliniques méditérranéennes» (n° 70, Erès, 2004), acompanhada por um comentário de Elisabeth Roudinesco, historiadora da psicoanálise.

Viena, 26 de fevereiro de 1930

Doutor,

Ní£o posso fazer o que o senhor deseja. Minha reticíªncia quanto a possibilidade que o público possa se interessar pelo que penso a respeito do assunto é enorme, e as crí­ticas circunstí¢ncias atuais ní£o me animam a superá-la. Quem quiser influenciar a maioria deve ter algo envolventee empolgantepara dizer, e isto, minha opinií£o particular sobre o sionismo ní£o o permite. Sem dúvida tenho muita simpatia pelos esforços efetuados, estou orgulhoso de nossa universidade de Jerusalém e fico feliz pela prosperidade dos estabelecimentos de nossos colonos.

Mas, por outro lado, ní£o creio que a Palestina possa algum dia ser um estado judaico nem que tanto o mundo cristí£o como o mundo islí¢mico possam um dia estar dispostos a confiar seus lugares santos aos cuidados dos judeus. Me parece que teria sido mais prudente fundar uma pátria judia em em um solo ní£o tí£o carregado historicamente; objetivamentesei que, para um propósito tí£o racional, nunca se teria conseguido suscitar a exaltaçí£o das massas nem a cooperaçí£o dos ricos.

Constato também, com pesar, que o fanatismo pouco realista de nossos compatriotas tem sua porçí£o de responsabilidade no despertar do receio dos árabes. Ní£o posso sentir a menor simpatia por uma piedade mal interpretada, que faz de um pedaço de muro de Herodes uma relí­quia nacional e, por causa dela, desafia os sentimentos dos habitantes da regií£o.

Julgue o senhor se, com um ponto de vista tí£o crí­tico, sou a pessoa que faz falta para cumprir o papel de consolador de um povo quebrantado por uma esperança injustificada.

Freud

Viena, Bergasse 19

 

Graciela Machuca

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