”Manita de puerco» para una mejor paternidad

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En la discusión de la reforma a la Ley Federal del Trabajo en noviembre de 2012, las mujeres intervinieron para proponer la licencia de paternidad obligatoria tanto en el caso de un parto como en el caso de la adopción de un nií±o. La diputada Malú Mí­cher, presidenta de la Comisión de Equidad de Género, fue impulsora y motor de esta reforma.

Cuando se trata de reconocer más derechos a los trabajadores la reacción de los empresarios tiende a ser de corta distancia, es decir, miope, por no decir ciega. Así­ sucedió con el debate sobre el aumento al salario mí­nimo y semejante fue la reacción con la propuesta de la licencia de paternidad. En general les resulta difí­cil a los patrones ponerse en el lugar del trabajador. A los patrones les parece natural que una familia pueda vivir con los dos o tres salarios mí­nimos que logran sumar sus integrantes, cantidad que los patrones pueden gastarse en una sentada en un restaurante. De la misma manera no les incomoda que, en el caso del arribo de un nuevo bebé al hogar de uno de sus trabajadores, la madre se las arregle sola y el padre acuda a trabajar todo ojeroso como si nada hubiera pasado. Es probable que en su propia familia, la madre cuente con apoyo y cuidados. La reacción refleja un ”así­ siempre ha sido» y yo agregarí­a: por eso estamos como estamos.

En la discusión de la Reforma Laboral las mujeres propusieron diez dí­as laborables de licencia de paternidad con goce de sueldo. La referencia polí­tica era la Ley de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres en el Distrito Federal, que desde 2007 garantiza 15 dí­as naturales de licencia de paternidad, pues, como siempre, el Distrito Federal marca la pauta progresista. También los trabajadores del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación contaban ya con diez dí­as de licencia de paternidad y en cinco aí±os han otorgado 180 licencias.

La llegada de un nuevo integrante de la familia es motivo de gozo, alegrí­a, muchos cuidados y poco sueí±o. La madre está agotada por el esfuerzo fí­sico del parto y la prueba del amamantamiento (o la inseguridad y la inexperiencia al adoptar a un bebé) y la presencia del padre es indispensable no sólo para auxiliarla sino para formar ese lazo que lo hace padre, para disfrutar la paternidad, para desarrollarla y fortalecer los ví­nculos familiares.

Pero la reacción de los empresarios transmitida a través del PRI fue desde la negativa a aceptar la propuesta hasta el regateo de dí­as. Las diputadas hicieron valer el peso numérico de su voto como género y no como integrantes de las diversas fracciones partidarias: o se aprueba una licencia de paternidad o no votamos las reformas a la Ley Federal del Trabajo y sin esos votos la Ley no se podí­a aprobar. Se ganó lo más importante: que se aceptara el derecho a la licencia de paternidad. Después vinieron las negociaciones: los empresarios, a través de la fracción masculina del PRI, ofrecí­an tres dí­as, finalmente quedaron cinco dí­as de licencia de paternidad, que se pueden aumentar en caso de parto múltiple.

Una vez establecido el paradigma, rota la barrera del ”no se puede», empieza a cambiar todo. La Sedesol acaba de otorgar diez dí­as laborables —que equivalen a los 15 dí­as naturales del Gobierno del Distrito Federal– de licencia de paternidad a sus trabajadores de base. Y una vez que los trabajadores se apropian de este derecho, empiezan a demandarlo, ejercerlo y hacerlo saber a sus compaí±eros.

Esa ”manita de puerco» aplicada por las diputadas en el caso de la Ley Federal del Trabajo también consiguió multiplicar el presupuesto para programas de género que pasó de siete mil millones de pesos anuales a 14 mil millones. Género no significa ”mujeres»; se trata de un presupuesto para programas que contribuyan a ser mejores hombres y mujeres y, también, mejores madres y padres, para la protección de nií±os y nií±as, para modificar conductas violentas, para apoyar a las madres trabajadoras con estancias infantiles, beneficio que también se ha extendido a los padres solos y tantas otras iniciativas de género.

El Dí­a del Padre es un gran dí­a simplemente porque se puede celebrar. En demasiados hogares de nuestro paí­s falta el padre, ya sea por la mexicana costumbre de huir de la responsabilidad paterna, ya sea por la violencia y accidentes que constituyen las principales causas de muerte de hombres jóvenes entre los 20 y los 35 aí±os, en la plenitud de la edad reproductiva, ya sea por la migración económica que los obliga a convertirse en un padre ví­a Western Union, por la migración por razones de seguridad en las zonas dominadas por el crimen organizado o por cambios abruptos en el clima de la región. Las polí­ticas públicas pueden y deben incidir positivamente para mejorar la experiencia de la paternidad. Felicidades a todos los papás y a quienes tienen el privilegio de tenerlo cerca. Nos encontramos en Twitter: @ceciliasotog

FUENTE: http://www.excelsior.com.mx/

Graciela Machuca

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