Espí­ritu Santo, laboratorio natural para investigar evolución de especies

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México, DF. El Instituto Nacional de Antropologí­a e Historia (INAH) celebra este 2015 los diez aí±os de la inscripción en la lista de la UNESCO como Patrimonio Mundial de las 244 islas y áreas protegidas del Golfo de California, una región de belleza impresionante, la cual ha sido definida como laboratorio natural para investigar la evolución de las especies.

El conjunto insular Espí­ritu Santo también conserva un territorio con rastros intactos de los primeros pobladores de México. Localizado frente a las costas de la bahí­a de La Paz, en Baja California Sur, el archipiélago está integrado por esas islas y La Partida. Para llegar ahí­ se deben navegar 25 kilómetros del Mar de Cortés, bordeando promontorios de color rojizo, habitados por halcones peregrinos, águilas pescadoras y gaviotas plomo que desde los peí±ascos presencian el canto de lobos marinos amontonados, entre islotes, en la superficie azul.

El conjunto Espí­ritu Santo es un territorio verde repleto de cactáceas, su extensión mide casi 105 kilómetros, donde Harumi Fujita, arqueóloga del INAH, ha descubierto vestigios de vida humana de hasta 12 mil aí±os de antigí¼edad. De acuerdo con fuentes históricas, la región era habitada por indí­genas pericúes isleí±os, dice la estudiosa.

A la fecha, la investigadora tiene registrados en las dos islas 127 sitios arqueológicos de antigí¼edades que van de los 12mil aí±os al siglo XVIII, clasificados en ”abrigos habitacionales», campamentos al aire libre, concheros, cuevas con pinturas rupestres y cuevas funerarias.

Fujita explica que un conchero es un sitio arqueológico integrado por cientos o miles de conchas de moluscos con rastros de haber sido consumidas y trabajadas por manos humanas. Son los lugares donde se manipulaban y desechaban las conchas. La estudiosa destacó que la exploración de cuevas funerarias por el holandés Hermann Ten Kate marcó, en 1883, el inicio del estudio arqueológico en la pení­nsula. En tanto, Leon Diguet reportó el particular sistema funerario: entierros pintados de rojo ocre depositados en cuevas ocultas de baja altura.

Por el lado occidental de la isla Espí­ritu Santo, se encuentran varias bahí­as, donde el tiempo ha conservado los concheros, varios abrigos con evidencias de habitación y algunos con pintura mural, así­ como campamentos al aire libre conectados por una extensa red de senderos.

Desde la orilla de la playa se observa el imponente conchero con miles de valvas de conchas consumidas por los antiguos pobladores de la pení­nsula; en él, los arqueólogos han identificado no sólo corazas de varias especies, sino huesos de animales marinos como tortuga, delfí­n, lobo, y de diferentes tipos de peces, así­ como de animales terrestres como liebre, conejo, ratón y venado. También han encontrado piedras y conchas quemadas. La arena es grisácea por tener materia orgánica en descomposición y ceniza.

El yacimiento arqueológico más importante de Espí­ritu Santo se descubrió al sur de la isla, dentro de un abrigo rocoso denominado covacha Babisuri, donde se determinó la antigí¼edad de ocupación desde hace aproximadamente 12 mil aí±os. Se trata de casi medio centenar de artefactos para pescar que se calcula fueron elaborados desde hace más de 8 mil aí±os, durante el Holoceno Temprano y Medio, que el INAH dio a conocer en su momento.

El instituto informó que en colaboración con la Comisión Nacional de íreas Naturales Protegidas mantienen un monitoreo del lugar para garantizar su conservación.

FUENTE: LA JORNADA

Graciela Machuca

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