El dí­a que llevé en un taxi destartalado a Pedro Pablo Kuczynski, el nuevo presidente de Perú

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@martinwriepl

Pedro Pablo Kuczynski

Pedro Pablo Kuczynski asume este jueves como Perú tras ganarle las elecciones a Keiko Fujimori por una diferencia de votantes tan estrecha que apenas llenarí­a un estadio de fútbol.

Y su apretada victoria sobre Keiko Fujimori ha dejado planteada una interesante pregunta: ¿puede llegar a ser popular un presidente cuyo apellido casi nadie sabe escribir de manera correcta en su propio paí­s?

Por su apariencia seria, movimientos rí­gidos y fama como economista, a Kuczynski es además difí­cil imaginarle una vida intensa vinculada con estrellas de cine y hasta con el Che Guevara.

Pero de eso y más me enteré la tarde en la que le serví­ de taxista como parte de un reportaje para la televisión peruana, cuando PPK apenas empezaba su camino hacia la presidencia.

El taxi era similar, o incluso peor, a muchos otros que circulan en Latinoamérica:un station wagon blanco, algo destartalado, que habí­a sufrido un par de accidentes.

Cada vez que nos detení­amos en una luz roja, olí­a a gasolina. Y a los pocos minutos Kuczynski tuvo que bajar la ventanilla.

«A este ritmo se me va a quedar el trasero pegado en el asiento», me dijo.

Eran los dí­as más calurosos del verano. Y además de estar atorados en el tráfico limeí±o, al auto tampoco le funcionaba el aire acondicionado.

Corrí­a el mes de febrero de 2011 y el economista postulaba por primera vez a la presidencia, luego de una larga trayectoria como empresario, banquero y ministro de gobierno.

El flautista silencioso

Durante aquella elección les propusimos a los candidatos una entrevista simulando un servicio de taxi, y para ello alquilamos uno de verdad.

Nos pareció que el cambio de escenario podrí­a favorecer alguna respuesta más espontánea, pues las conversaciones en un taxi latinoamericano tienen muchas veces el carácter de una confesión.

«Yo no soy muy expresivo. No me gusta hablar de mí­ mismo», fue sin embargo una de las primeras cosas que me dijo al montarse al mí­o el virtual nuevo presidente de Perú.

E incluso cuando se presenta, Pedro Pablo Kuczynski prefiere que lo llamen simplemente PPK.

Alejado de la inflamada tradición polí­tica del continente, sus discursos nunca han sido reconocidos como vibrantes ni apasionados.

Durante la campaí±a que perdió en 2011, por ejemplo, contrató al motivador mexicano Miguel íngel Cornejo para que exaltara a la multitud.

Luego, con el público preparado y ansioso, el candidato se limitaba a decir unas pocas palabras, desenfundaba su flauta traversa e interpretaba el mí­tico «Cóndor pasa».

Pocos saben que el economista graduado en la Universidad de Oxford estudió también composición musical en la Royal Academy of Music de Londres.

«Yo soy un idealista, a pesar de mi apariencia financiera«, me dijo Kuczynski en el taxi que debí­a llevarlo a un mitin en el centro de Lima.

Pero es justamente su trayectoria financiera lo que más debate generó durante la primera vuelta de la reciente campaí±a.

Antes de darle su apoyo para garantizar la derrota de Keiko Fujimori, la izquierda lo criticaba por neoliberal mientras que los empresarios lo aplaudí­an.

Su actual plan económico se lee como una sinfoní­a para los mercados.

Y la Bolsa de Valores de Lima subió tras conocerse que el resultado de las elecciones lo favorecí­a.

Quién dirí­a que Kuczynski comparte un lejano ví­nculo con uno de los í­conos más reconocidos de la izquierda revolucionaria.

Kuczynski y el Che

Como la ventana del taxi estaba abierta, hubo curiosos que aprovecharon el atasco para darle la mano al candidato.

Pero, a la distancia, un par le gritó «gringo» con una chispa de desaprobación en los ojos.

Esta ha sido una palabra que ha escuchado con frecuencia en su propio paí­s desde que tiene memoria.

El padre de Kuczynski fue un médico alemán de origen polaco que decidió dejar Lima y mudar a su familia a un centro de salud en la Amazonia dedicado al tratamiento de indí­genas con lepra.

Fue en aquel lugar que PPK pasó su primera infancia.

Y el leprosorio de San Pablo aparece en los diarios de Ernesto «Che» Guevaracomo uno de los destinos que visitó en su primera aventura sudamericana y que definieron su vocación socialista (además de inspirar una pelí­cula).

El argentino tení­a 24 aí±os cuando conoció a Kuczynski padre, a quien menciona en sus diarios. Pero no conoció al hijo.

PPK, 10 aí±os menor que el Che, estudiaba en Lima. Después lo harí­a en Inglaterra, Suiza y Estados Unidos.

