El charro que desafió a los nazis

0

En 1942, dos meses después de que México declarara la guerra a Hitler y sus aliados del Eje, un tabasqueí±o llamado Antolí­n Jiménezreunió un ejército de charros, máximo sí­mbolo de los valores patrios, para rechazar una posible, aunque improbable, invasión de la Alemania nazi. La Legión de Guerrilleros Mexicanos, así­ lo bautizó, llegó a reunir a miles de hombres a caballo, armados hasta los dientes, entrenados y organizados en 250 grupos alrededor de todo el paí­s. A pesar del corte surrealista, la historia es completamente cierta, de aquellas que demuestran cómo a menudo la realidad supera a la ficción. Así­ lo prueban recortes de periódicos, fotografí­as, panfletos y otros materiales de la época que el artista Fernando Llanos ha recopilado en un documental, Matria, que se presenta hoy en 22 x Don Luis, el festival de cine de Calanda, pueblo natal deBuí±uel, en Teruel, que aí±o tras aí±o reúne pelí­culas que, presumiblemente, le habrí­an gustado al director de Viridiana. Esta, desde luego, reúne muchos ingredientes.

Conocido hasta la fecha como artista visual, dibujante, performer y, sobre todo, videoartista, Fernando Llanos (México DF, 1974) se enfrenta por primera vez a un largometraje, poniéndose detrás y delante de la cámara para contar la historia de Antolí­n Jiménez, quien además de editor, polí­tico, masón y presidente de la Asociación Nacional de Charros, el grupo más representativo de la mexicanidad, fue su abuelo.

”Antolí­n Jiménez participó en los principales eventos de su tiempo, la época dorada de México», explica Llanos, quien al principio encontró mucha resistencia por parte de su familia y especialmente de su madre, la menor de los siete hijos de Antolí­n Jiménez. ”Luchó al lado de Pancho Villa, y el presidente Lázaro Cárdenas le apreciaba tanto que le regaló un caballo, pero para mí­ durante muchos aí±os fue sólo el abuelo que habí­a muerto a los nueve meses de nacer yo. Con la edad empecé a preguntarme por qué en casa se le mencionaba raras veces, porque todo lo que le rodeaba era despampanante y a la vez frí­o y misterioso», agrega.

Al seguir las huellas de su abuelo, a través de su archivo y de los recuerdos de quienes le conocieron, Llanos se dio cuenta de que su vida estaba indisolublemente entrelazada con grandes eventos históricos y sociales de México. ”Es una historia fascinante, pero a la vez representa la construcción de un sistema polí­tico de excesos que le ha costado mucho al paí­s», admite Llanos. Matria ganó el premio al mejor documental en el Festival de Cine de Morelia, el principal de México.

La pelí­cula, que ha contado con financiación pública, arranca con un jovencí­simo Antolí­n, soldado de Villa, dinamitando trenes en Chihuahua y participando en las principales batallas de la revolución, la victoria de Torreón y las derrotas de Celaya y Agua Prieta.

”Tras el plomo revolucionario, se fue a la capital en busca de pesos y besos, e inmediatamente entró en polí­tica. Fue tres veces diputado por tres partidos diferentes y por un Estado donde no habí­a nacido, compartió cartel con ílvaro Obregón y fundó el partido que estarí­a en el poder más de 70 aí±os», cuenta Llanos.

En Matria, un guií±o al lema de los charros Todo por la patria, el propio autor narra cómo en 1920 Antolí­n Jiménez entró en la masonerí­a, junto con hombres como Benito Juárez, Vicente Guerrero y Lázaro Cárdenas, y cómo llegó a Gran Maestro grado 33, el más alto.

También abrió un despacho fiscal que convirtió en editorial, negocio que mantuvo durante toda su vida. ”Con el fin del latifundio, los charros llegan a las ciudades y convierten sus actividades en espectáculo y fiesta deportiva. A partir de los aí±os cincuenta, el cine y la literatura los encumbran como máximo sí­mbolo de la mexicanidad. Antolí­n ya tení­a dinero, posición social, poder polí­tico y protagonismo nacional y vio una manera de capitalizar y poner en valor la tradición de los hombres a caballo: así­ nació el ejército de charros», explica el director, que tampoco oculta la leyenda negra de Antolí­n y las habladurí­as que le atribuyeron el asesinato de su primera esposa.

”En realidad, mantuvo dos familias durante muchos aí±os y la mí­a tuvo siempre el estigma de ser la de la amante. Creo que su primera esposa no murió en un accidente de coche provocado, así­ como no creo que su familia hiciera magia negra a la mí­a», concluye el artista, quien ha contado con dos colaboradoras de excepción: su esposa, la artista Jessica Herreman, y la cantante Lila Downs, que ha contribuido a la banda sonora de la pelí­cula.

FUENTE: EL PAíS

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *