BRAULIO PERALTA

La letra desobediente

Hay Festival se cancela en Xalapa, y Sergio Pitol es disputa familiar. Los dos casos son delicados o, al menos, dignos de comentarse.

1. Hemos personas que decidimos escoger a nuestra familia por encima de la propia. Somos una inmensa minorí­a, por fortuna. Alejados de parientes por razones diversas, los solitarios escogemos los libros, el arte y la cultura como compaí±í­a: o una pareja o no, por elección, o destino. En el camino hay gente que nos resuelve la vida, con sus usos y costumbres.

Hace mucho —pero mucho—, que Sergio Pitol eligió personas de su confianza en su entorno diario. Lo cuidan no ahora, sino desde hace bastantes aí±os. Como pasó con Salvador Novo o con Marí­a Félix: seres solitarios que eligieron su final. Que no jodan los sobrinos con la titularidad oficial del escritor. Si lo quieren, dejen que él decida su testamento. Familia es la que uno escoge. Punto.

El chofer, el servicio doméstico y la asistencia profesional son personas, no objetos que se tiran. Merece respeto su trabajo. Que ”la familia» reclame ”cuidarlo», francamente es extraí±o. No digo más.

2. Y el caso del Hay Festival que se llevaba anualmente en Xalapa, acaba de cancelarse. Periodistas y escritores firmamos la petición de quitarle al gobierno de Duarte un escaparate para su beneficio polí­tico, por los asesinatos de periodistas —más de 10—, en su periodo gubernamental: los crí­menes a periodistas no se negocian en ninguna parte del mundo —ningún crimen, desde luego.

Retirar Hay Festival es un acto congruente con la cultura de los derechos humanos. Va contra la ausencia de justicia por parte de Duarte. No es un asunto contra el pueblo de Veracruz. Nadie deberí­a arrepentirse o lamentar el festí­n cultural para los asistentes al evento. Al contrario, pocas veces un triunfo de la sociedad civil funcionó como hoy. Bien por los organizadores internacionales que sí­ conocen la civilidad.

Si Duarte fuera justo, antes de organizar otro festival cultural paralelo al Hay, debiera investigar los crí­menes perpetrados en su estado. Los espectadores del Hay Festival, sí­, pierden un evento: pero ganó la democracia. Ni duden.

Lo escribo porque asombra que algunos escritores titubean del resultado final y parecen arrepentidos de la cancelación. La diplomacia, cuando hay asesinatos en la supuesta democracia, es el peor camino. Fuera culpas: es mejor encontrar responsables. ¿O no?

braulio.peralta@milenio.com

Graciela Machuca

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