Janal Pixam. El festejo de los mayas a las animas

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Mario Chan Collí­

Cronista de la Ciudad de Felipe Carrillo Puerto.

Desde los primeros dí­as de octubre, el ambiente enrarece, cambia de intenso calor a un inexplicable frio y si a este estado agregamos que un raro y extraí±o pajarito pocas veces vista, nos llega con su lastimero trino ¡¡wiiijj !! (hambre), el Yaaj, el pix o pixam, son signos inequí­vocos que anteceden los festejos del Janal Pixam.

Son muestras que influyen en la vida cotidiana de los mayas y de los pueblos originarios de América.

Por ejemplo, aquí­ en nuestra región, se observa que ya florea la x-tez, también el x-pujul, la x-témpora y en algunos lugares de la Pení­nsula abunda la blanca teresita, una flor que a cuyas hojas  atribuyen efectos sicotrópicos. Son elemento importante en los altares de los abuelos.

También influyen en el ánimo de las familias porque inician los trabajos para la limpia del patio, encalado de las albarradas y muy próximos al janal Pixam, deberán estar completamente limpios los trastes y las ropas para la espera de los visitantes distinguidos: los familiares fallecidos, las ánimas, pues estamos entonces en el Dí­a de Muertos, en el Janal Pixam.

Investigaciones realizadas por especialistas, nos dicen que desde los tiempos prehispánicos, los mayas eran de los pocos pueblos de América que celebraban a sus familiares muertos, festejo que aún en nuestros dí­as y muy a pesar de los esfuerzos que en su tiempo hizo la iglesia católica para evitar las ceremonias mayas de esa época, perduran con algunas modificaciones.

Entonces tenemos hoy lo que resultó de una fusión de las dos culturas en cuanto a esta celebración, producto de de una sobrevivencia de lo prehispánico con la incorporación de elementos de la religión católica.

Celebrar el janal pixam, significa para muchas familias un festejo grande, importante y que requieren de mucho esfuerzo, dedicación y paciencia para consentir a los familiares fallecidos.

Se cita en diferentes documentos por ejemplo, que en el Dí­a de los nií±os, 31 de octubre en Quintana Roo y primero de noviembre en Yucatán, el alimento que se ofrendará en el altar, – en algunos lugares de tres niveles y en nuestro estado de un solo nivel- se sirven entonces alimentos propios para los pequeí±os.

Yáax janal, -comida verde- que consiste en pollo en caldo con un colorante verde que en algunas veces suelen ser a base de chaya o máak’olan (hierba santa) con abundante fruta de la región como son naranjas, mandarinas dulces igualmente locales como los de yuca con abundante miel, de calabaza en melado, camote, miami, y el refresco preferido del pariente fallecido.

Mientras que en el caso de los parientes adultos, la comida será entonces el relleno blanco o pebre, escabeche o en la mayorí­a de las veces el tradicional relleno negro o chirmole.

Este alimento que según el articulista Fernando Espejo, es muestra fiel de lo prehispánico, lo maya antiguo, que representa el p’o’ k’eban, el lavado de los pecados, en el que intervienen entonces los familiares, rezadoras e invitados al acto.

Ilustra el escritor yucateco que el p’o’ k’eban, proviene de la idea de recostar al familiar muerto en la tierra, lavarlo con agua y limpiarlo de las impurezas y con esta agua, cocinar el tradicional chilmole y al final, compartirlo con los familiares e invitados, significando entonces compartir y hacer menos pesado para el fallecido cargar con sus pecados.

En tanto, el frio y aromático ambiente proviene de diferentes flores que adornan el altar como son xpujul, teresita, xtes, la flor de k’anasin, todas silvestres.

En tiempos pasados, también se cuenta que antes de la llegada de los finados, los campesinos se preparan y salen a la cacerí­a para obtener del monte los elementos principales del altar, la comida.

En esta temporada de cacerí­a los campesinos traen entonces carne de venado, pavo de monte, tepezcuintle, jabalí­ y otros animales y aves de la región con los cuales se preparan ricas viandas para los familiares del más allá.

Para entonces, el elote nuevo ya estará sazón, listo para el elote en pib y sancochado o tostado, servirlo en la mesa con atole nuevo y junto con los alimentos, se procede a la tradicional ceremonia del rezo, sin faltar los incensarios con su carbón encendido emanando humo de pom que es el toque especial para enlazar la ofrenda entre los vivos y muertos con los dioses.

A un costado de la puerta principal, se colocará un ”ch’uyub»  -base colgante- con menudencias que algunos cuentan para las almas solas y otros, que es para la santa muerte quien guí­a a las almas. Por eso, mientras más huesos y ví­sceras les pongan, más tiempo hará el familiar muerto en su antigua casa.

En el llamado Bix, u octava, la costumbres es el de ofrecer tamales o chachacwuaj como viandas por considerar que será el alimento de las almas al retornar a su lugar en el inframundo. Los tamales o chachacwaj tienen la propiedad de conservarse por mucho tiempo sin descomponerse.

En la última noche del mes de noviembre, las albarradas y calles estarán ilumindas con velas que fueron utilizadas durante los rezos, y se asegura que esto es para iluminar el camino del retorno.

En las comunidades, se evita poner en los tamales frijoles nuevos porque asemejan a las moscas ”tzirin» —moscas verdes- así­ como cualquier preparado con arroz, que asemejan a pequeí±os gusanos propios de los cuerpos en descomposición. Ambos ahuyentan al espí­ritu de nuestras familias fallecidas.

mientras que en los centros ceremoniales, solamente será entregado en la santa gloria, alimentos que serán enviados en el dí­a de los nií±os.

También en nuestras comunidades se pueden apreciar que a falta de un panteón público, los familiares muertos son sepultados en los patios de las viviendas y es por eso que será hasta allí­ donde se realice la limpieza y procurar un camino lleno de flores dispersas en forma paralela hasta la sepultura.

En nuestro municipio las familias tanto del área urbana como del rural están haciendo los preparativos para recibir en el Dí­a de Muertos a los familiares fallecidos, con más alegrí­a que tristeza.

Mucho alimento para los espí­ritus que finalmente degustarán los vivos.

Antes, nos platicaba don Soberano Cach, dignatario maya, se hací­a al ritmo del ”baxa k’ay» interpretando coplas alusivas a la muerte.

Hoy, la moda es la noche de brujas mientras que lo más apegado a la costumbre popular, es la de visitar las tradicionales ”calaveras» de la Casa de la Cultura, que son versos jocosos que ilustran aí±o a aí±o, el Panteón de la Región.

Graciela Machuca

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