Cien aí±os de Freud en México

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El psicoanálisis permeó el pensamiento occidental, calando profundamente la mirada sobre nuestra psique. En México se habí­a escuchado poco al respecto cuando se fundó La Castaí±eda en 1910. Este manicomio que permaneció abierto más de 50 aí±os fue sí­mbolo de la modernidad y en estos muros se comenzó a experimentar con las ideas de Freud. Sin embargo, su institucionalización, la puesta en ejercicio del psicoanálisis, se inicia en México en los aí±os cincuenta del siglo pasado.

Se le conoce como freudismo a las experiencias de lectura de las ideas del psicoanálisis. Seí±ala Rubén Gallo en su libro Freud en México, historia de un delirio que uno de los primeros lectores de Freud fue el poeta Salvador Novo cuya obra más freudiana es Estatua de sal. El filósofo Samuel Ramos escribió en 1934 Perfil del hombre y la cultura en México, un libro que incluye un capí­tulo sobre el psicoanálisis del mexicano. Ramos cree que el carácter del mexicano se define por un sentimiento de inferioridad y basa su argumentación en las ideas de uno de los discí­pulos disidentes de Freud, Albert Adler. Octavio Paz leyó a Freud, a Adler y a Ramos y escribió su famoso ensayo El laberinto de la soledad en donde busca explicar la identidad del mexicano. También en cuestión de identidad y psicoanálisis la pintora mexicana Frida Kahlo, lectora de Freud, pintó muchos autorretratos y cuando le preguntaron si se asumí­a surrealista contestó: ”nunca pinté mis sueí±os», ¿qué más psicoanalí­tico que eso? Por último, Remedios Varo se psicoanalizó y retrató esa experiencia en el célebre cuadro Saliendo del psicoanalista.

Otros casos de freudismo son más curiosos por no pertenecer al contexto del arte. Raúl Carrancá y Trujillo fue un juez que quiso incorporar las herramientas del psicoanálisis al sistema jurí­dico mexicano. Carrancá ordenó un psicoanálisis intensivo a Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, seis horas al dí­a, seis dí­as a la semana, durante seis meses. La conclusión del juez fue que el asesino habí­a llevado a cabo el crimen a causa de un conflicto de Edipo activo. Un segundo caso es aún más curioso, Gregorio Lemercier fundó un convento en psicoanálisis en el pueblo de Santa Marí­a Ahuacatitlán, cerca de Cuernavaca, que se volvió famoso mundialmente por ser un experimento vanguardista para reformar al catolicismo. Lemercier invitó a los psicoanalistas Gustavo Quevedo y Frida Zmud a trabajar en el monasterio donde los monjes participaron en sesiones de terapia colectiva. El cura escribió el libro Diálogos con cristo: monjes en psicoanálisis. Entonces se le prohibió volver hablar de Freud, por lo que el monje renunció a la iglesia y transformó al monasterio en el Centro Psicoanalí­tico Emaús.

Por último, Marta Lamas, antropóloga y feminista mexicana, seí±ala que: ”En un mundo con una profunda crisis económica pero preocupado por consumir, apasionado por las nuevas tecnologí­as y rebasado por una información constante y avasalladora, el psicoanálisis tiene mucho que decir sobre la producción de sentido humano, de emociones y pasiones». Nunca se es demasiado crí­tico pues como el mismo Freud dijo: ”Sólo la propia y personal experiencia hace al hombre sabio».

Graciela Machuca

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