Descrifados 11.000 genes de la solitaria

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Un grupo de investigadores mexicanos ha logrado descifrar una gran parte del genoma de la Taenia solium, el parásito más conocido como la solitaria. Este gusano es causante de la teniasis y la cisticercosis, dos infecciones que se contraen a través de la ingesta de carne de cerdo contaminada, en el primer caso, y de los huevos de la tenia, en el segundo.

Cuando la lombriz infecta a una persona a través de la comida, la tenia se encuentra en su fase joven. En el intestino humano, esta larva se convierte en una tenia adulta, que puede permanecer en el organismo sin provocar daí±os durante un tiempo y crecer hasta los tres metros. Los sí­ntomas son leves e inespecí­ficos (dolor abdominal, estreí±imiento, náuseas o diarrea). La persona se da cuenta de que tiene la enfermedad porque el gusano va saliendo, en pequeí±os trozos, con las deposiciones. Las larvas de la tenia contaminan, a su vez, el medio ambiente.

La cisticercosis, sin embargo, se produce en el humano por contacto con materia fecal infectada, lo que ocurre cuando fallan las medidas de higiene. En estos casos, la tenia está en su etapa embrionaria, la más daí±ina, y puede desarrollar quistes en diversos tejidos, como músculos, tejidos subcutáneos, ojos y encéfalo. Los que se encuentran en el sistema nervioso central causan neurocisticercosis, que provoca convulsiones.

Conforme la población se vuelve más urbana, resulta más difí­cil que el humano se infecte. Aunque el parásito sigue existiendo

Alejandro Garciarrubio, investigador de Biotecnologí­a de la UNAM y jefe de bioinformática del proyecto

Hasta hace poco nada se sabí­a sobre la información genética de la Taenia solium, por lo que era complejo crear medicamentos que curasen la enfermedad en su etapa embrionaria. El estudio desarrollado por la Universidad Nacional Autónoma de México a lo largo de siete aí±os, publicado en la revista cientí­fica Nature, ha conseguido identificar el genoma de la tenia, es decir, el material genético que contiene la información sobre cómo debe construirse un nuevo organismo. El genoma es una secuencia de ADN sumamente larga, constituida por un alfabeto de solo cuatro letras.

En el caso del genoma humano, hay 3.000 millones de letras. «Este organismo tiene un genoma de 120 millones de letras, que es el tamaí±o de uno promedio. El proyecto consiguió definir la secuencia y el orden de estas cuatro letras a lo largo del genoma de la Taenia solium«, explica Alejandro Garciarrubio, investigador de Biotecnologí­a de la UNAM y jefe de bioinformática del proyecto.

Una vez que los cientí­ficos tuvieron esta secuencia de letras (el conjunto del texto), debí­an descifrar qué significaba. «Lo primero que tratamos de entender era el sistema de puntuación. Es decir, qué formaba una frase, una unidad de información, o lo que es lo mismo: un gen».

Del genoma de esta tenia, los investigadores han podido extraer la información de 11.000 genes (u 11.000 frases). Dado que existe un parecido entre los genomas de los animales, buscaron en otras especies frases similares. Es lo que aplicado a programas de ordenador o componentes electrónicos se denomina ingenierí­a inversa. «Para aproximadamente la mitad de los genes de la T. soliumencontramos algún otro gen parecido en otra especie para poder saber qué función realiza».

Una vez hallados los genes comunes, el proyecto logró identificar esos otros genes que eran especí­ficos de la tenia, sin equivalentes en humanos. «Estos pueden ser buenos blancos para diseí±ar medicamentos que tengan como objetivo daí±ar al parásito sin daí±ar al huésped, se les llama blancos terapéuticos», aí±ade Garciarrubio. Hasta el momento el estudio ha logrado identificar más de 100 genes que podrí­an servir como blancos terapéuticos.

Aunque fue declarada erradicable en 1993, la OMS la aí±adió en 2010 a la lista de las principales enfermedades tropicales desatendidas

El proyecto, que llegó a contar con 30 participantes de varias instituciones de la UNAM, investiga ahora el genoma de otro tipo de tenia, la T. crassiceps, un proceso que resulta más sencillo porque parte del trabajo es común con la T. solium.

La cisticercosis es una enfermedad cada vez menos extendida. «Conforme la población se vuelve más urbana, hay campaí±as de higiene y se construyen letrinas, resulta más difí­cil que el humano se infecte. Aunque el parásito sigue existiendo, los controles sobre la carne que consumimos son mayores».

La neurocisticercosis es la forma más grave de la enfermedad y una de las principales causas prevenibles de la epilepsia (convulsiones) en muchos paí­ses en desarrollo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más del 80% de los 50 millones de personas afectadas en el mundo por epilepsia viven en paí­ses de ingresos bajos y medianos bajos, en muchos de los cuales las infecciones de este tipo son endémicas. «La enfermedad se localiza, sobre todo, en paí­ses del sur de Asia, en ífrica y todaví­a bastante en Centroamérica y Sudamérica», puntualiza el investigador de la UNAM.

Pese a que la enfermedad, en teorí­a, se puede controlar y fue declarada erradicable en 1993 por el Grupo Especial Internacional para la Erradicación de Enfermedades, la OMS la aí±adió en 2010 a la lista de las principales enfermedades tropicales desatendidas.

FUENTE: EL PAíS

Graciela Machuca

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