Y los caminos ideológicos que ambos siguieron fueron dos lí­neas perpendicularesque sólo se cruzaron en el leprosario.

En 1967, aí±o en que Guevara fue abatido en Bolivia, Kuczynski trabajaba en el Banco Central de Perú.

Luego se harí­a de un nombre en el Banco Mundial, Wall Street, diversos directorios de compaí±í­as mineras y varios ministerios de su paí­s.

«Soy un tipo muy sencillo. Si veo un pedazo de papel que está botado en la acera me agacho y lo recojo», me dijo sin embargo en el taxi.

El presidente electo tiene reputación de eficiente tecnócrata y exitoso empresario.

Pero desde hace más de tres décadas a PPK también le persigue la fama de lobista y de favorecer empresas privadas usando la función pública.

Sus detractores aseguran que tiene un pie en cada lado al mismo tiempo.

Primeras medidas

«¿Enciende o no?», me preguntó Kuczynski. Y era lo que faltaba. El auto no encendí­a.

Como el asalto a taxistas no es infrecuente en Lima, muchos instalan sistemas que impiden poner en marcha el motor con facilidad. A veces es necesario apretar un botón oculto, otras veces girar la llave de forma peculiar.

Según el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), durante el último aí±o casi un tercio de los peruanos ha sido ví­ctima de algún delito.

Incluso a nuestro taxi ya le habí­an robado la radio.

Y lo que antes era el desempleo hoy es la delincuencia: todas las encuestas locales seí±alan que la inseguridad es la principal preocupación del paí­s.

Eso explica por qué Keiko Fujimori -la candidata que PPK derrotó- escogió a la seguridad como eje de campaí±a, llegando a prometer la construcción de cárceles sobre los 4.000 metros de altura para aislar a los delincuentes más peligrosos.

Y Kuczynski también ha prometido medidas.

Su plan de gobierno detalla que en su primer dí­a como presidente, es decir el próximo 28 de julio, impulsará la ley para refundar la policí­a nacional así­ como una reestructuración del sistema que nombra jueces y fiscales.

Mientras que, en materia económica, Kuczynski se comprometió a promover desde el primer dí­a la eliminación de trámites legales que afectan proyectos de inversión e impulsará una revisión tributaria para formalizar la economí­a peruana.

Según el Instituto Nacional de Estadí­stica, 3 de cada 4 peruanos trabaja en el sector informal.

Y el auto en el que llevaba a Kuczynski es, de alguna forma, uno de los mayores sí­mbolos de la informalidad del paí­s: es tan fácil como poner una pegatina en el parabrisas con la palabra «taxi» para que cualquiera se convierta en taxista en las calles peruanas.

El presidente electo confí­a en que la reducción de impuestos fortalecerá la pequeí±a y mediana empresa en momentos en que la economí­a de Perú pasó del «milagro» al crecimiento moderado.

«Hay muchos peruanos que sienten que el tren los pasó y queremos que todos se suban al tren», dijo PPK tras su elección.

Pese a los aí±os de vacas gordas, según cifras oficiales, más del 20 por ciento de la población vive bajo la lí­nea de la pobreza.

De pelí­cula

La imagen que quedará del gobierno de Kuczynski se irá construyendo en los próximos aí±os.

Pero la primera de su nueva responsabilidad bien podrí­a ser el abrazo casi cinematográfico de PPK con su esposa, que él mismo compartió en su cuenta de Twitter al conocerse los resultados de la segunda vuelta electoral.

La nueva dama de la nación se llama Nancy Lange y es politóloga.

Y la última elección ha convertido a Perú en el único paí­s del mundo en el que Nancy seguramente conseguirá ser más famosa que su prima Jessica Lange, la actriz estadounidense dos veces ganadora del Oscar y de tres premios Emmy.

Pedro Pablo Kuczynski, por su parte, le lleva una ligera ventaja en eso de opacar a parientes que son figuras del cine.

Desde hace varios aí±os, PPK es más reconocido en Perú que su primo por parte de madre, el cineasta francés Jean-Luc Godard.

Y dirigir un paí­s latinoamericano, podrí­a proporcionarles una fuente inagotable de guiones que pongan a prueba los lí­mites entre la realidad y la ficción, como dejó claro nuestro viaje en taxi.

 

Aquella tarde logré encender el auto cuando un asesor del candidato ya lo llamaba al teléfono preocupado.

«Estoy yendo en este Ferrari que bota humo por dentro, así­ que llegaré medio asfixiado», le dijo.

Estaba todo listo para el mitin. El público, el mexicano Cornejo y la flauta lo esperaban.

Pocas semanas después, sin embargo, perdió la elección. Pero han pasado cinco aí±os desde entonces y hoy la situación es muy diferente.

Esta vez será Kuczynski quien pondrá las manos al volante, y conducirá un paí­s con 31 millones de pasajeros.

Pedro Pablo Kuczynski

Graciela Machuca

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