Muere el artista mexicano José Luis Cuevas

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El pintor y escultor, uno de los primeros en romper con el muralismo, falleció en la Ciudad de México a los 83 aí±os

DAVID MARCIAL Pí‰REZ | EL PAíS

El artista mexicano José Luis Cuevas falleció este lunes por la tarde en Ciudad de México. Pintor además de escultor, grabador y escritor, fue uno de los primeros pinceles en alzarse contra el omnipresente muralismo, costumbrista y polí­tico, que hegemonizó el arte mexicano hasta mediados del siglo pasado. Junto a Vicente Rojo, Manuel Felguérez y Fernando Garcí­a Ponce abanderó la llamada Generación de la Ruptura.

Con una formación heterodoxa y en gran parte autodidacta, su primer latigazo para matar a los padres fue La cortina de nopal: un artí­culo escrito con 17 aí±os —en 1951— contra el estilo folklorizante, ideologizado y de ”una alegrí­a juguetona» de los muralistas. Su manifiesto temprano, la marca del nuevo enfant terrible, estaba especialmente dedicado al estalinista David Alfaro Siqueiros, que algunos aí±os antes habí­a decretado que en el arte mexicano no existí­a ”más ruta que la nuestra». En 1967, Cuevas llevó a la práctica el texto a través de un mural efí­mero. Lo hizo en el epicentro contracultural de la Ciudad de México de entonces, en el corazón de la Zona Rosa, cuyo magnetismo él mismo contribuyó a cimentar. La obra se convirtió en un acontecimiento.  Al concluir el mes de exhibición el mural fue destruido. El medio es el mensaje.

Autorretratos, apuntes del natural, prostitutas, monstruos, locos, infiernos, cadáveres, series sobre Kafka, Sade, Quevedo, Picasso, la obra de Cuevas trascendí­a lo figurativo —abandonó los contornos delimitados, la perspectiva, la armoní­a formal— y sus motivos sobrepasaban lo mexicano. «Mi sentido de angustia es espaí±ol», declaró el autor en 1998 durante una retrospectiva sobre su trabajo en el Museo Nacional Reina Sofí­a de Madrid.

”Cronista —según sus propias palabras— del mundo del vicio y la locura», en su obra predominaban las figuras humanas despojadas de todo contexto o referente espacial. «No hay paisajes pero sí­ ventanas. Alguien me preguntó que a dónde conducí­an las ventanas, quizá al exterior, al paisaje, y le dije que las ventanas conducí­an a otro aposento donde estaban los personajes de mi próximo dibujo, y así­ hasta el infinito. Mis personajes están en lugares cerrados. En cambio, en mis sueí±os soí±ados, reales, aparecen muchos paisajes que soy incapaz de pintarlos después».

Polí­ticos e intelectuales han mandado mensajes de recuerdo. La secretaria de Cultura, Marí­a Cristina Garcí­a Cepeda expresó sus condolencias a la familia en su cuenta de Twitter y definió al artista como «una de las figuras plásticas de México en el siglo XX». El presidente Enrique Peí±a Nieto se refirió al pintor como «sinónimo de creación, libertad y universalidad».

Premio Nacional Bellas Artes, doctor honoris causa de la Universidad Autónoma de Sinaloa y al frente de su propio museo, José Luis Cuevas vivió durante décadas en San íngel, un barrio acomodado de la capital mexicana con aroma a pueblito, como encapsulado fuera de la vorágine del resto de la ciudad, donde también vivió por ejemplo Gabriel Garcí­a Márquez. Su casa y su estado de salud saltaron a los medios hace cuatro aí±os cuando una de sus hijas denunció que su padre se encontraba casi en la indigencia, con problemas de nutrición y un principio de pulmoní­a. La familia acusó a su segunda esposa, Beatriz del Carmen Bazán, de haberle descuidado en la vejez. Pero el artista se defendió personalmente en una conferencia de prensa en la cual desmintió a sus hijas: Mariana, Ximena y Marí­a José. En ese entonces, el pintor y escultor reveló la espinosa relación que mantení­a con ellas, que habí­an acudido a un juez de lo familiar para exigir un régimen de visitas. «Se han presentado como unas ví­ctimas abandonadas, no se les abandonó en ningún momento», dijo Cuevas de propia voz en 2013.

«Puedo decir que no he tomado una copa de vino o una botella de cerveza; solo alguna copa de tequila porque dicen que disminuye los niveles de colesterol. He sido durante aí±os dibujante de putas y nunca me he acostado con ellas», declaró en otra entrevista con este diario a mediados de los noventa el hombre que se jactaba de haber mantenido relaciones sexuales con al menos 650 mujeres. ”El erotismo lo he vivido con absoluta intensidad —aí±adí­a— Creo que de los vicios estoy alejado por mi condición de hipocondriaco. Si se me demostrara que el erotismo es perjudicial para mi salud lo rechazarí­a y me harí­a casto, pero como tengo informes de que la sexualidad es saludable, la he practicado con frecuencia».

Graciela Machuca

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