Pendientes con la salud mental ponen en riesgo la actividad turística en Mérida

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Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martínez

A pesar que la Ley de Salud Mental del Estado de Yucatán es muy reciente, publicada en su Diario Oficial el 27 de agosto de 2018 y reformada el 31 de julio de 2019, ante sus inconsistencias evidentes, es letra muerta, porque no existe voluntad política y capacidad para generar políticas públicas para que la salud mental sea un derecho garantizado para todas las personas que se encuentren en esa entidad, como lo establece el Artículo Primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La falta de eficiencia en las acciones del gobierno yucateco para atender la salud mental ha quedado y queda en evidencia desde hace años, al ser una de las entidades con mayor índice de suicidios en el país.

El Ayuntamiento de Mérida tiene bajo su cuidado el Centro Municipal de Apoyo a la Salud Mental «Alma Nova», organismo que” fomenta el desarrollo psicológico saludable en la ciudadanía del municipio de Mérida, brindando servicios orientados a la promoción de la salud mental, prevención de situaciones de riesgo e intervención psicológica en problemáticas de índole personal, familiar y social, con el fin de fortalecer el bien común”, según lo descrito en su página web, pero la realidad nos dice lo contrario.

También detalla la institución que ofrece apoyo psicológico presencial y gratuito para la ciudadanía en general, “con la finalidad de promover su funcionalidad emocional, cognitiva y conductual”.

Los pendiente con la salud mental en la Península de Yucatán no es un asunto exclusivo de Yucatán, sino también de Campeche y Quintana Roo. Por el momento comentará lo que sucede en Mérida, específicamente. 

Recientemente, en una visita a la ciudad de Mérida, con mi familia nos dispusimos a comer en un restaurant de los “Bisquets Obregon” ubicado en una esquina del zócalo, en una de las zonas de mayor afluencia turística.

Nos encontrábamos desayunando, cuando de repente interrumpió una mujer de aproximadamente 40 años, con un vestido corto que apenas cubría sus largos muslos, que en voz alta dijo que era una paciente psiquiátrica y que solo pedía unas monedas, creo que hasta ahí nadie se quejó, el problema fue cuando por las largas piernas de la mujer empezó a escurrir excremento, la mujer no advertía su control de esfínteres, por supuesto que no lo controlaba.

Se minó de olor a excremento todo el pequeño restaurant donde las personas que estábamos desayunando en torno a las 12 mesas del establecimiento, sentimos ganas de vomitar todas, las miradas se cruzaban, algunos comensales devolvían los platillos, otros nos apresurábamos a pedir la cuenta, pues no era posible permanecer en el lugar.

Me dirigí a la cajera y le pregunté que había pasado y me dijo que no lo pueden evitar y que la señora así recorre todos los restaurantes del centro de la ciudad, otra empleada tratándose de justificar solo decía que es mujer y es paciente psiquiátrica, uno de los comensales exigió que no le cobraran el platillo ordenado por que lo devolvió.

Un empleado del establecimiento casi se vomita porque tuvo que limpiar por donde había pasado la paciente.

Ahora bien, son varias cosas las que hay que considerar. Definitivamente esto no se justifica por ninguna razón, seamos turistas o no, como también deja ver la falta de una política pública, o por lo menos, disposiciones gubernamentales para atender a este tipo de pacientes psiquiátricos. 

¿Quién debe atenderlos? Pues un hospital psiquiátrico, granja o como se llame, pero no pueden andar en la calle arriesgándose a ser agredidos, otra empleada comentó que varias ocasiones han llamado a la policía para que la saquen.

El gobierno del estado y/o el gobierno municipal deben atender esta demanda, el gobernador saliente, Mauricio Vila Dosal o el presidente municipal en funciones y virtual candidato a la gubernatura yucateca, Renán Barrera Concha, deben ser informados para que actúen de manera urgente, sino por humanidad si por imagen de la ciudad.

Sí es cómo dicen los empleados, que entra a todos los restaurantes, ¿Por qué los empresarios no se organizan para cuando vean que esta mujer u otro paciente, le dan unas monedas para que no entre a dar este espectáculo tan triste, como deprimente?

Es grave qué en un estado tan bonito y seguro, según las estadísticas, un asunto como el de atender a sus pacientes psiquiátricos no esté dentro de las prioridades gubernamentales. 

Esta historia, es una clara muestra de la importancia de abordar la salud mental de manera adecuada y urgente en la región y en el país en general. Este incidente, aunque impactante, es solo un ejemplo de una problemática más amplia que afecta a muchas personas en situaciones similares.

El gobierno federal, estatal y municipal deben tomar medidas concretas para abordar este problema de salud mental de manera efectiva y empática.

En primer lugar, es esencial establecer centros de atención de salud mental y hospitales psiquiátricos adecuados donde las personas con trastornos mentales puedan recibir tratamiento y apoyo. 

Este tipo de instalaciones son fundamentales para garantizar que las personas reciban la atención que necesitan y eviten situaciones como las que se viven en Mérida. 

Además, se debe trabajar en la sensibilización y educación de la sociedad sobre la salud mental. Esto incluye dejar de estigmatizar los trastornos mentales y promover la comprensión y empatía hacia quienes los padecen. También se pueden implementar programas de capacitación para el personal de restaurantes y otros establecimientos comerciales para que sepan cómo actuar con situaciones similares de manera adecuada y respetuosa.

El gobierno tiene la responsabilidad de liderar estos esfuerzos y asignar recursos suficientes para garantizar que las personas con problemas de salud mental reciban la atención necesaria. Además, es importante que los empresarios y la comunidad en general se involucren en soluciones colectivas para evitar que situaciones como esta se repitan.

La atención a la salud mental no solo es un asunto de humanidad, sino que también afecta la imagen de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes. Es hora de que las autoridades tomen medidas concretas y se comprometan a mejorar la atención de la salud mental en Yucatán y en todo México.

Graciela Machuca

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